Un avión comercial operado por la compañía estatal Cubana de Aviación, modelo Boeing 737, se estrelló este viernes cerca de La Habana (Cuba) con 105 personas a bordo entre pasajeros y tripulantes –todos extranjeros; entre ellos un bebé y cuatro niños– poco después de despegar del aeropuerto internacional José Martí de la capital en dirección a la ciudad de Holguín, en el extremo oriental de la isla. Las autoridades afirman que hay tres mujeres supervivientes, hospitalizadas y en estado crítico. “Parece que hay un número elevado de víctimas”, ha dicho el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, que se ha desplazado al lugar del siniestro, donde se ha creado una enorme columna de humo. El mandatario ha dicho que las noticias sobre las supervivientes “no son nada halagüeñas”.
El avión, alquilado por la compañía cubana a la firma mexicana Damohj, ha caído en una zona de campos de cultivos, según han detallado las autoridades cubanas. El diario independiente cubano 14ymedio informa de que en toda La Habana se escuchan sirenas de bomberos. “Fuerzas de rescate y salvamento se dirigen hacia el aeropuerto”, han dicho los medios oficiales. Las primeras fotografías del lugar del accidente muestran la nave destrozada y calcinada en un paraje campestre, así como el personal de rescate civil y militar desplegado sobre el terreno.
“El avión es un amasijo de hierros y otros materiales calcinados. Cayó sobre una siembra de boniatos (un tipo de tubérculo), a 200 metros de las primeras edificaciones. Carros cisterna apagaron el fuego. Una veintena de ambulancias se mueven en el lugar”, ha descrito un reportero de AFP.
El avión fabricado en 1979 se ha estrellado unos minutos después de iniciar el vuelo desde la terminal uno del aeropuerto José Martí, según los medios cubanos. Volaba en dirección a Holguín, una ciudad de 350.000 habitantes del este de Cuba a unos 800 kilómetros de La Habana. El Gobierno de Díaz-Canel ha informado de que de inmediato se siguieron las acciones previstas para el sinisetro. “Se están identificando los restos y ya se creó una comisión para investigar el hecho”, aseguró el mandatario.
El Boeing 737 accidentado estaba alquilado a la firma mexicana Global Air, propietaria de Aerolíneas Damojh, una empresa fundada en Guadalajara (México) en 1990. Con una flota de tres aviones y 24 años de experiencia en el ramo del transporte áereo ejecutivo y comercial, opera vuelos chárter nacionales e internacionales en México, el Caribe, Centroamérica y Sudamérica. Los cinco tripulantes de la nave eran el capitán Jorge Luis Núñez Santos, el primer oficial Miguel Ángel Arreola Ramírez y las sobrecargos María Daniela Ríos, Abigail Hernández García y Beatriz Limón, informó la Secretaría de Comunicaciones mexicana.
Durante el primer semestre del año Cubana de Aviación había sido noticia recurrente en distintos momentos por cancelaciones de vuelos domésticos. En 2010, 68 personas fallecieron al estrellarse un avión de la compañía cubana Aerocaribean en ruta de Santiago de Cuba a La Habana. En 1989 murieron 126 en otro accidente de Cubana de Aviación procedente de Italia que se estrelló en las proximidades del aeropuerto de La Habana y en 1985 fueron 40 las víctimas mortales de otro vuelo de esta compañía que iba de La Habana a Managua (Nicaragua) y que tuvo un problema técnico tras despegar del aeropuerto José Martí, el más importante de Cuba. El incidente aéreo más reciente en Cuba ocurrió en abril de 2017, cuando un avión AN-26 perteneciente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias colisionó contra un cerro en el municipio Candelaria, en la provincia de Artemisa, y fallecieron sus ocho tripulantes.
El accidente de este viernes supone un mazazo para Cuba un mes después del relevo en la presidencia del país, en el que Díaz-Canel, de 58 años, sucedió al general Raúl Castro, de 86 y presidente desde 2008. El nuevo mandatario afronta esta catástrofe en sus primeras semanas en el cargo. La sucesión presidencial ha sido un hito en la historia del régimen castrista al situar en la cúspide del gobierno a un político nacido después de la revolución de 1959. Además de la trágica pérdida de vidas, el siniestro supone un golpe fortísimo para la imagen de un país que tiene en el turismo extranjero uno de los pilares de su maltrecha economía, aportando cerca de 2000 millones de dólares anuales y con una tendencia creciente en los últimos años en la que influyó el deshielo de relaciones diplomáticas acordado en 2014 entre La Habana y Washington.