La tranquilidad de Porto Xavier, localidad limítrofe con San Javier, se vio abruptamente interrumpida ayer por el asalto a una sede del Banco Do Brasil que funciona en la localidad. Un grupo comando de cinco personas, con diferentes armas largas y capuchas, se llevó una cantidad importante de dinero y huyó a los tiros contra las autoridades policiales locales sembrando el temor y la conmoción de los habitantes locales.
En el hecho, por el cual al cierre de esta edición no había detenidos según confirmaron las autoridades locales, estuvieron involucrados cuatro misioneros, – un posadeño y tres obereños- quienes fueron testigos directos de la balacera e incluso tres de ellos fueron tomados como rehenes. Por fortuna, tanto ellos como los moradores brasileños, resultaron ilesos.
De acuerdo a la información vertida por medios del vecino país y testimonios recolectados por El Territorio, alrededor de las 14.30 el grupo de asaltantes encapuchados descendió de un automóvil Fiat Palio color negro y rápidamente dispusieron que las personas que pasaban por allí formaran una fila para poder ingresar a los tiros a la entidad bancaria.
Usados como escudo humano
Entre ese hilera, que hizo las veces de escudo humano justamente estuvieron tres obereños, identificados por fuentes de este medio como María (71), Algons (81) -ambos jubilados- y Jorge (25). La pareja pasa muy seguido a Brasil -ayer lo hicieron en la primera balsa de la tarde- y se moviliza en un furgón celeste Volkswagen que no tiene las puertas traseras.
Incluso debido a esas características su rodado fue señalado en primera instancia como el vehículo en el cual se movilizaban los delincuentes. Después eso fue descartado por los investigadores, que hallaron dentro de ese móvil una bolsa con dinero abandonada por los delincuentes y una bomba molotov.
El golpe y el escape
Acerca de la secuencia del asalto, los malvivientes derribaron la puerta principal con una barreta y en pocos minutos se llevaron el efectivo que pudieron y a cuatro rehenes como garantía: el gerente del banco, el tesorero, un empleado y un cliente.
Una vez que se aseguraron el botín, huyeron rápidamente en el Palio y en un Renault Sandero color rojo que que le robaron a una mujer. Y cuando se sintieron seguros soltaron a los rehenes en el camino viejo que va hacia la localidad de Porto Lucena, según manifestó la policía brasileña confirmando que no hubo heridos.
Una de las víctimas contó que después de liberarlos, los criminales siguieron camino en el Sandero y refirió además que todos tenían acento catarinense, que los reconoció por haber vivido mucho tiempo en Santa Catarina. Contó que no tenían mucha experiencia porque uno de ellos casi mató al compañero al escaparse un disparo cuando estaban circulando a bordo de los coches.
Las autoridades brasileñas pidieron la colaboración de la Policía de Misiones para custodiar la frontera, existiendo la posibilidad de que los maleantes decidan cruzar el río Uruguay, lo que hasta el cierre de esta edición no habría ocurrido, informaron fuentes de la fuerza provincial.
Ayer circuló una foto de un delincuente abatido, pero los efectivos locales expresaron que nada tiene que ver con el caso, sino que se trata de un delincuente asesinado en San Pablo. Por otro lado, más allá de las balas disparadas, tampoco trascendió la cantidad exacta de plata que llevaron, pero el cálculo extraoficial refiere a casi dos millones de reales.
El Sandero fue encontrado horas más tarde abandonado y con rastros de sangre, por lo que en un principio se cree que los delincuentes siguieron su camino a pie. En el lugar dejaron una caja con parte del botín sustraído.
Posadeño
Más allá de los obereños que vivieron en primera persona el accionar de los delincuentes, un ciudadano posadeño que estaba en el lugar para hacer una transacción bancaria en la sede asaltada fue testigo de toda la secuencia e incluso el autor de varios videos que ayer se volvieron virales en la víspera. Este misionero estuvo a unos 50 metros de verse involucrado directamente en el asalto.
El hombre, que prefirió reservar su identidad, estaba caminando por la calle principal del pueblo – la misma inicia en la aduana local y es paralela a la del banco – y escuchó tres disparos, aunque lo relacionó con un festejo de los brasileños. Antes de ganar la calle del banco, incluso, se topó con personas que volvían corriendo del lugar.
“Faltando unos 50 metros veo el banco y ya veo unos hombres encapuchados y algunos tenían un gorro grande, tipo del Ejército”, agregó el hombre. El posadeño recordó cómo los obereños fueron tomados como rehenes y aseguró: “Me quedo duro, no sabía qué hacer, miro para el costado y había dos tipo policías, un hombre y una mujer, que se escondieron atrás del auto, estaban bien enfrente a mí”.
Los dos efectivos tenían armas, pero no podían disparar por la presencia del escudo humano de los efectivos. “Se ve que los chorros tenían una escopeta, porque se escuchaba los perdigones que golpeaban por todos lados. Apoyaban las armas en los hombros – de los rehenes – y disparaban”, describió el entrevistado, aún no pudieron creer lo vivido.
Fueron cerca de cuatro minutos de tiros, dijo el testigo, hasta que se metió en un local comercial para refugiarse. De todas formas, el posadeño logró meterse en un garaje y desde ahí filmar la secuencia cuando los cinco delincuentes huyeron en los vehículos.
“Por suerte no mataron a nadie ni hirieron a nadie, fueron sólo daños materiales nomás, pero es feo ver eso, todos encapuchados con gorras tipo ejército. A cada ratito disparaban ellos. Yo me acerqué después y los que trabajaban en el banco salieron llorando, habrá sido un muy feo momento para ellos”, añadió el misionero. Le pareció raro que no había Policía Militar, pero los lugareños dijeron que hay sólo tres efectivos en la localidad.
Por otro lado, los obereños involucrados fueron asistidos y contenidos por efectivos de la Policía de Misiones, que cruzaron a Brasil una vez que conocieron el hecho. Los ancianos y el joven ya estaban ayer a la noche en sus casas. Se supo que Jorge, una vez que llegó, fue a misa a agradecer por su vida.
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