Luego de la inesperada partida de la misionera Stefy Vier el viernes pasado, por una insuficiencia cardíaca con shock cardiogénico y sospecha de rechazo tardío de injerto, una multitud se acercó a despedir los restos de la querida joven, para brindarle el último y emotivo adiós en el cementerio local.
Dicen que las personas que amamos nunca mueren, porque siempre una parte de ellas vive en nuestros corazones, y sin dudas Stefy Vier ha dejado una marca en cada misionero que tuvo el honor de conocer su historia.
La joven de 23 años, recibió un trasplante de corazón en junio de 2015 en la Fundación Favaloro de Buenos Aires. En septiembre, luego de recibir al “nuevo capitán” como le decía con cariño a su nuevo corazón, Stefy fue recibida en Montecarlo por miles de vecinos que salieron a saludarla a su regreso, donde en medio de la emoción la joven agradeció a “la leona” de su madre por estar siempre a su lado y pidió a la población tomar conciencia con la donación de órganos.
En la oportunidad y con esa sonrisa enorme y luminosa que poseía sostuvo “si hoy estoy viva es gracias a Dios y a personas que tomaron conciencia y me dijeron SÍ, porque donar órganos salva vidas. Todos tenemos que tomar conciencia sobre esto porque es muy importante”.
Y ese “nuevo capitán” al que ella tanto agradecía, le brindó dos hermosos y felices años más, donde Stefy disfrutó a pleno y minuto a minuto cada latido de vida, participó así en coreografías de baile, fue invitada de honor en el Carnaval, en eventos importantes y distintos encuentros encabezados por ella misma. Pero sobre todas las cosas fue un ejemplo de lucha, esperanza y amor para toda la sociedad misionera, que la acompañó en sus tristezas y se deleitó con sus alegrías.
Repentinamente el martes pasado (3 de octubre) Stefy sufrió una descompensación por la que fue derivada a Posadas y como se encontraba muy delicada, el miércoles por la tarde fue trasladada a la Fundación Favaloro de Buenos Aires en el avión sanitario. Allí estuvo en terapia intensiva, dormida, conectada al Balón y con respirador artificial. En el Favaloro, en lo que ella llamaba su “segundo hogar” (por el inmenso cariño que les tenía a sus médicos y enfermeros), el corazón de Stefy dejó de latir el viernes por la tarde.
Por esa razón este fin de semana la tierra colorada llora su partida y la despide con profundo dolor, “creo que tenemos que agradecerle a Dios que nos prestó un ángel por 23 años, porque Stefy siempre fue muy especial, llena de luz, llena de amor, una persona tan maravillosa que será imposible de olvidar” dijo emocionado su médico de la infancia, quien participó de la multitudinaria despedida que le realizaron en el Club Gimnasia de Montecarlo desde la madrugada del sábado.
Para llevarla finalmente al cementerio local en la tarde del domingo, donde cientos de vecinos y amigos se acercaron a brindarle el último y emotivo adiós, una despedida con lágrimas y dolor por la irreparable pérdida y vacío que nos deja a los que la conocimos, pero también con aplausos de reconocimiento a una luchadora que aún en los momentos difíciles no perdió la esperanza y brindó su más hermosa sonrisa a la vida, “hasta siempre Stefy, vuela alto, despliega tus alas libre y feliz, como todos te recordaremos”.