Alfredo Gregorio fue el mayor de once hermanos criados en el seno de una familia de humildes y esforzados agricultores. Cursó la primaria en la Escuela 252 de Yapeyú y desde pequeño colaboró con sus padres en la labores de la chacra.
El 2 abril de 1982, el muchacho de 20 años se encontraba en su casa de Florentino Ameghino disfrutando de su último franco antes de reincorporarse al Regimiento de Infantería de Monte Caseros, en la provincia de Corrientes, donde estaba realizando el servicio militar obligatorio.
Ese día, las tropas argentinas desembarcaron en las Islas Malvinas y comenzó el conflicto bélico con Inglaterra. Sabía que el llamado era inminente, por eso le pidió a su mamá que por favor esté atenta a la radio, “porque en cualquier momento nos llaman a la guerra”, anticipó.
La citación llegó un par de días después y Alfredo tuvo tiempo de saludar y despedirse de su familia y sus amigos de la colonia. Fue la última vez que lo vieron y doña Yenni Da Silva (75) todavía lo extraña.
“En los cumpleaños y las fiestas no me resigno a ver su lugar vacío en la mesa. Ya pasaron 35 años de Malvinas, pero el dolor no pasa”, reflexionó en la víspera, luego de un emotivo homenaje por parte del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.
El soldado Alfredo Gregorio fue reconocido como un héroe por haber ofrendado su vida a favor de la Patria.
Su madre recibió una medalla y un diploma conmemorativo por parte del teniente coronel Raúl Gustavo Campos, jefe del Regimiento de Infantería de Monte 9, con asiento en la localidad de San Javier.
La banda oficial del cuerpo engalanó la jornada que contó con la participación de integrantes de la Unión de Veteranos Héroes de Malvinas de la Provincia de Misiones. El evento se realizó en la Casa de la Historia y la Cultura del Bicentenario.
Recuerdo vivo
Alfredo Gregorio falleció durante un bombardeo a Monte Kent, el 11 de junio del 1982, tres días antes del fin de la guerra. En las semanas previas le envió cuatro cartas a su familia en las que le relató sus vivencias, alegrías y tristezas.
Ayer, su hermano Juan Carlos y su madre volvieron a revivir aquellas historias, compartieron algunas anécdotas con otros veteranos y se estrecharon en sentidos abrazos.
“Como familiares, estamos muy agradecidos por este reconocimiento. Nos dura la tristeza de su partida, pero a la vez estamos orgullosos del coraje que tuvo Alfredo a la hora de luchar por la Patria. Nunca se quejó y dio todo hasta lo último”, remarcó Juan Carlos.
Doña Yenni también agradeció el homenaje y subrayó que “el Ejército siempre estuvo cerca nuestro, igual que los veteranos. Eso es gratificante, pero en el fondo de mi corazón cambiaría todo por volver a tener a mi hijo conmigo”.
Según le contaron otros combatientes que viajaron con Alfredo en tren, desde Monte Caseros hasta Buenos Aires, su hijo fue animando el viaje guitarra en mano, feliz de servir a la Patria.
Luego, durante los dos meses que estuvo en las Malvinas, escribió cuatro cartas. El 8 de junio firmó la última desde la trinchera que lo albergó en sus últimos días.
Contaba que estaba bien, aunque pasaban frío. Los ingleses atacaban día y noche y ganaban posiciones, pero Alfredo mantenía la esperanza y prometió más abrazos que nunca pudo dar.
El soldado misionero fue sepultado en el cementerio de Puerto Darwin, donde su padre ya fallecido, Juan Gregorio, lo visitó dos veces, una acompañado por dos hijos.
En tanto, por problemas de salud, doña Yenni nunca viajó a las Islas.
“Yo quería ir a las Malvinas porque pensaba que lo iba a encontrar vivo allá. Hoy, lo que más deseo es que lo tengan siempre en su memoria, que no se olviden que luchó por la Patria. Tengo una nieta que se llama Malvina y otra Soledad, y un nieto Alfredo, todo en recuerdo de él”, subrayó emocionada.
Fuente: Territoriodigital. Fotos: Luciano Ferreyra
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