La premisa del sistema carcelario es la rehabilitación del condenado para su posterior reinserción en la vida en sociedad. Pero algo falló, y mucho, en el caso de Walter Fernando S. (45). En 2003 fue condenado a diez años de cárcel por abuso sexual en perjuicio de su primera hija; a los siete recuperó la libertad por buena conducta y ayer volvió a ser detenido, acusado de violar a su hija más chica de apenas 3 años.
Los detalles del caso son aberrantes e incalificables. El sujeto mantenía bajo amenazas a su concubina y tuvo que interceder la abuela materna para que los hechos salieran a la luz.
“Si no hacés la denuncia vas a quedar presa junto con tu marido. Eso no se hace, es un pecado”, insistió la abuela ante las dudas de la madre de la víctima.
En consecuencia, en la víspera María (24) se presentó ante la comisaría de Campo Grande para radicar la denuncia contra su concubino. La mujer fue acompañada por su madre, Blanca (43), quien también aportó datos estremecedores sobre la actitud del sospechoso y dio cuenta del relato de la pequeña.
Asimismo, declaró que días atrás se encontraba de visita en casa de su hija y escuchó que al observar el certificado médico donde se plasmó la lesión genital, el apuntado se jactó del hecho.
Precisamente, la denuncia fue respaldada con el certificado emitido por un médico local.
Graves lesiones
Ante la gravedad de la acusación, inmediatamente el Juzgado de Instrucción Uno de Oberá ordenó la detención del sospechoso bajo los cargos de abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo.
Fuentes del caso anticiparon que de confirmarse los hechos la Justicia tendrá en cuenta su condición de reincidente por el mismo delito, lo que incrementará la pena impuesta.
En tanto, en horas de la tarde la víctima fue trasladada a Oberá para la correspondiente atención y exámenes a cargo del Gabinete de Asistencia Forense (GAF).
Las primeras sospechas surgieron la semana pasada, cuando la pequeña presentó un cuadro de resfrío con temperatura. La consulta inicial se realizó el martes 12 en la Unidad Sanitaria local, pero la criatura no mejoraba y volvió a ser atendida el viernes 15, ocasión en que la revisó el pediatra José Luis Ramírez.
La intervención del profesional resultó clave, puesto que la revisó y constató lesiones en sus partes íntimas, por lo que diagnosticó “abuso, patología vulvar” y solicitó en forma “urgente una interconsulta ginecológica en el hospital Samic” de Oberá, tal como consta en el certificado médico.
El cuadro era tan grave que fue necesario el suministro de antibióticos y analgésicos, además de una pomada.
Según la madre, ese mismo día viajó al hospital de Oberá pero no la quisieron atender porque no había radicada la correspondiente denuncia por abuso. De regreso en Campo Grande y a instancias de la abuela materna, finalmente la progenitora se aceró a la comisaría.
Reincidente
Según averiguó este medio, el sujeto detenido se dedicaba a la fabricación de torres para una casa de materiales de construcción de Campo Grande, localidad en la que se instaló tras recuperar la libertad en 2010.
Con el tiempo, Walter Fernando S. conoció a su concubina -21 años menor- y se instalaron en el barrio ex ruta nacional 14 de la misma ciudad. Además de la niña de 3 años, la pareja tiene un varón de un año y medio.
En sede policial, la joven manifestó que su concubino le contó que estuvo preso en la Unidad Penal II, pero le habría dicho que fue por robo, no por abuso en perjuicio de su primera hija.
Al respecto, fuentes del caso precisaron que en 2003 el mismo sujeto fue condenado a diez años de cárcel por abuso sexual a su hija mayor, quien actualmente tiene 24 años y reside en Oberá.
Aquel hecho se registró en la localidad de Dos de Mayo, donde residían, mientras que su hija tenía seis años. Los abusos habrían comenzado años antes, lo que coincide con la edad de la víctima del segundo caso.
Tras aquella denuncia, el depravado fue condenado y cumplió siete años de cárcel. En 2010, a instancias del Tribunal Penal Uno, recuperó la libertad por “buena conducta”.
Así, se mudó a Campo Grande y tuvo una segunda oportunidad de vida con una nueva familia. Al menos eso decía, hasta que reincidió en el peor de los delitos.
Recién el lunes la abuela materna tomó conocimiento del diagnóstico médico de su nieta, ante lo cual se acercó al domicilio para charlar con la criatura, oportunidad en que el acusado se habría jactado de su proceder, testificó. Luego revisó a la pequeña y ella misma notó las lesiones. Por ello, le preguntó qué le había pasado y la nena le contó qué le hacía su padre. Fue así que terminó de convencer a su hija para que radique la denuncia, ya que la mujer habría estado bajo continuas amenazas. En consecuencia, cuando su concubino salió a trabajar, ayer tomó coraje y se acercó hasta la comisaría de Campo Grande para denunciar el hecho.
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