Se trata de Silvana Corso, la directora de una escuela pública cuya mayor parte de la población son alumnos de muy bajos recursos y de discapacidades severas. “El gran problema de la escuela en general es pensar que a todos los chicos se los puede educar de la misma manera”, aseguró
Para muchos se trata de un premio desconocido. Pocos tenían conocimiento de que es considerado una suerte de premio Nobel de la docencia mundial. Sin embargo, el denominado Global Teacher Prize (Premio Mundial al Maestro) incluyó a una maestra argentina, Silvana Corso, entre los 50 finalistas de todo el planeta para adjudicarse el galardón.
La docente de 46 años es nada menos que la directora de la escuela E.M.E.M. Nº 2 “Rumanía”, ubicada en el barrio porteño de Villa Real y cuya población mayoritaria es alumnos de muy bajos recursos de Fuerte Apache y otros tantos con discapacidades severas, como la hidrocefalia, parálisis cerebral o la esquizofrenia.
Corso fue seleccionada así entre más de 20.000 nominaciones de 179 países de todo el mundo y representa a Argentina, una de las apenas 39 naciones incluidas en la preselección. La docente luchará por un premio conmemorativo de un millón de dólares, cuyo ganador será revelado en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, el 19 de marzo de 2017.
Se trata de la tercera edición de un premio creado por la Fundación Varkey, una ONG que incentiva la docencia para garantizar la educación de calidad a los chicos de sectores vulnerables, fundada por el multimillonario indio Sunny Varkey.
“Yo soy la directora, pero la clave de esta escuela realmente son todos los docentes. Se reinventan todos los días. Todos los días son un misterio. Nunca sabemos qué va a pasar, qué puede explotar. Hay días en que los chicos se brotan y hay que poner el cuerpo”, explicó la docente en declaraciones al canal A24.
Corso detalló que su inclusión en la lista surgió a raíz de las nominaciones hechas por una colega de la institución y por parte de su marido y la destacó como un incentivo a su lucha por la inclusión educativa.
“Nosotros trabajamos fuertemente en un contexto de vulnerabilidad social con alumnos que vienen fundamentalmente del Fuerte Apache y algunas villas de la zona. También trabajamos con alumnos con discapacidad. Ya llevamos muchos años en este camino de inclusión verdadera”, añadió.
La directora de la escuela “Rumania” reveló que a la institución acuden unos 530 alumnos entre los dos turnos y destacó las condiciones precarias extremas con las que muchos acuden a clases.
“En esta escuela trabajamos más con la ausencia de padres. En muchos de nuestros chicos, no hay nadie detrás. Acá no tenemos que contar con las familias, tenemos que tratar de involucrarlas y traerlas, pero hay familias que están todo el día trabajando afuera y no tienen forma de llegar porque vienen a una entrevista y pierden el trabajo”, afirmó.
Corso, que también obtuvo diplomaturas otorgadas en la Universidad Central de Chile y la Universidad de Salamanca, afirmó que su rol en la educación cambió por completo después de la llegada de su hija Catalina, quien a raíz de una asfixia con el cordón umbilical en el nacimiento sufrió cuadriplejia, sordera y ceguera y falleció a los nueve años.
“Lo que yo descubrí con ella es que ella también podía aprender. Entonces, dije ‘si puede aprender ella, pueden aprender todos los chicos’. Lo que descubrí de la escuela que la atendió y la alojó es que le devolvió la condición de persona.
Precisamente, la docente se encargó de realizar una fuerte autocrítica con el sistema educativo general en la Argentina: “El gran problema en la escuela en general es cómo se fundó. La escuela se fundó pensando que a todos se los puede educar de la misma manera, que todos aprenden de una misma manera. Y por eso tantos chicos se quedan afuera”.