El resultado de la autopsia corroboró la saña demencial que padeció Cecilia Marlene Krujowski (34), quien el lunes fue asesinada por Miguel Ángel Feldick (36), su ex esposo y padre de sus tres hijas.
Según confirmó El Territorio, la mujer fue ultimada de quince puñaladas y trató de defenderse, pero poco pudo hacer para repeler el ataque a traición del homicida que venía siguiendo sus pasos.
La violencia y la sed de sangre de Feldick fueron tales que casi decapitó a su ex pareja, tal como confió una alta fuente del caso que conmueve a la provincia y trascendió en medios nacionales, puesto que el asesino ya purgó una condena por intento de homicidio en perjuicio de la misma víctima.
El 5 de noviembre recuperó la libertad, regresó a la localidad de Aristóbulo del Valle y comenzó a amenazar a Krujowski y a sus hijas. En consecuencia, el lunes la mujer salió de su casa en Picada Libertad para radicar la denuncia y fue ultimada en plena vía pública.
Posteriormente, el cadáver fue remitido a la morgue judicial de Posadas, donde confirmaron las lesiones que acabaron con la vida de la mujer.
El informe de la autopsia que fue remitido al magistrado Gerardo Casco, titular del Juzgado de Instrucción Tres de San Vicente, indica que la víctima recibió tres lesiones cortopunzantes en el cuello, de las cuales dos llegaron hasta las arterias del cuello y el callado de la aorta; dos puñaladas en la región facial, tres en la espalda, dos en el antebrazo derecho, una en la mano izquierda y cuatro en la zona abdominal.
Al respecto, las heridas en el antebrazo y la mano son claros indicios de que Krujowski trató de defenderse con desesperación. Las serias lesiones en el cuello produjeron una profusa hemorragia y su deceso fue casi inmediato.
Familia devastada
En diálogo con este matutino, familiares de la víctima indicaron que ésta se hallaba en pareja y existían versiones de un supuesto embarazo, lo que finalmente fue descartado por el mismo examen de autopsia practicado en Posadas.
Asimismo, tras la recepción del cuerpo y el velatorio, los restos de Krujowski serían inhumados hoy a la mañana, cerca de las 9, en el cementerio del kilómetro 14.
La víctima, sus tres hijas y su actual pareja residían en Paraje Libertad, distante a unos 30 kilómetros de la localidad de Aristóbulo del Valle.
Tal como se informó en la víspera, a mediados del 2014 Feldick trató de asesinar por primera vez a su esposa frente a las pequeñas.
En aquella oportunidad, la mujer sufrió un corte en el cuello y sobrevivió de milagro, aunque recibió más de 20 puntos de sutura.
Luego del hecho, el sujeto fue detenido y condenado, mientras que la mujer y sus hijas se mudaron a la propiedad de los abuelos paternos, Mario Krujowski y Dorcelina Camargo.
El lunes la madre de la víctima la acompañó a radicar la denuncia y fue testigo directo del ataque. Más tarde padeció una descompensación y tuvo que ser internada, al igual que su esposo, que sufrió un pico de presión.
“Es una tragedia enorme para toda la familia, algo que va ser imposible de superar. Tres criaturas perdieron a su mamá y al mismo tiempo a su papá, podría decirse. Los padres de Cecilia tuvieron que ser internados y hay que ver cómo se reponen de esto”, lamentó Laura Krujowski, tía de la víctima.
“Era violento”
Ayer, a media mañana, los familiares se reunieron en la casa de una tía materna de la víctima, donde están alojadas las tres niñas, de 10, 7 y 4 años.
En medio de la desolación por la tragedia que atraviesan, Laura Krujoski contó detalles de la mañana fatal y trazó un perfil del homicida. Además, cuestionó el accionar de la Justicia y profesionales que avalaron la liberación del acusado y reconoció que temen represalias por parte de los familiares del asesino.
“Mi cuñada contó que fueron temprano al Juzgado de Paz porque Cecilia estaba recibiendo amenazas de muerte contra ella y las nenas, pero en el juzgado le dijeron que tenía que hacer la denuncia en la Comisaría de la Mujer. Caminaron media cuadra y ahí la atacó. Mi cuñada corrió para pedir auxilio, pero no pudieron hacer nada”, indicó.
También manifestó que “era violento y una vez nos enteramos de que le pegó a mi sobrina. Nosotros vivimos en Posadas y fuimos a la colonia y Cecilia nos contó. Era una cosa afuera y otra en la casa. Salía, tomaba y volvía tarde. Después la quiso matar y ahí demostró lo que era”.
“Estuvo preso un poco más de tres años y no entiendo cómo la Justicia lo liberó. Acá fallaron los psicólogos o quienes estén encargados de evaluar a los presos. Evidentemente no se rehabilitó, salió y terminó lo que no pudo hacer hace cuatro años”, señaló.
