Se asume que el comandante del San Juan no decidió quedarse en inmersión: si le hubiese sido posible, habría salido a la superficie, aun con mal tiempo, como marca el protocolo ante un incidente. En flotación, aun sin energía eléctrica, pudo haber intentado la comunicación con el teléfono satelital para marcar posición y pedir ayuda mientras renovaba aire a través del snorkel del buque; incluso, en caso de necesitarlo, pudo haber sacado las dos balsas para evacuar la nave, opinaron expertos consultados.
La peor combinación de factores se abate sobre la búsqueda del ARA San Juan . El pésimo estado del tiempo, una zona del mar -la de la búsqueda- siempre encrespada y el misterio de qué pasó dentro del S-42 para que dejara de comunicarse para establecer posición mientras navegaba a unas 240 millas náuticas (430 kilómetros) de la península Valdés rumbo a su base, en Mar del Plata.
En la comunidad de submarinistas nadie arriesga pronósticos y ni hipótesis. Prefieren atenerse a los hechos. Por ejemplo, que las baterías eran el talón de Aquiles de los submarinos de la clase TR-1700 y que el miércoles el comandante de la nave había reportado una avería eléctrica que, no obstante, no impedía la navegación. Se cree que las baterías fueron, pues, el origen de los problemas del S-42. Y quela nave estaría asentada en el fondo marino, a unos 700 metros de profundidad.
Qué tipo de incidente hubo, cómo afectó a los tripulantes (cuánto y a cuántos) y el casco del buque, y qué consecuencias tuvo en la conservación de las reservas son variables claves a la hora de estimar las condiciones de supervivencia en un “submarino imposibilitado de salir a la superficie por sus propios medios”.
Se asume que el comandante del San Juan no decidió quedarse en inmersión: si le hubiese sido posible, habría salido a la superficie, aun con mal tiempo, como marca el protocolo ante un incidente. En flotación, aun sin energía eléctrica, pudo haber intentado la comunicación con el teléfono satelital para marcar posición y pedir ayuda mientras renovaba aire a través del snorkel del buque; incluso, en caso de necesitarlo, pudo haber sacado las dos balsas para evacuar la nave.
Si el buque se quedó sin energía y está asentado en el fondo del océano (en esa zona, unos 700 metros), el tiempo apremia, pero queda margen para la esperanza, explicaron tres submarinistas. Los víveres no son un problema, coincidieron. El oxígeno, en cambio, es una variable vital e imposible de calcular, en el caso, por falta de datos sobre qué le ocurrió a la nave.
Según detallaron los especialistas, la provisión de alimentos suele triplicar la cantidad necesaria para el viaje, que debía terminar hoy, tras una semana de travesía. La reserva de aire dura menos, pero podría dar para al menos otros cuatro o cinco días. El frío (unos 4°C) debería ser tolerable.
“En condiciones normales el aire alcanza para una semana, pero hay que ver si hubo un incidente que haya afectado la atmósfera interior de la nave, como ser un incendio”, dijo el oficial retirado Horacio Tobías, ex tripulante del ARA San Juan. En emergencia hay protocolos para dosificar el aire interior. La nave cuenta con medidores y reservas de oxígeno (compuestos químicos contenidos en candelas que tras una reacción iniciadora liberan oxígeno) que pueden extender el plazo de supervivencia.
El vicealmirante retirado y especialista en submarinos militares Antonio Mozzarelli estimó que la reserva de oxígeno puede alcanzar aun para más tiempo. “La principal preocupación es ubicarlo. Si se hubiera quedado sin baterías, no puede moverse ni usar los sistemas más eficaces para comunicarse. Pero tiene víveres para 20 días y oxígeno suficiente”, explicó. En el caso, lo que genera inquietud es lo que no pasó: que no se hayan lanzado las dos radiobalizas de emergencia y, si el incidente se produjo en inmersión, que nadie haya accionado la manivela del sistema que libera el aire de los botellones de lastre para que el submarino saliera inexorablemente a flote.
La sospecha es que, sea lo que sea que ocurrió, no les dio tiempo para salir a la superficie sí o sí, como dice el protocolo submarinista. (La Nación)