La declaración como arrepentido efectuada por un joven oficial de Gendarmería Nacional Argentina (GNA) que prestaba servicio bajo la órbita del Escuadrón 9 Oberá parece haber activado una bomba que amenaza con poner al descubierto algunas prácticas irregulares que estarían arraigadas en la fuerza.
El subalférez Matías M. (23) está imputado por “almacenamiento de estupefacientes, falsedad ideológica e incumplimiento de los deberes de funcionario público”, por lo que afronta una pena de hasta 15 años de cárcel.
Fue detenido el pasado 2 de abril por orden el Juzgado Federal de Oberá, a partir de unas escuchas telefónicas ordenadas en el marco de una investigación iniciada por la jueza Federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, quien seguía los pasos de una organización a gran escala que movía marihuana desde Misiones.
Fue así que los pesquisas de la Policía Federal, escuchando las conversaciones de un sospechoso de la localidad de El Soberbio, detectaron al subalférez organizando una transacción por droga para “dibujar” un operativo. También quedó implicado un subalterno.
Al otro día de la citada escucha, el 17 de septiembre del año pasado, una patrulla de la Sección El Soberbio del Escuadrón 9 Oberá procedió al secuestro de una mochila conteniendo 4,292 kilos de marihuana. No hubo detenidos.
Se comprobó que fue un procedimiento armado y sentó las bases para imputación que pesa sobre Matías M., actualmente con prisión domiciliaria.
En tanto, el 27 de septiembre último, el oficial prestó declaración como arrepentido y aseguró que seguía expresas directivas del propio jefe del Escuadrón 9 Oberá.
Implicó al jefe
Desde un primer momento el subalférez insistió en su inocencia y subrayó que cumplía órdenes de la superioridad. Incluso, citó que era presionado por el jefe para obtener resultados.
En la declaración como arrepentido brindó pormenores del modus operandi e implicó a altos mandos de la fuerza, por lo que su testimonio disparó la instrucción de una causa paralela que podría implicar a varios uniformados.
Si bien los detalles de la declaración se mantienen en reserva, el joven oficial aseguró que para Gendarmería es un procedimiento común adquirir estupefacientes para “inflar” estadísticas, transacción que en muchas ocasiones se pagaría con cigarrillos de contrabando incautados.
También se tenderían lazos con narcos para obtener información que podría derivar en operativos de gran envergadura.
“En su declaración como arrepentido detalló otros procedimientos que se efectuaron con el mismo modus operandi, y que también se pagó la información con cajas de cigarrillos que proporcionaba el jefe en caso de ser necesario. También existe una escucha donde el propio jefe del Escuadrón 9 pregunta si hay cigarrillos de sobra en el depósito porque necesitaba para pagar un procedimiento o un dato. Es decir que no se trató de un hecho aislado”, explicó una fuente del caso.
El oficial aseguró que “muchas veces se quema la mitad de lo incautado o sólo se saca una foto y después de lleva todo al Escuadrón para negociar por datos y procedimientos”.
Es más, citó que en algunas ocasiones desde la superioridad le solicitaron que envíe cerveza y hasta pollo decomisado.
“Todo lo que declaró fue con pruebas, tal como indica la ley del arrepentido, hechos donde fue partícipe. En este caso el hilo se cortó por lo más fino, pero la cadena de responsabilidades va hacia arriba y la Justicia está avanzando para deslindar las responsabilidades”, subrayaron.
Recusaron a la fiscal
Por otra parte, desde la defensa del subalférez presentaron una recusación con causa a la fiscal federal de Oberá, Viviana Alejandra Vallejos, al tiempo que solicitaron la intervención de otra fiscalía para garantizar la imparcialidad del proceso.
El pedido de apartamiento fue solicitado por el abogado Ricardo Tomás Skanata en base a la presunta amistad de la fiscal con el comandante principal Hugo Gualberto Santos, jefe del Escuadrón 9, quien podría tener relación con los hechos investigados.
Además, se indica que Vallejos ejerce como profesora del Centro Educativo de Perfeccionamiento Específico (Cepe) que funciona en la misma dependencia, por lo que percibiría un sueldo de GNA.