En tanto, opinó que los familiares del homicida nada hicieron para evitar la tragedia, al punto que ahora temen represalias.
“Mi hermano y mi cuñada tienen miedo, y es lógico. Con lo que pasó, se puede esperar cualquier cosa”, alertó.
Sobre el futuro de las pequeñas, indicó que serán criadas por los abuelos maternos. “Las más grandes ya saben lo que pasó, pero la chiquita no y a cada rato pregunta cuándo vuelve su mamá”, contó con la mirada abatida.
Asombro y dolor
Los habitantes de Picada Libertad no salen de su asombro ante la magnitud del femicidio de Krujowski. Se trata de una colonia pujante, con agricultores dedicados a la plantación de tabaco, yerba y pino.
Rogelio Escobar es director de la Escuela 570 desde hace 28 años, conoce de toda la vida a la víctima y al asesino, ya que ambos cursaron sus estudios en dicha institución, como ahora lo hacen sus hijas mayores.
A las 7.15 del lunes la vio pasar en el colectivo junto a su madre rumbo a Aristóbulo. Nunca imaginó lo que sucedería pocas horas más tarde.
“A eso de las 11 me enteré del hecho y no lo podía creer. Para colmo, no sabía si lo habían detenido o no, y tuve miedo de que venga para esta zona. Así que juntamos a todos los alumnos en un salón que tiene una puerta con reja y se quedaron ahí hasta el mediodía. Fue lo que se me ocurrió para protegerlos”, comentó.
Todavía conmovido, contó que antes del primer intento de homicidio Feldick siempre se mostró con una persona normal, colaborador con la escuela y la iglesia, precisó.
“Era buen vecino y todos los colonos le daban changas porque era muy cumplidor. Cuando se casaron yo les llevé a la iglesia con mi auto”, recordó.
Pero hubo un dato que ahora, ante la magnitud del hecho consumado, resuena en su mente: “Una vez lo visité en la cárcel de Oberá y me recibió muy bien, hasta lo encontré contento. Preparó un mate y charlamos, pero ni una sola vez me preguntó por la familia. Ni siquiera por sus hijitas”.
Testigo directo
A metros de la escuela se halla el almacén de Angélica, cuya propietaria también trazó un perfil de la pareja, previo al primer hecho grave.
“Ella cobraba una pensión, volvía del pueblo y el marido le esperaba con el carro y hacían la compra del mes. Ella llegaba y le daba toda la plata a él. Así, cuando uno los veía, parecía que se llevaban bien”, indicó.
Una visión muy diferente aportó el diácono Omar Cristaldo, testigo del hecho de sangre, quien comentó que tras asesinar a su ex, el asesino manifestó que no se arrepentía porque en la cárcel lo maltrataron mucho y lo violaron. Que por eso se vengó.
Quien tampoco olvidará el suceso fue Clarisa, una empleada municipal que observó la escena desde la ventana de su oficina, en la Casa de la Cultura de Aristóbulo del Valle.
“Era las 10 de la mañana cuando escuché unos gritos, giré mirando a la calle y veo una señora mayor corriendo. Gritaba pidiendo ayuda: “le matan a mi hija”, decía. En eso lo veo al hombre apuñalando a la mujer. Vi que le apuñaló muchas veces, ella cayó boca abajo y él se fue corriendo”, recordó en diálogo en este diario.
Visiblemente conmovida, agregó que “minutos antes, una chica que barre y le conocía (a la víctima) charló con ella. Dice que le contó que estaba con mucho miedo porque el ex le amenazaba a ella y a las hijas, que tenía los mensajes en el celular”.
Precisamente, un grupo de barrenderas vieron al sujeto descender de una moto y atacar por la espalda a Krujowski, pero nada pudieron hacer ante la violencia desatada.
En la víspera, El Territorio también alcanzó a dialogar brevemente con Héctor Krujowski, quien con lágrimas en los ojos aprovechó la ocasión para realizar un crudo pedido de ayuda para su familia. “Por favor que su diario se haga eco de nuestro pedido. Mi hija Cecilia cobraba una pensión por problemas de columna y el salario universal para sus dos hijas que van a la escuela. Estamos muy preocupados porque se quedarán sin salario nuestras nietas, en este drama estamos desprotegidos”, fueron sus primeras palabras. Y continuó: “Yo soy agricultor, hago lo mío y ayudo a los vecinos cuando me piden, pero tenemos muchos gastos que afrontar, no sólo en comida sino también en medicamentos y ahora a la atención de nuestras nietas”. Los vecinos acompañan a Héctor y familia, aunque aún no logran salir del estupor. “Nos cuesta creer lo que pasó, ambos parecían vecinos comunes hasta el incidente cuando él intentó degollarla”, expresó Ana.
Por Daniel Villamea – territoriodigital