El rebrote de fiebre amarilla en Brasil ya causó la muerte de 69 personas, de las cuales, 60 fallecimientos se registraron en Minas Gerais, seis en Espírito Santo y tres en San Pablo, estados del sureste del país, según el último boletín divulgado ayer martes 7 de febrero por el Ministerio de Salud.
Además, hay otros 91 fallecimientos en investigación repartidos entre Minas Gerais (81), Espírito Santo (8) y los estados de Bahía y Tocantins, con una muerte cada uno.
Estos casos aún no están confirmados porque, pese a contar con el positivo preliminar del laboratorio por fiebre amarilla, necesitan ser contrastados con el historial clínico de cada uno de los pacientes.
Brasil está en alerta desde que comenzó el año por este brote de fiebre amarilla que ha obligado al Gobierno del presidente Michel Temer a enviar cerca de 10 millones de vacunas a los estados afectados y a otros en riesgo, como Río de Janeiro, con objeto de contener la crisis sanitaria desatada.
Los casos registrados suben de manera exponencial y, según las estadísticas del Ministerio de Salud, ya son 972, de los cuales 777 están en curso de investigación y 195 han sido validados por los servicios médicos.
En este apartado, Minas Gerais también es la entidad federativa más afectada por el brote con 173 casos confirmados, seguido de Espírito Santo (18) y San Pablo (4).
Los expertos distinguen dos tipos de fiebre amarilla que se diferencian por el mosquito transmisor: la silvestre -transmitida por el Haemagogus y el Sabethes, que ataca principalmente a los monos- y la urbana, que transmite el Aedes aegypti, el vector del dengue, el zika y la chikunguña.
Según datos oficiales, los últimos casos de fiebre amarilla urbana en ciudades brasileñas se registraron en 1942, en el estado de Acre.
El brote de Minas Gerais estuvo precedido de la muerte de decenas de macacos contaminados con la enfermedad, un fenómeno que prendió la alarma de los especialistas y que se ha repetido también en Espírito Santo y San Pablo.