Sergio Remisin promueve con el ejemplo una conciencia ecológica. Con el reciclado como técnica fue adaptando su negocio a su gusto y necesidad. Con eso se ganó el respeto de su comunidad y es un ejemplo, tanto así que recibe consultas para construir otras casas.
Remisin construyó la pared de su local comercial con botellas de whisky e hizo un quincho con una antena parabólica en desuso.
En el pueblo, su construcción se volvió un atractivo y hasta le pidieron presupuesto de mano de obra. “Todos vienen a ver cómo quedó, me pidieron que vaya a construir en algunas casas, pero no tengo tiempo, por eso les muestro qué se puede hacer”, comentó Remisin en diálogo con El Territorio.
Para la pared utilizó un total de 400 botellas, y además levantó dos barras – en el bar – con el mismo sistema, y ahí sumó 100 botellas más.
Destacó que siempre reutilizó lo que estaba en desuso, “todo, pero todo lo que no tiene uso trato de encontrar la forma de reciclar y no tirar, así cuido el medio ambiente”.
Este hombre, además de comerciante devenido en constructor innovador, siempre se desempeñó en el rubro de la producción. En el pequeño local comercial construyó la cabreada para el techo con los troncos de eucaliptos que tiene en su chacra, dejando de esta manera con un estilo de cabaña y se ahorró el gasto de maderas para la terminación.
Reconoció que le llevó mucho más tiempo del estipulado terminar la obra. “Se tarda un poco más, el doble diría porque el vidrio no absorbe la humedad de la mezcla y se puede hacer cuatro líneas por medio día, hay que trabajar tranquilo”, recomendó el emprendedor.
La recolección de las botellas fue gracias al aporte de los vecinos, y la colaboración de otros comercios y bares de Ameghino, que en principio se reían de la alternativa planteada.
Sin embargo, una vez visto el trabajo terminado empezaron a solicitarle que construya otras obras.
Respecto del gasto económico, tuvo un ahorro importante porque no gasta en ladrillos. “Hoy depende qué ladrillo te venden, sale más de 2.000 pesos los mil y todo eso me ahorré, el gasto fue sólo en arena y cemento”, dijo Remisin.
Otro de los beneficios que tiene la familia fue bajar el consumo de energía eléctrica porque la luz que ingresa a través de los ladrillos de botellas ilumina todo el local comercial y no hace falta encender algún tipo de iluminaria eléctrica.
El emprendedor insiste entre sus vecinos que todo se puede reciclar. Y en ese aspecto resaltó que a todo le da “segunda vida”.
Por ejemplo, el plato de una antena parabólica que tiene tres metros de diámetro; al estar sin servicio sacó la parrilla, dejó crecer una enredadera logrando transformar en un quincho para la familia.
Fuente: Territoriodigital. Foto: Luciano Ferreyra