Se llama Emiliano Naranjo, tiene dificultades en las piernas y gracias a su lucha logró ser licenciado en Educación Física. A partir de su caso los profesorados abrieron sus puertas a personas con discapacidades.
Emiliano tiene 37 años y desde que nació sufre de una parálisis cerebral que le impide el movimiento coordinado de sus piernas pero ésto no se convirtió en una traba para hacer lo que le gusta: dar clases de educación física.
Nadar como forma de rehabilitación lo hizo interesarse por la educación física. Cuando tenía 17 aña una mujer lo vio en la pileta y le pidió que le diera clases a su hijo que tenía una discapacidad similar. «En ese momento, descubrí que me gustaba enseñar. Me di cuenta de que mi mayor fortaleza está donde todos creen que se encuentra mi debilidad, en el movimiento», aseguró el docente en una entrevista este domingo publicada en el diario La Nación.
Para el joven no fue fácil obtener el título de profesor. Pese a que logró graduarse como licenciado en la Universidad Nacional de la Matanza, tuvo que acudir a la justicia para poder hacer las materias que lo acreditarían como profesor. En noviembre de 2015, la Corte Suprema de Justicia de la Nación le reconoció la posibilidad de inscribirse y cursar.»La mayor dificultad a la que me enfrenté durante la carrera es la que viven todas las personas con discapacidad en su día a día: el prejuicio», afirmó Naranjo.
El joven hoy trabaja en la Escuela Nº 2 Rumania, en el barrio Villa Real. Allí, se encarga de supervisar las adaptaciones de los alumnos con discapacidad y las capacitaciones de los profesores. También es consultor pedagógico en otras instituciones públicas y privadas, como la Asociación por los Derechos Civiles (ADC) o la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI).
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