Por la Lic. Julieta Ponce MN 9660. Nutricionista del equipo de Crenyf.
La importancia de un adecuado nivel de actividad física se encuentra garantizada por un sinnúmero de estudios que muestran su relación con la salud. Se sabe que, practicada regularmente, es una parte importante de un estilo de vida saludable, generando beneficios que contribuyen al bienestar de las personas en los ámbitos físico, clínico, psíquico y social. El 6 de abril se celebra el “Día mundial de la actividad física”. Este año, nos toca memorarlo encerrados en casa, desde el balcón elongando o haciendo sentadillas, sumando pasos entre los pasillos y habitaciones de casa, subiendo y bajando de las sillas, usando mochilas o botellas de agua para ejercitar nuestros músculos, bailando o haciendo clases a través de miles de cuentas de Instagram que hoy están abriéndose al mundo, para que la actividad física, siga siendo parte de nuestras vidas ante una pandemia mundial.
Es incuestionable que la actividad física es beneficiosa para nuestra salud ya que aminora el riesgo de padecer hipertensión, diabetes tipo 2 y cardiopatías en conjunto con una alimentación saludable y equilibrada. También favorece el mantenimiento y disminución del peso corporal tanto en personas con normopeso como en pacientes con sobrepeso u obesidad, mejora la función cognitiva, y los síntomas de ansiedad y depresión. Según la 4ta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo publicada en el año 2019, la actividad física insuficiente es considerada como el cuarto factor de riesgo de mortalidad por enfermedades no transmisibles y se sabe que, a nivel mundial, más del 25% de los adultos no alcanza un nivel de actividad física suficiente, es decir que aproximadamente 1,4 mil millones de adultos están en riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles y de morir de manera prematura por esta causa.
Antes que nada, es importante que sepamos diferenciar algunos conceptos. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, la actividad física es “cualquier movimiento corporal producido por la musculatura esquelética que resulta en gasto energético” como por ejemplo, bañarse, comer, caminar, tocarse el pelo, limpiar la casa, cantar, trabajar, viajar en subte y también el deporte realizado por cada individuo. Entonces, cuando hablamos de actividad física nos referimos al movimiento del cuerpo en general, abarcando al deporte y al ejercicio físico. Este último es un subtipo de actividad física planificada y repetitiva. Podríamos decir que ir al gimnasio, ir a correr, realizar entrenamiento funcional o alguna rutina de ejercicios en casa, son diferentes formas de hacer ejercicio físico. Por otro lado, en el deporte, si bien es parte de la actividad física se introducen reglas de juego y límites espacio temporales que en la actividad física no, como por ejemplo jugar al hockey, rugby, fútbol, tenis, basket, etc.
A lo largo de los años, médicos, nutricionistas, profesores de educación física, entidades educativas y profesionales de la salud en general han hecho especial énfasis en promover la práctica regular, continuada y diaria de la actividad física, exhibiendo los beneficios de la misma. Esto se vio reflejado en la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) ya que la prevalencia de poca actividad física bajó de un 54,9% (2009) a un 44,2% (2018). Aunque esto es positivo, el número sigue siendo alto ya que casi la mitad de la población argentina, realiza poca actividad o no la suficiente. Cuando se indagó sobre los motivos que podían llevar a las personas a no realizar la cantidad suficiente de actividad física recomendada por los profesionales, el 40,3% declaró que la falta de tiempo era la principal barrera para moverse al menos 30 minutos por día. Este dato, hoy en día, resulta paradójico y hasta ilógico, pero es una de las principales excusas que los pacientes exponen ante la imposibilidad de realizar actividad física.
Lo cierto es que como nutricionista considero a la actividad física tan importante como mantener una buena alimentación. No existe alimentación que nos dé los beneficios de realizar actividad física diariamente, ni plan alimentario que funcione de la misma forma que si realizamos algo de actividad física. En cualquiera de los casos, la actividad física debe estar adaptada a las condiciones y posibilidades físicas de cada persona. Claramente, no va a ser la misma rutina que pueda realizar un paciente con obesidad, comparado con la de un deportista que quiera mejorar su composición corporal. Lo mismo aplica para aquellos con dolores o lesiones, pero moverse siempre es posible aunque las excusas sean más fáciles de encontrar. Podemos hacer una simple y lenta caminata, hasta andar en bici fija, correr, nadar, etc. Según el Ministerio de Salud basta con sumar a lo largo del día 30 minutos de actividad física de la forma que más te guste, todos los días.
Es moneda corriente escuchar entre los pacientes que el tiempo escasea porque trabajan muchas horas, tienen hijos que cuidar, cocinar para su familia, el estudio, las compras, que hace frio, que hace mucho calor o que llueve. Lo cierto es que estos días de pandemia y encierro forzado, nos han enseñado que aunque no tengamos elementos, tengamos poco tiempo y muchas cosas por hacer podemos movernos igual y que la mayor parte de las veces que no lo hacemos es porque hemos encontrado la excusa perfecta para quedarnos en casa, tirados en el sillón mirando un sinfín de series o bajando a la actividad física al último escalón de nuestras prioridades.
Hoy, con una pandemia que nos mantiene encerrados en casa, el tiempo sobra y la actividad física se vuelve fundamental para levantarnos el ánimo, para ocupar el tiempo y seguir sintiéndonos bien. Muchos de nosotros estamos buscando rincones de casa y elementos para movernos y ejercitar nuestro preciado tesoro que tanto estamos cuidando al quedarnos en casa: nuestro cuerpo. Ejercitándolo regularmente, mejoramos diferentes aspectos de nuestra salud ya que según el Ministerio de Salud, la práctica continuada y regular de la misma, reduce el estrés, mejora la salud de los huesos, conserva y mejora el equilibrio y la coordinación, aumenta la flexibilidad articular, ayuda a mantener la masa muscular que se pierde con la edad, mejora la función cardiorrespiratoria y muscular, contribuye al descenso de peso en conjunto de un plan de alimentación acorde, preserva las funciones mentales en el adulto mayor, disminuye los valores de colesterol LDL conocido como malo, mejorando el bueno o sea el HDL, mejora los valores de presión arterial y previene el desarrollo de enfermedades como diabetes, hipertensión, dislipemia, obesidad, osteoporosis, entre otras más.
Estos días son duros para los argentinos y para el mundo, pero en el marco de este Día Mundial de la Actividad Física, aunque lo pasemos aislados, tomemos conciencia para cuando podamos salir a aprovechar los beneficios que obtiene nuestro cuerpo al ejercitarlo. Ojalá que todos caminemos más gozando de los escenarios tan lindos que la naturaleza nos da, y en función del gran abanico de opciones que hay para todos los gustos, posibilidades y condiciones físicas encontremos la forma que más nos guste para mantenernos activos hoy y siempre. Estos días nos demuestran que aunque no tengamos elementos, ni un gimnasio cerca, tengamos poco o mucho tiempo, podemos movernos igual. Busquemos hoy, la excusa perfecta para movernos siempre.
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