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Una corredora neozelandesa y otra estadounidense se tropezaron en la clasificación de 5.000 metros. Lejos de pensar en sí mismas, se ayudaron y terminaron últimas. Las pasaron a la final
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Las atletas Nikki Hamblin (Nueva Zelanda) y Abbey D’Agostino (Estados Unidos) protagonizaron este martes una historia solidaria que conmueve a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
Se trata de dos corredoras que se tropezaron en un de las rondas clasificatorias de los 5.000 metros y, lejos de pensar en sí mismas, se ayudaron mutuamente y terminaron la prueba en las últimas dos posiciones.
De todos modos, la organización decidió premiarlas por haber enarbolado uno de los valores fundamentales del olimpismo y las repescó para que compitan en la final.
En una carrera que ganó con autoridad la etíope Almaz Ayana, se cayeron al suelo la neozelandesa Hamblin y la estadounidense D’Agostino al chocar la primera con otra competidora y llevarse en su caída a la norteamericana.
En vez de recriminarse o de seguir la carrera para tratar de llegar a la final, D’Agostino se quedó a ayudar a Hamblin, quien la había tirado en una acción fortuita, y la levantó antes de continuar.
Pero D’Agostino tenía un dolor insoportable en su rodilla y se tiró de nuevo al suelo, porque no podía seguir. Hamblin, que sí estaba en condiciones de continuar, le devolvió la gentileza y la ayudó, preocupándose por su estado, al mismo tiempo que la animó a seguir corriendo para terminar la competencia.
Hamblin entró penúltima, más de minuto y medio después que Ayana, la ganadora, mientras que D’Agostino, que cruzó la meta con síntomas de dolor, fue última.
Con la decisión de los organizadores, las dos atletas, si están en condiciones físicas, podrán disputar la final en el estadio olímpico de Río de Janeiro.
Tras finalizar la prueba, ambas deportistas se fundieron en un abrazo final, que puso a los espectadores de pie.
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