Cuando la división Trata de Personas de la Policía Federal detuvo a R.O el domingo al mediodía en la entrada del country Ayres del Pilar, el empresario de 77 años les contó a los uniformados que lo esposaban que fue durante años un pilar de su municipio, les relató cómo había donado materiales a las comisarías de su zona para que las refaccionen. Su nombre fue sinónimo de autos cero kilómetro en Pilar, con una prestigiosa concesionaria que tiene la licencia oficial de una de las automotrices más reconocidas del mundo y dos empresas a su nombre.
Su concesionaria, con un nombre compuesto de las iniciales de los tres hijos del empresario y con más de 30 años en el negocio, era una constante como sponsor en los eventos de automovilismo a lo largo de los circuitos del país. R.O, jubilado en los papeles, se lamentaba ante los policías por no haber llegado a la carrera de la jornada, la final de la categoría Turismo Nacional en el autódromo Fangio de Rosario: su avión privado se descompuso y no pudo volar. Se lo llevaron, pasó la noche en una celda de la dependencia de la Federal en la calle Madariaga, Villa Lugano.
Un poco antes, la Federal llegaba al Fangio en Rosario. En el playón de carpas tipo gazebo y motor homes del lugar arrestaron a K.L, 44 años, oriunda de La Tablada, cabeza de una “agencia de publicidad”, según sus propias redes sociales, su servicio de contratación de promotoras. También se llevaron a su chofer, Fabián, un hombre de 53 años, con domicilio en Avellaneda. K.L estaba, básicamente, rodeada de sus promotoras, muchas tenían el nombre de su agencia bordado en las faldas de sus vestidos cortos.
Otras, la mayoría, tenían el nombre de la concesionaria de R.O en las calzas y los paraguas.
Cuando terminó la jornada, 15 promotoras declararon con las psicólogas y especialistas del Programa Nacional de Rescate. R.O, K.L y Fabián tuvieron sus teléfonos intervenidos durante meses en una causa a cargo del juez Rodolfo Canicoba Corral con la Secretaría Nº12 de su juzgado, el fiscal federal Franco Picardi y la PROTEX, el ala de la Procuración dedicada a investigar delitos de trata de personas con los fiscales Marcelo Colombo y Alejandra Mangano.
Al menos dos denuncias anónimas que datan de mediados del año pasado, con una que correspondía a alguien que supuestamente trabajó para ellos, los delataron y dispararon la causa en su contra en Comodoro Py. Lo que las escuchas revelaron fue sorprendente: lo que, para la Justicia, puede ser la red insignia de prostitución VIP en los boxes del automovilismo argentino. K.L está acusada de ser la madama de la organización, R.O su financista.
Todos hablan con todos: K.L con R.O, R.O con Fabián, que además de chofer era un suplente de la presunta madama, iba en su nombre a eventos en los que ella no podía estar. Las escuchas, por otra parte, revelan mucho más que vínculos: hablan de apetitos y amenazas, de “favores sexuales”.
Las escuchas claramente determinan cómo K.L regenteaba a las promotoras -algunas en su plantel eran prostituidas, algunas no-, de cómo las captaba y ofrecía “trabajo”. R.O se habría encargado de financiar, por ejemplo, traslados de las mujeres, todavía no hay elementos en la causa hasta ahora que permitan inferir que el empresario se llevó dinero del ejercicio de la prostitución. Pedía, infieren los investigadores del caso, otras cosas.
K.L fue escuchada mientras hablaba de trabajo sexual con al menos cuatro mujeres. A dos de ellas las amenazó explícitamente. “Volteate al viejo y no me jodas más”, le dijo a una. “Volteate al viejo”, le repitió a otra: “Si no te volteas al viejo no vengas más». K.L se tornaba agresiva, levantaba la voz para disciplinar a las promotoras. “No me rompas las pelotas”, gritó una vez.
Fuentes con acceso al expediente incluso aseguran que el empresario mantendría encuentros regulares, una vez por semana, que supuestamente pasaba a buscar a las mujeres por el cruce de San Martín y General Paz. Las promotoras sometidas tenían un nombre en código, “autitos”. Fabián y R.O, por ejemplo, fueron escuchados hablando entre ellos sobre “lo bien que estuvo» un “autito”, sin mayores precisiones.