Incluso, afirmaron que el imputado tuvo que solicitar en cuatro ocasiones la posibilidad de testificar como arrepentido, ya que la fiscal le negaba dicha opción.
“Habiendo solicitado oportunamente la correspondiente denuncia y viendo frustrada su intención por la falta de interés de la agente fiscal en tomar su denuncia, la que directamente perjudica a su amigo, el comandante principal Hugo Gualberto Santos, y mancha el prestigio de la institución donde dicta sus clases como docente”, indica la recusación.
Presunta amistad
En otro punto se cita que el Código Procesal de la Nación establece como causal de apartamiento “si tuviera amistad íntima, o enemistad manifiesta con alguno de los interesados”, o si “hubiera actuado profesionalmente en favor o en contra de alguna de las partes involucradas”.
Según la defensa, la fiscal federal no sólo comparte el lugar de trabajo, sino que mantiene una amistad con el jefe del Escuadrón 9.
“Esto es así ya que la doctora Viviana Alejandra Vallejos dicta cursos de docente en el Cepe, carrera de posgrado de los subalférez de la institución, equivalente a un cuarto año, los que son impartidos luego de su egreso de la Escuela de Oficiales”, se precisa.
Asimismo, el escrito detalla que la fiscal es docente del Cepe desde el 2012 y dicta dos materias: Procedimientos Policiales y Policía de Seguridad y Judicial.
“En razón a su tarea específica de agente fiscal y de su asistencia al dictado de los cursos referidos, la misma mantiene una relación de estrecha amistad con el jefe del Escuadrón 9 Oberá de Gendarmería Nacional, comandante principal Hugo Gualberto Santos”.
En este contexto, a entender de la defensa del oficial, la fiscal federal de Oberá debería haberse “inhibido de oficio en autos”, puesto que “en los hechos ha obstaculizado el ejercicio del derecho de mi pupilo”.
La escucha telefónica que originó la investigación
La acusación contra el oficial Matías M. y un subalterno se basa en una escucha telefónica del 16 de septiembre del 2018, cuya transcripción se halla en fojas 125/126.
Aquí se reproduce íntegramente el diálogo entre el subalférez y el subalterno:
-Hola C., ¿cómo andás?
-Bien, bien (C.)
-¿Dónde andás? ¿En tu casa?
-Sí.
-Ahí me escribió C., viste, yo le mandé la conversación, él quiere darnos eso hoy ya ahí, porque donde él tiene el compinche no quiere guardarle más, viste.
-Mm.
-Y le dije para hacer mañana y me dijo ‘yo te doy hoy y mañana dame las dos cosas, no hay problema’, o sea las dos cajas. Yo le dije que yo no estaba, pero que podía mandar una persona de mi confianza a buscar, ahí me dijo ‘bueno, pero que sea de tu confianza’.
-¿Vos que decís? No te digo que vayas vos solo, pero con alguien.
-¿Y dónde va a meter eso (C.)?
-Y… es una mochila dijo, podés guardar inclusive en el altillo de la Sección, ahí nadie va a tocar y mañana dibujamos el procedimiento, pero no vayas solo.
-Hay que ver si dejan. ¿En la Sección?
-Y sí.
-¿Quién está de Guardia? A.
-Yo creo que… ¿que puede pasar? ¿Vos pensás que alguien va a entrar a la Sección, no sé?
-Por una noche que va a estar eso ahí, si no en algún vehículo de los que están en la Sección.
-Preguntale a A. qué dice.
-Pasa que yo no quiero hablar mucho por teléfono, boló.
-Bueno, ahora lo voy a ver a A.
– Preguntale y avisame, me dijo C. que le pase tu número así te dicen cómo hacen.
-Pero si vas a ir te recomiendo que vayas con el Vento y no vayas solo, viste.
-Ajá.
-La mejor forma es que él te deje en un lugar y vo’ agarrá y buscá y que ni esté él, que no te cruces con él. Pero bueno, hablá con A. y avisame, supuestamente son diez kilos, yo ya pensé cómo dibujar todo el procedimiento y todo mañana, ya sé qué vamos a decir.
-Bueno, dale, ahora te aviso…
FUENTE EL TERRITORIO
Por Daniel Villamea CorresponsalíaCorresponsalía Oberá