OBERA. El productor y presidente de APAM, Hugo Sand, explicó en declaraciones a INFOBER un proyecto de biofertilizantes que vienen desarrollando hace años, pero sin apoyo del gobierno, casi en soledad. “Hay que mirar al monte, es nuestro espejo” expresó mencionando que hace 6 años no aplica ningún tipo de químico en sus plantaciones, “dejamos que lo haga la naturaleza por nosotros”.
El año pasado, APAM brindó tres jornadas de capacitación sobre cultivo orgánico donde participaron además, la Secretaría de Agricultura Familiar e ingenieros del INTA.
La polémica sobre el desembarco del maíz transgénico en Misiones tras un acuerdo entre el Gobierno Nacional y Maizar, puso en el tapete la discusión sobre los químicos que se arrojan en los cultivos de consumo humano y el suelo misionero que viene padeciendo los maltratos del hombre.
¿Por qué cada año hay menos nutrientes y le agregamos más químicos? preguntó respondiendo que se debe mirar al monte, como se auto nutre de forma constante. “Una hoja cae del árbol y los organismos los van descomponiendo y convirtiendo en un fertilizante natural que nutre la tierra” explicó.
Hace unos tres años, Sand y un grupo reducido de colonos presentó un proyecto para que se difundan estos conocimientos y llegue al colono pero no llegó a nada. “Nos ven como subversivos de la chacra”. Se lo planteó sin éxito al Ministro del Agro de Misiones, Luis Garay, a quien considera “amigo de los agrotóxicos”. Desde APAM sugirieron que se incluya en los programas de estudio de la universidad la biofertilización pero tampoco hubo buena respuesta.
Mencionó como ingeniero agrónomo que salen de la facultad sabiendo qué dosis de químicos aplicar pero ignorando tan crucial conocimiento.
La Capuera
“Es un tejido de cicatrización de la selva misionera, cuando tumbás el monte, dejas que venga nuevamente la vegetación y lo que aparece es el fumo bravo, que es una planta que crece dos metros, y si vos dejaste el suelo sin trabajar, lo abandonaste, aparece la chilca, ambos van preparando el ambiente para que los árboles, las semillas puedan germinar y así la selva pueda ocupar el espacio que le pertenece. Por eso es importante la capuera, es el reinicio de la vida de la selva, de microorganismos y macroorganismos, controladores biológicos de aquello que llamamos plagas” describió Sand y agregó que conformaron una organización denominada Capuera, con el objetivo de acompañar a todas aquellas personas que trabajan a favor de la vida, en contra de la producción transgénica.
“Nosotros consideramos que cada chacra tiene que tener un espacio, ya sea un monte nativo, que quedan muy pocos, o determinadas superficies de terrenos que deben dejar para que la vida comience nuevamente a germinar”.
“Tenemos que mirar al monte para ver qué es lo que ocurre ahí que sigue produciendo y nosotros con toda la tecnología cada vez más vamos hacia el desierto”. Describió Sand y explicó que, cuando un monte se prende fuego, las cenizas aportan minerales al cultivo, se van compactando los suelos. Si viene el hombre a arar la tierra, genera una inyección de oxigeno al suelo, que termina quemando la poca materia orgánica existente. Al alterarse el curso natural de la selva y agregar año a año fertilizantes químicos para optimizar la producción agroindustrial, se causa menor rendimiento con el tiempo, debido a la constante pérdida natural de nutrientes.
Biofertilizantes a base de polvo de piedra
Sand narró sobre un proyecto de fertilización a partir de los 40 minerales que se pueden obtener de las piedras, Consta de un proceso de molienda que se puede realizar en cualquiera de las tantas canteras en Misiones, donde se obtiene polvo que difuminado en los cultivos, libera los minerales naturales que necesitan las plantas.
“Podemos hacer dos cosas, agregar entre 3.000 y 4.000 kilos por hectárea de este polvo, en los yerbales degradados con 60, 70 años es recomendable esparcir debajo de la copa del árbol, lo podemos hacer en varias etapas; un año hacemos mil kilos, otro año otros mil kilos, cuanto más molido mejor. La acción del agua, de los microorganismos sobre la roca es más eficiente y la planta los puede absorber”. “Nosotros directamente estamos recomendando el uso de polvo de roca en las chacras”.
Biofermentados
Por otro lado describió sobre un nuevo uso del estiércol como fertilizante ya probado con buenos resultados. “A partir del estiércol de vaca fresco, antes que salga el sol, porque esteriliza; lógicamente estos animales no tienen que tener remedios ni hormonas. En el estiércol existe una bacteria que está en el estómago de la vaca. Lo que hacemos es, en un tanque de 200 litros, agregamos 150 litros de agua sin cloro, 50 kilos de estiércol fresco que le da materia orgánica, 5 kilos de miel de caña que le da energía, leche de vaca, ceniza y/o polvo de piedra. Mezclamos todo esto y si lo tapamos la fermentación anaerobica (sin oxigeno) haría que explote, entonces se cierra bien eso, se pone un caño con una botella de agua, entonces los gases burbujean pero el oxigeno no puede entrar. Esto lo puede hacer el colono en su chacra”. Sand nombró que también se puede hacer de forma aerobica, es decir con oxigeno. Luego se deja fermentar unos 45 días, se agrega agua y con eso se pulveriza la lechuga, la yerba, el té etc.
Contó que vienen realizando cursos en Guaraní sobre agricultura orgánica con buena asistencia de productores, aunque algunos lo ven con incredulidad, desconfiando de su efectividad. En ese sentido Sand dijo, “esta no es la solución de todo, muchos años hemos venido haciendo mal las cosas y lógicamente que si yo aplico un kilo de urea y un kilo de biofertilizante, la urea va a responder más rápido”. No obstante la biofertilización sigue siendo la más fuerte y sustentable.
Por ultimo mencionó una tercera forma de bioferlilizar. Se trata de materia orgánica obtenida directamente del monte, vegetación reciclada (hojas desprendidas de árboles en proceso de degradación) y otros, que se dejan fermentar en pequeños silos, con muy poca agua y caña de azúcar.
En su chacra puso en práctica varias ideas además. Entre ellas, mantener ovejas a las que deja consumir las malezas generadas entre sus cultivos para no usar agroquímicos y luego aprovechar su estiércol como abono.
También, experimenta con diversidad de plantas entre cultivos, emulando al monte en su autoregeneración de nutrientes. Tiene una planta de yerba mate aislada, en mayor espacio y rodeada de árboles, pasto etc, con capacidad de producir más kilos en un año que una plantación estándar.
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