Cuando la división Trata de Personas de la Policía Federal detuvo a R.O el domingo al mediodía en la entrada del country Ayres del Pilar, el empresario de 77 años les contó a los uniformados que lo esposaban que fue durante años un pilar de su municipio, les relató cómo había donado materiales a las comisarías de su zona para que las refaccionen. Su nombre fue sinónimo de autos cero kilómetro en Pilar, con una prestigiosa concesionaria que tiene la licencia oficial de una de las automotrices más reconocidas del mundo y dos empresas a su nombre.
Su concesionaria, con un nombre compuesto de las iniciales de los tres hijos del empresario y con más de 30 años en el negocio, era una constante como sponsor en los eventos de automovilismo a lo largo de los circuitos del país. R.O, jubilado en los papeles, se lamentaba ante los policías por no haber llegado a la carrera de la jornada, la final de la categoría Turismo Nacional en el autódromo Fangio de Rosario: su avión privado se descompuso y no pudo volar. Se lo llevaron, pasó la noche en una celda de la dependencia de la Federal en la calle Madariaga, Villa Lugano.
Un poco antes, la Federal llegaba al Fangio en Rosario. En el playón de carpas tipo gazebo y motor homes del lugar arrestaron a K.L, 44 años, oriunda de La Tablada, cabeza de una “agencia de publicidad”, según sus propias redes sociales, su servicio de contratación de promotoras. También se llevaron a su chofer, Fabián, un hombre de 53 años, con domicilio en Avellaneda. K.L estaba, básicamente, rodeada de sus promotoras, muchas tenían el nombre de su agencia bordado en las faldas de sus vestidos cortos.
Otras, la mayoría, tenían el nombre de la concesionaria de R.O en las calzas y los paraguas.
Cuando terminó la jornada, 15 promotoras declararon con las psicólogas y especialistas del Programa Nacional de Rescate. R.O, K.L y Fabián tuvieron sus teléfonos intervenidos durante meses en una causa a cargo del juez Rodolfo Canicoba Corral con la Secretaría Nº12 de su juzgado, el fiscal federal Franco Picardi y la PROTEX, el ala de la Procuración dedicada a investigar delitos de trata de personas con los fiscales Marcelo Colombo y Alejandra Mangano.
Al menos dos denuncias anónimas que datan de mediados del año pasado, con una que correspondía a alguien que supuestamente trabajó para ellos, los delataron y dispararon la causa en su contra en Comodoro Py. Lo que las escuchas revelaron fue sorprendente: lo que, para la Justicia, puede ser la red insignia de prostitución VIP en los boxes del automovilismo argentino. K.L está acusada de ser la madama de la organización, R.O su financista.
Todos hablan con todos: K.L con R.O, R.O con Fabián, que además de chofer era un suplente de la presunta madama, iba en su nombre a eventos en los que ella no podía estar. Las escuchas, por otra parte, revelan mucho más que vínculos: hablan de apetitos y amenazas, de “favores sexuales”.
Las escuchas claramente determinan cómo K.L regenteaba a las promotoras -algunas en su plantel eran prostituidas, algunas no-, de cómo las captaba y ofrecía “trabajo”. R.O se habría encargado de financiar, por ejemplo, traslados de las mujeres, todavía no hay elementos en la causa hasta ahora que permitan inferir que el empresario se llevó dinero del ejercicio de la prostitución. Pedía, infieren los investigadores del caso, otras cosas.
K.L fue escuchada mientras hablaba de trabajo sexual con al menos cuatro mujeres. A dos de ellas las amenazó explícitamente. “Volteate al viejo y no me jodas más”, le dijo a una. “Volteate al viejo”, le repitió a otra: “Si no te volteas al viejo no vengas más». K.L se tornaba agresiva, levantaba la voz para disciplinar a las promotoras. “No me rompas las pelotas”, gritó una vez.
Fuentes con acceso al expediente incluso aseguran que el empresario mantendría encuentros regulares, una vez por semana, que supuestamente pasaba a buscar a las mujeres por el cruce de San Martín y General Paz. Las promotoras sometidas tenían un nombre en código, “autitos”. Fabián y R.O, por ejemplo, fueron escuchados hablando entre ellos sobre “lo bien que estuvo» un “autito”, sin mayores precisiones.