El Foro de Periodismo Argentino –FOPEA– rechaza la agresión que sufrió en la tarde de este lunes 19 de diciembre el periodista Daniel Gómez, de Oberá Inside y fotógrafo free lance de Primera Edición, por parte del hermano de una de las víctimas del trágico accidente ocurrido en Brasil; en el cual fallecieron varios estudiantes egresados de Misiones.
El hecho ocurrió durante la cobertura de una marcha convocada por los compañeros de Luana Centurión y Rocío Rodríguez para acompañar a sus familiares y recordar a las jóvenes. Cuando varios colegas intentaban registrar una entrevista al obispo Damián Bitar, Sebastián Centurión, hermano de Luana, se acercó y sin mediar palabra le propinó una patada en la boca del estómago y luego un puñetazo en el oído izquierdo a Daniel Gómez. Además, lo amenazó con que luego lo encontraría “para darle su merecido”, molesto por la cobertura del hecho.
Gómez fue retirado y posteriormente realizó la denuncia correspondiente en la Seccional Primera de Policía.
El agresor y miembros de su familia ya habían increpado a otros periodistas como Ariel Barboza de Canal 12 y Jorge Mielniczuk de La Radio y al propio Gómez en el sepelio de las víctimas. En momentos en que se realizaba el cortejo fúnebre hacia el cementerio, Sebastián Centurión descendió del auto que lo llevaba y, al observar que el colega Daniel Gómez registraba imágenes del acompañamiento, lo insultó; pero en aquella ocasión el hecho no llegó a la violencia física.
Gómez manifestó al Monitoreo de FOPEA que realizó la denuncia “para preservar mi integridad física, en virtud de la amenaza que recibí. No lo conozco a este joven, a excepción de la desgracia que le tocó sufrir a su familia, pero no somos culpables de los hechos”.
FOPEA comprende el estado emocional de quien ha perdido un ser querido, pero exhorta a víctimas, allegados y a la comunidad toda a comprender y respetar el trabajo de los periodistas y reporteros gráficos profesionales, cuya misión es informar a la sociedad. Tomar imágenes en lugares públicos y sobre temas de interés social no puede ser interpretado como intromisión indebida en la intimidad de las personas, sino como legítimo ejercicio de la libertad de información y de expresión. La violencia nunca constituye una respuesta socialmente aceptable en este tipo de circunstancias.