Un joven de 18 años fue asesinado de un tiro ayer a la madrugada en medio de un polémico procedimiento policial
y con una familia lanzando testimonios que contrastan severamente con la versión del hecho brindada inicialmente. Se trata del tercer homicidio que involucra a efectivos policiales de la provincia en poco más de tres meses.
El reciente episodio se produjo ayer, en la localidad de Apóstoles, y la víctima fue identificada como Luciano Daniel Villalba (18), quien residía junto a sus hermanos y a su madre en el precario asentamiento conocido como La Cantera, a unos tres kilómetros del casco urbano de dicha localidad.
Los cuatro uniformados más comprometidos en el hecho fueron detenidos preventivamente y la Justicia ordenó una batería de medidas y pericias para poder reconstruir en forma fehaciente lo ocurrido durante la madrugada, ya que las versiones desde ambos lados presentan aristas muy diferentes.
Según lo indicado inicialmente por la fuerza provincial mediante un comunicado de prensa, todo comenzó minutos después de la 00.05, cuando un joven de 22 años llamó a la Policía para denunciar que dos sospechosos a quienes identificó con nombre y apellido habían intentado sustraer una motocicleta de su casa en barrio Irigoyen.
El lugar que señala el hermano de la víctima es donde cayó desvanecido tras los impactos
Hasta allí se dirigió un móvil policial y se montó un operativo que se extendió hasta La Cantera y para avanzar hacia esa zona se pidió el refuerzo de otros dos patrulleros.
Una vez llegado al mencionado barrio se encontraron con un grupo de personas que a pedradas intentaron entorpecer el procedimiento y en medio de ello los uniformados visualizaron a Luciano portando “presumiblemente un arma de fuego” e incluso dijeron que alcanzaron a oír estruendos.
Fue por ello que tras detener a uno de los sospechosos, conocido como Chueco, y al verse superados en número, decidieron replegarse y realizar “disparos intimidatorios al suelo” -tal cual consigna el comunicado oficial-, hasta que horas después tomaron conocimiento de que uno de los involucrados en el desorden había llegado sin vida al hospital.
El panorama comenzaba a complicarse para los uniformados involucrados y ayer los familiares de la víctima brindaron un relato de hechos que contrasta en varios puntos con la versión inicial, por lo que todo apunta a un procedimiento con excesos de parte de algunos efectivos.
“Me levanté por los disparos”
Aída Noemí Piris (49), la madre del ahora detenido Ramón ‘Chueco’ Piris y del fallecido Luciano Villalba.
Rodeada por vecinos que la contenían, la mujer habló con este matutino y contó lo sucedido durante la madrugada.
Noemí narró que el miércoles a la noche uno de sus hijos de 17 años se había reunido en una plaza cercana al barrio con otros amigos de su edad hasta que tuvieron un conflicto con otros jóvenes que circulaban en moto y ese fue el desencadenante de todo lo sucedido.
Según contó la mujer, en esa instancia se produjo una gresca de la cual su hijo resultó herido con un corte en la boca y cuando volvió a su casa, la Policía estaba buscando a los implicados en el hecho, aunque negó rotundamente la versión del presunto intento de robo de un moto.
“Luciano, mi hijo, el que murió, no tenía nada que ver. Él estaba acá no más y salió a defender a sus hermanos. Y Chueco andaba por ahí borracho, él siempre toma y anda gritando. Entonces la Policía lo empezó a correr porque a él ya lo habían agarrado en 2015, ahí le habían quebrado la pierna a tiros”, dijo Noemí.
Fue en medio de toda esta situación que la mujer se despertó y salió a ver qué sucedía en el barrio. Y así lo recuerda: “Yo me levanté porque escuché dos tiros, le dije a la vecina que eso no eran cohetes, era muy tarde como para que los chicos del barrio estén tirando cohetes. Cuando yo salgo a buscar a Luciano, me choqué con tres policías que me dijeron que me vaya para adentro, pero no les hice caso, salí a mirar igual porque eran mis hijos los que estaban afuera. Eran unos 12 policías por ahí”.
Y continuó: “Luciano estaba de este lado juntando piedras atrás del tejido y de las plantas. Los policías acá invadieron y se chocaron con él. Yo le vuelvo a decir a Luciano que entre, que deje no más a su hermano porque ya lo tenían, pero él seguía tirando piedras para que no lleven preso a su hermano. Yo también me puse contra el cerco porque los policías tiraban a quemarropa”.
Noemí contó que estuvo varios minutos escondida detrás del precario cerco de su vecina, hasta que vio a Luciano caer y a los policías retirarse del lugar con su otro hijo detenido sobre el patrullero.
“Yo me pongo contra el cerquito de la vecina porque venían balas de la Policía de todos lados, si no me iban a pegar a mí también. Le vuelvo a pedir a Luciano que pare, que ya le habían llevado a Chueco. Ahí veo a Luciano que se agachaba despacito para agarrar más piedras, pero se ve que ya le habían dado. Ahí se tiró y ahí no más se murió, quedó durito en el pastito”, recordó Noemí, con el dolor de una madre que perdió a uno de sus hijos en brazos.
Lo que vino después en su testimonio fue desgarrador. La mujer contó que salió desesperadamente a pedirle a los mismos policías que la ayuden porque habían dado a su hijo, pero los uniformados continuaron su marcha sin detenerse.
“Yo les sigo a la camioneta, pero no por el Chueco, sino por que habían matado a mi otro hijo, no sé de dónde saqué fuerzas. Les pedí ayuda, pero se fueron, lo dejaron tirado como a un perro. Llamamos a la ambulancia pero no llegó, entonces le pedimos ayuda a un vecino que tiene auto y ahí lo llevamos al hospital, pero ya estaba muerto. Lo toqué y estaba muerto”, añadió.
La madre de la víctima narró que desde el hospital llamaron a la Policía en varias oportunidades, pero recién a las 3.30 un uniformado se presentó para interiorizarse en lo sucedido.
“Después los policías anoche -por la madrugada de ayer- querían que yo vaya a declarar, pero yo me retobé. Yo no quiero hablar con ellos y no lo voy a hacer. Y nos dijeron que cualquier cosa se llevaban al gurisito, a mi otro hijo. No les dejé tampoco, porque ni él ni yo sabemos leer ni escribir. Nos querían llevar a declarar y firmar un papel. No sé qué eran pero no quise y les saqué mi documento y el de mi hijo muerto”, expresó.
FUENTE EL TERRITORIO
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