El sujeto, una vez que establecía el contacto el acusado pedía que le envíen imágenes y videos desnudas.
Y después amenazó con publicarlas. Fue acusado por grooming, corrupción de menores, amenazas, coacción, distribución, tenencia y producción de imágenes de abuso sexual infantil.
VIEDMA, Río Negro. (Diarios y agencias). Un tribunal de Río Negro condenó a 35 años de prisión efectiva a un sujeto al que consideró autor penalmente responsable de la comisión de 23 hechos que constituyen los delitos de grooming, corrupción de menores, amenazas, coacción, distribución, tenencia y producción de imágenes de abuso sexual infantil.
La decisión, considerada histórica en los anales de la justicia argentina, fue adoptada en forma unánime por el tribunal integrado por los jueces Bernardo Campana, Romina Martini y Ricardo Calcagno.
La sentencia consideró como agravantes las particulares circunstancias en las que fueron cometidos los hechos, la magnitud de la violencia psicológica desplegada, la radical desigualdad de poder, la continuidad en el hostigamiento y el sometimiento de las víctimas a un permanente control.
El sujeto continuará bajo prisión preventiva hasta tanto quede firme la sentencia, situación que ocurrirá una vez que el caso llegue a la Corte Suprema.
Durante la última audiencia, que se realizó el miércoles 18, el fiscal Martín Govetto solicitó que el acusado cumpla 43 años de prisión y la defensa lo consideró “excesivo”.
En la misma línea el representante del hombre solicitó prisión domiciliaria, cuestión que fue contrapuesta con el planteo de “peligrosidad” y “necesidad de seguridad y resguardo para las víctimas” por parte de la Fiscalía.
Todos los delitos fueron cometidos en contra de jóvenes, niñas y adolescentes no sólo de Bariloche, sino de diferentes lugares de la Argentina y otros países. Las mismas habrían sido contactadas mediante mensajes a través de Whatsapp, Facebook e Instagram.
Una vez establecido el contacto el acusado requería que le envíen imágenes y videos desnudas, lo que efectivamente ocurrió, llegando a cuestionarlas. Para ello, además, las amenazaba con publicar las mismas en internet o contactar a sus padres para informarles de lo sucedido.