Tiene dos perfiles de Facebook. En uno comparte cuestiones personales y en otro prioriza su faceta comercial. Cuenta que reside en la ciudad de Giruá, Río Grande do Sul, situada a unos 30 kilómetros de Santa Rosa y a 80 de la frontera con Argentina.
Sergio Antonio Meller (52) está prófugo de la Justicia desde hace siete años, cuando burló a la custodia de la Unidad Penal II de Oberá que lo trasladó hasta su casa en Villa Bonita, Campo Ramón, para visitar a su esposa que estaba enferma. Al menos ese fue el pretexto para la salida.
Menos de dos años antes, en octubre del 2008, Meller fue condenado a 12 años de prisión por el homicidio del comerciante Francisco “Cacho” Balatorre (47). Además, lo sentenciaron a abonar 40.000 pesos de indemnización por daño moral a los hijos de la víctima.
Según se estableció en el juicio oral y público que se realizó en el Tribunal Penal Uno de esta localidad, el imputado asesinó a balazos a Balatorre por una deuda de dinero y conflictos por una mujer, como dejaron entrever algunos testigos.
El hijo menor de la víctima, en ese entonces de 12 años, fue testigo presencial del homicidio y su testimonio resultó vital para condenar al acusado.
Pero el 19 de agosto del 2010 Meller se las ingenió para escapar de los guardias del Servicio Penitenciario Provincial (SPP) que lo trasladaron a Villa Bonita para ver su mujer. El caso derivó en un sumario interno y una causa judicial con varios imputados, aunque todavía no se dictó sentencia.
En su descargo, los dos penitenciarios a cargo del traslado reconocieron que Meller les dio 200 pesos, 100 para cargar combustible en el móvil y 100 para comprar algo de comer mientras que él se quedaba en su casa, justo frente al puesto de salud de Villa Bonita.
Fue la última vez que lo vieron. En los días posteriores la búsqueda se centró en la costa del río Uruguay, pero el sujeto nunca fue recapturado y fueron pasando los años.
Impunidad y negocios
Como suele pasar con los prófugos, el paso del tiempo atenúa el recuerdo de sus delitos, las autoridades dejan de buscarlos -si es que alguna vez lo hicieron- y la impunidad otorga confianza para empezar a mostrarse de nuevo.
El caso de Meller lo confirma, al punto que se piensa tan intocable para interactuar en las redes sociales como si fuera un hombre sin causas pendientes en la Justicia.
Incluso, fuentes de la zona mencionaron que tiene familiares en Campo Ramón y Oberá, a los cuales visitaría cada tanto, cruzando la frontera por alguna vía informal o con un documento brasileño falso. Todo es posible en la submundo de la costa.
Como él mismo cuenta en su Facebook, se dedica al comercio y le va muy bien económicamente, al punto que hace pocos días subió fotos de su nueva adquisición: un utilitario cero kilómetro.
Alertado por familiares de Balatorre, el sujeto que asesinó Meller, este matutino corroboró que se trata del mismo sujeto que está prófugo desde hace siete años. Evidentemente nadie lo busca, lo sabe y está muy tranquilo.
Es más, días atrás se habría contactado por teléfono con el propietario de una radio de Campo Ramón para hablar mal de un competidor en el contrabando de vino dulce del Brasil.
“Le dijo que alerte a la audiencia que el vino de tal marca tiene sulfuro, que no lo compren porque hace mal. Eso tuvo mucha repercusión entre los consumidores. Es decir, maneja todos los detalles del negocio. Es chivero (contrabandista) viejo y sabe”, explicaron.
En tal sentido, mencionaron que Meller maneja la venta casi exclusiva de un vino que se comercializa en botellones tres litros de plástico, muy económico y que se vende como agua en este lado del río Uruguay.
“Pero resulta que apareció otro vendedor, un brasileño, él se enteró y le pegó una apretada, aparte de lo de la radio. Desde que se escapó anda por Santa Rosa y Giruá. Entre otras cosas, le vende vino a los chiveros de la costa y ahí corre de todo. Tiene contactos con mucha gente”, agregaron.
El homicidio
Cacho Balatorre fue ultimado de varios tiros en la cabeza frente a su hijo de 12 años. El hecho se registró alrededor de las 17 del 24 de diciembre de 2007, cuando la víctima, oriunda de Campo Viera, se dirigía desde Villa Bonita hacia Campo Ramón.
Balatorre conducía por la ruta provincial 103 y a la altura de un camino vecinal fue alcanzado por otro coche que conducía Meller, que lo chocó y efectuó un disparo que provocó la rotura del vidrio del lado del chofer.
Así, Balatorre detuvo la marcha de su vehículo y descendió. El agresor se acercó y le efectuó varios disparos que impactaron en la cabeza, en el cuello y en las extremidades, lo que le ocasionó la muerte casi en el acto. Todo frente al hijo de la víctima.
El asesino estuvo prófugo cuatro días, hasta que la Policía logró detenerlo en inmediaciones a la vivienda de su empleada doméstica, quien residía con su padre en el Paraje Elefante, distante a unos dos kilómetros de la zona urbana de Villa Bonita.
Los uniformados detectaron a Meller saliendo de un monte envuelto en una frazada. No ofreció resistencia y en su poder tenía un teléfono celular y dinero en efectivo.
Se supone que desde un primer momento intentó llegar a la costa del Uruguay, pero había más de 50 policías siguiéndole el rastro y el escape resultó imposible.
La condena
El 16 de octubre de 2008, tras dos jornadas de debate, Meller fue condenado a 12 años de prisión por el homicidio de Balatorre. El Tribunal Penal Uno fue presidido por Francisco Aguirre, acompañado por Lilia Avendaño y Romeo Roque Schwengber.
Un perito policial determinó a través de las huellas halladas en los coches que fue Meller quien buscó, chocó y disparó a la víctima, sin que mediara amenaza alguna para su vida, por lo que se descartó que actuó en defensa propia.
Además, el testimonio del hijo de la víctima fue contundente al describir toda la secuencia.
También un vecino de la zona testificó que llegó a la escena pocos segundos después del crimen y el niño le relató cómo había ocurrido todo y apuntó a Meller, que escapada corriendo con su escopeta en mano.
Menos de dos años después aprovechó una visita domiciliaria y se fugó.
Según el expediente judicial, los funcionarios que facilitaron su escape habrían recibido plata y un freezer.
Por ello, en la zona se especula que a varios les conviene que Meller nunca aparezca ni cuente cómo se pergeñó su huida.
Otro que cayó por Facebook
El 2 de enero del 2011, Ariel Leites Do Santos (46) desapareció en las aguas del río Uruguay, en Puerto Sánchez, Panambí. Desde ese día, sus familiares y amigos lo creían muerto.
Pero en febrero del 2015 se hizo público que estaba vivo y era un próspero empresario en Brasil. También lo delató el Facebook.
Luego, Leites Do Santos, su pareja y un ex socio fueron imputados por el delito de “tentativa de estafa”, ya que para la Justicia el trío trató de fingir la muerte del primero para cobrar un seguro de vida.
Una vez que se comprobó que era él, el falso muerto fue citado por la Justicia y logró la eximición de prisión tras pagar una fianza de 100.000 pesos.
Fuente: territoriodigital
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