Nota Editorial Por Jorge Mielniczuk
Es la clasificación, mejor dicho, descalificación, con la que los sectores identificados con el macrismo definen a los votantes del Frente de Todos, conformado en su mayoría por sectores del peronismo, entre ellos, el Kirchnerismo.
Lo cierto es que un gran porcentaje de los ahora llamados cabeza de termo hace cuatro años habían votado al presidente Mauricio Macri, y en virtud del fracaso de su gobierno decidieron cambiar su voto en función a los resultados, por lo tanto, sería fácil de coincidir con que es un sector pensante y no fanatizado, más que unos cabezas de termo, como se los descalifica.
Con esta descalificación se pretende clasificar y etiquetar a los votantes al frente de todos como ignorantes, planeros, vividores, que no quieren trabajar y que tienen la culpa de ser pobres, cuando en realidad no todos tuvieron ni tienen las mismas posibilidades y muchos dependieron y dependen de situaciones económicas y culturales heredadas. En contrapartida, los sectores del macrismo, identificados con la derecha, se autocalifican como los sectores pensantes, inteligentes, progresistas, culturalmente superiores, trabajadores, cumplidores de todas las leyes, que nunca recibieron beneficios del Estado y son los verdaderos patriotas. Pero la realidad indica que ello no es verdad, muchos se beneficiaron de muy buena manera del Estado.
La historia nos habla de que siempre hubo pobres, y los seguirá habiendo lamentablemente, más allá de que se diga que es bíblico. Para muchos, la pobreza es una necesidad y que es aprovechada en forma descarada por aquellos sectores que se rasgan las vestiduras y se golpean el pecho cargado de broncas, pero sin ningún tipo de tapujos y vergüenzas se aprovechan de las necesidades de la gente pobre, ignorante y necesitada y que le produce rechazos, empleándolos como personal doméstico y en otras actividades, pagándoles mucho menos de lo que les corresponde legalmente, evadiendo, no solo las cargas sociales, sino las cargas impositivas, para luego criticar las jubilaciones sin aportes, cuando muchos hicieron su fortuna evadiendo cargas sociales e impuestos y en base a la explotación de los sectores más necesitados. El costo de las jubilaciones sin aportes es el costo que asume el Estado por el aporte no realizado por los sectores sociales más pudientes.
La pobreza crece, y es un problema mundial que afecta a todos, a algunos en mayor medida que a otros y por lo que, necesariamente, las políticas económicas deberían tender a una mejor distribución de los recursos económicos, buscando el necesario equilibrio entre los que tienen y obtienen inmensas cantidades de dinero y aquellos que solamente obtienen recursos para poder sobrevivir.
Algunos identifican a la pobreza como un problema cultural, que tiene argumentos válidos. Paralelamente, está en debate la concentración de la riqueza en pocas personas y empresas, por lo cual es fácil concluir que existe un gran desequilibrio, desproporcional e injusto. Si alguien gana desmesuradamente dinero en alguna actividad significa que en idéntica proporción hay alguien que está perdiendo.
Les cuesta admitir y asumir a quienes ostentan grandes riquezas, producto de enormes y desproporcionales ingresos, que son los que más deben aportar en materia impositiva. En definitiva, los sectores de mayores ingresos deberían asumir que la pobreza que critican, en parte es su responsabilidad y problema que deberán asumir más que descalificar, porque los “cabeza de termo” son la mayoría que se expresa libremente, no solo en las calles, sino que fundamentalmente en el voto.
El sindicalismo y la política de luto
“Donde hay un docente hay una esperanza”… una de las premisas de base con las cuales Stella Maris Leverberg desarrolló durante 20 años su actividad sindical, política y como persona. Marilú, como se la conocía cariñosamente, dejó una impronta sindical que fue reivindicada ampliamente, y que fue la del camino del diálogo, sabiendo que las decisiones en materia de educación son políticas y la acción sindical de la Agrupación ADOMIS, encabezada por Leverberg, fue la de ser parte de la discusión y decisión política en materia de educación, sin importar las críticas de sus detractores.
Una de las decisiones políticas del gobierno provincial, desde la conformación del Frente Renovador, fue la de poner en el tope de la agenda política y de gestión de gobierno a la educación y Marilú, junto a su agrupación, estuvieron en el armado de esa agenda educativa provincial y que es destacada como uno de los principales logros del actual gobierno y que no hubiera sido posible implementar y avanzar sin la comprometida participación sindical.
Recordaba el ex gobernador Hugo Passalacqua, desatacando la figura de Leverberg, como una rebelde y apasionada en la lucha en defensa de los derechos de los trabajadores docentes. Exigiendo, pero también proponiendo soluciones y luego, acompañando a que las metas se cumplan, como la de asegurar la cantidad de días de clases, el inicio y culminación de las mismas sin conflictos y paros docentes por varios años, siendo una de las cuestiones que se destacaron a nivel nacional.
La influencia política y sindical que ejercía Marilú le valía el respeto que la dirigencia política le tenía, incluso recordaba Passalacqua, que él como ex Ministro de Educación, y luego como gobernador, nunca realizó un anuncio de aumento salarial, y que, si lo hacía Leverberg, en su carácter de Secretaria General de la Unión de Docentes de la Provincia de Misiones (UDPM).
Leverberg, en todo este tiempo, dejó su impronta formando docentes y capacitándolos en la gestión sindical. El camino sindical que le queda al principal gremio docente seguramente no será fácil de transitar, pero estará en la inteligencia de los actuales y futuros dirigentes en desempeñarse sindicalmente honrando la memoria de Marilú, que siempre cerraba sus discursos con la mítica frase de Ernesto ‘Che’ Guevara: “Hasta la victoria, siempre”.