Era profesor de química desde hacía cinco años. Les contó a las autoridades del instituto privado Emanuel que se iba a casar con su pareja y que era un matrimonio igualitario, pero en lugar de felicitarlo asegura que lo desafectaron no sin antes decirle que le iban a pagar la mitad de la indemnización porque ellos podían “curarlo”.
Profesor recibido de Ciencias Exactas, daba la cátedra de Química y de Proyecto de Investigación en el cuarto y quinto año del Instituto Privado Emanuel de Oberá desde hacía cinco años. Julián, querido por alumnos y padres de los chicos, decidió un día formalizar su relación y casarse como lo permite la ley aprobada en el país en el año 2010. Pero la batalla ganada desde lo legal aun está lejos de ganarse en el campo de lo social y cultural y su historia bien podría encuadrarse a los años en que la homosexualidad era considerada como un tema tabú, del que no se hablaba o se creían que quienes se definían como gays eran enfermos. Pero no, su historia es de hace un par de semanas y este acto de discriminación lo vivió de acuerdo a lo que él mismo denuncia públicamente en el colegio que por muchos años lo albergó para enseñar a cientos de alumnos.
“Nunca hablo de mi vida privada porque creo que no corresponde. Pero creí que era prudente informarles a las autoridades que me iba a casar. Pensé que me iban a felicitar, nos conocemos hace muchos años pero lo primero que me dijeron era que esto lo teníamos que hablar con el representante legal”. Así, como si hubiese cometido un delito, Julián fue obligado a firmar su desafectación del instituto con un documento que claramente expresaba: “la sexualidad del profesor no concuerda con el ideario de la institución, por lo que, a fin de evitar conflictos el instituto ofrece y el profesional acepta” el monto de dinero en concepto de indemnización.
El joven aseguró que antes de hacerle firmar ese documento, las autoridades “intentaron convencerlo de que merecía recibir la mitad de esa indemnización porque él había elegido ser homosexual, tras lo cual le ofrecieron curarlo”.
“En la primera reunión con el representante legal que además es el pastor, uno de sus argumentos fue que él consideraba que la homosexualidad se curaba, que él conocía mucha gente que se había curado, por eso él me ofrecía la mitad porque considera que yo elegí casarme, aceptarme y no ir a la iglesia. Ahora que lo pienso me choca, contarlo me choca”.
Finalmente acordaron que la suma total se pagaría en cuotas. Fue a cobrarlas mes a mes, hasta que en un momento dado, “los directivos me pidieron que les entregue la copia del documento que había firmado y que a cambio me pagaban el monto total ya. No sé si se asesoraron mejor, pero me pedían la carta donde hablaba de que me echaban por mi sexualidad, cuando les dije que no, el pastor no dijo nada y se fue de la oficina. No me dejaron siquiera que me despida de los chicos y los padres me llamaron para despedirse”. Julián pasado el tiempo consiguió trabajo en otro colegio de Oberá.
Este medio intentó durante dos días comunicarse con la institución, sin éxito.
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