La joven Silvina Omar (23) denunció a su ex pareja por violencia de género. El sujeto fue detenido un par de semanas, pero ahora la somete a ella y a sus hijas a toda clase de privaciones, al punto que le cortaron el agua potable en la casa donde residen.
Cansada de tantos abusos, Silvina decidió romper el silencio y contó su versión de los hechos, respaldada por una serie de denuncias que radicó en diferentes juzgados de esta localidad. “Tengo miedo por la vida de mis hijas y la mía”, alertó.
Es madre de dos nenas. La mayor tiene 1 año y medio y la menor, 2 meses. Junto a sus hijas, sobrevive a duras penas, ya que el padre de las criaturas nunca les pasó un solo peso, según consta en el expediente que se tramita en el Juzgado de Familia.
La mujer y su ex concubino, identificado como Carlos Rafael H. (26), convivieron durante casi cinco años y están separados desde octubre pasado, cuando la joven radicó la primera denuncia por violencia.
A pesar de la exclusión de hogar dictada oportunamente por la Justicia, el sujeto la siguió acosando e irrumpió varias veces en su domicilio. La última vez fue a principios de agosto, cuando permaneció alrededor de cinco horas amenazando con llevarse a sus hijas.
“De tantas veces que entró como quiso, la casa no tiene más seguridad. El 5 de agosto invadió la casa, me golpeó y me agarró al cuello. Ya pasó un mes y todavía se me notan las marcas. Les agarró a las dos nenas y pensé lo peor. Estuvimos así desde las 6 hasta las 11 de la mañana y se fue porque varios vecinos lo vieron llegar”, explicó.
Supuesta protección
Ayer, en diálogo con El Territorio, Silvina afirmó que su ex se jacta de los contactos que tendría su madre, integrante de una conocida entidad del medio.
“Tengo mucha impotencia. Ayer (por el lunes) fui a bañarme y no había agua, salí a mirar y había sido que me sacaron el medidor. Ahora seguro que me van a cortar la luz porque están haciendo todo lo posible para que me vaya”, lamentó.
Contó que el lunes fueron citados a una audiencia por la cuota alimentaria, pero el padre de sus hijas ni siquiera se presentó, lo que la impulsó a hacer público sus pesares.
Al respecto, reconoció que las criaturas están pasado necesidades y eso le dio el coraje que antes no tuvo.
“Hay días que no tenemos para comer ni pañales para la beba. Me separé cuando estaba de dos meses de embarazo y la pasé muy mal. Cuando la beba nació casi no le pude dar de mamar porque me alimento muy mal. Mi mamá me ayuda con lo que puede, pero tampoco puede mucho”, explicó.
Consultada al respecto, indicó que no cuenta con asesoramiento legal porque no puede pagar un abogado, al tiempo que relató una experiencia reciente: “Me cansé de citarle para que ayude a las nenas y nunca se presentó. Para colmo, en la Defensoría me dijeron que me conviene mudarme con mi mamá porque ellos no pueden hacer nada”.
“No sé si es como dice la madre, que tienen muchas influencias, pero a mí la Justicia no me da respuestas. Hace un año que estoy viviendo como en una película de terror”, agregó.
Vivir con miedo
Sobre su relación de pareja, mencionó que al principio se llevaban bien, pero con el tiempo el sujeto la fue alejando de sus amigos y empezó a maltratarla.
“Al principio fue la persona más amorosa, después empezó a cambiar. Mucha gente se daba cuenta, pero yo estaba enamorada y después me quedé embarazada. Me hizo separar de todos mis amigos y dejé de ir a la casa de mi mamá porque ella se iba a dar cuenta de que me maltrataba”, aseguró Silvina Omar.
Contó que la situación llegó al límite en octubre del año pasado, cuando la golpeó con su hija mayor en brazos. Esa misma madrugada, cuando su concubino dormía, decidió escaparse a la casa de una amiga.
En esa oportunidad, radicó una primera denuncia, pero el violento no fue detenido, aunque le dictaron la exclusión de hogar. Aseguró que luego sus suegros fueron a increparla y hasta lanzaron piedras a la casa.
En los últimos meses, la situación fue recrudeciendo. A las necesidades que pasa con sus hijas, la mujer era permanentemente acosada por su ex, según denunció.
“Me controlaba por WhatsApp, me amenazaba, y el 5 de agosto irrumpió en mi casa. Me golpeó tan fuerte que perdí el conocimiento. Después de eso estuvo dos semanas detenido, pero salió y nos sigue haciendo la vida imposible. Ya no sé a quién recurrir”, lamentó.
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