La revalorización y la dimensión de la importancia de un Estado fuerte y presente quedó demostrado en esta pandemia provocada por el coronavirus, que hundió a la economía mundial en una recesión global, que algunos estiman la posibilidad de un colapso económico, y que exige la intervención del Estado con medidas fuertes a favor de los que menos tienen.
Desde los cuentapropistas, los changarines, el chipero, el personal doméstico, todos los que a diario se ganan el sustento mensual, pero también al pequeño y empresario y a otros no tan pequeños.
En el actual contexto económico mundial y del país, todo se hace más complicado por la pesada herencia macrista, de un fuerte endeudamiento externo, déficit comercial y social, en donde el presidente Alberto Fernández advirtió al Fondo Monetario Internacional (FMI), que no podrán pagar un solo peso de la deuda contraída por el ex presidente Mauricio Macri, hasta dentro de cinco años. En estos días, el mismo organismo de crédito, recomendó a los países pobres, que suspendan el pago de sus deudas, a sabiendas de que el capital financiero puede esperar sin inconvenientes para cobrar sus exorbitantes ganancias por el dinero prestado.
La presencia del Estado se vio en la presencia de los estados municipales, como en el caso del intendente Carlos Fernández, tomando medidas y llevando adelante acciones con el fin de frenar lo más que se pueda la llegada del temerario virus a Oberá. En esa presencia del Estado, se observa a los trabajadores de salud pública, a las fuerzas de seguridad y militares como parte de un Estado presente y no ausente, como se ve hoy día en Brasil, con su presidente Jair Bolsonaro, muy cuestionado por todos los sectores políticos y sociales, y que recuerdan que en Argentina, el gobierno de Cambiemos eliminó el Ministerio de Salud Pública, una de las herramientas fundamentales de los gobiernos, a través del cual se canaliza la presencia del Estado, y también es garantía de igualdad social.
Hoy toma valor la inversión que realizó el Estado provincial en el área de Salud Pública en la construcción de infraestructura hospitalaria y equipamiento en varias ciudades de la provincia, que permiten de alguna proyectar acciones preventivas y a futuro para atender un posible brote del temido virus.
Desde el ámbito provincial y municipal se han encaminado acciones de prevención, como los controles en los cuatro ingresos y egresos establecidos a la ciudad. Además, el municipio ha fabricado camas que serán ubicadas en el complejo deportivo durante este fin de semana, que podrán ser utilizadas si son sobrepasados el hospital y las clínicas y sanatorios privados. También desde el municipio se asiste con alimentos a los sectores más vulnerables y a aquellas personas que por efecto del parate económico por la cuarentena se ven afectados en sus ingresos diarios.
En estas circunstancias se alcanza a apreciar el enorme valor y la importancia que tiene un Estado fuerte para poder hacer frente a este tipo de contingencias, que algunos advierten que se prolongará por un tiempo más en el país y con consecuencias incalculables en materia de infectados y en materia económica. Se comienza a repetir y ver en las acciones solidarias, que, de esta pandemia nadie se salva solo y que dependemos de todos. Y lo fundamental es que cada uno haga lo que tiene que hacer, sin alarmarse y sin dejarse llevar por el pánico, ni la desinformación, sabiendo que debemos potenciar y revalorizar al Estado, que en definitiva, es el conjunto, formado y sostenido por el pueblo unido.
A un estornudo del cambio
En un abrir y cerrar de ojos, el mundo cambió de repente. La velocidad de los acontecimientos y de lo cotidiano sorpresivamente nos dejó de importar, y nos descubrimos encerrados y con la obligación de aislarnos socialmente, casualmente cuando más libertad tenemos y exigimos hasta el límite de las cosas. Pero todo se vuelve incierto, la vida, el trabajo, el futuro, la economía. En estas circunstancias, que esperamos que sean pasajeras, y que no sea más que una anécdota que contar, nos encontramos dándole más valor a la vida que a lo material y de repente nos volvimos un poco más humanos.
De un tiempo a esta parte, comenzaron a pesar en el mundo globalizado las desigualdades, ello por las presiones sociales, provenientes no solo del movimiento de los indignados, sino también por la mayoría de las clases sociales. La aparición de un temido virus nos pone en un plano de igualdad ante la posibilidad del contagio y una probable muerte inesperada. Mientras se vive aislado socialmente sin poder ver a familiares y amigos más cercanos, sin poder hacer uso de nuestros bienes materiales, pero fundamentalmente, de nuestra libertad, estamos encerrados por el miedo al contagio y está bien que así lo sea.
En estos días, la fragilidad de la vida se ha puesto de manifiesto, los infectados y muertos en los países del primer mundo se cuentan de a montones y nadie sabe con certeza cuando culminará la pandemia y quienes se podrán ver afectados y quienes no. Una vez más la tragedia de la muerte nos acerca a lo humano, y al parecer a muchos esto le comienza a molestar. Un ejemplo es lo que ocurre en Brasil, con el presidente Jair Bolsonaro, quien minimizó la pandemia y hoy la pandemia en dicho país preocupa y mucho. Provocando que se desatara un conflicto político de grandes dimensiones, en donde la mayoría de los gobernadores se declararon en rebeldía a las decisiones tomadas por el presidente Bolsonaro, quien prefirió resguardar la económica a costa de la salud del pueblo brasileño.
Se comienza a privilegiar lo humano por sobre lo material, se reclama un Estado fuerte, presente y ordenador de la acción de atención de la salud y la prevención de la propagación del virus. Mientras el capitalismo mira también asustado como los mercados bursátiles se desploman ante cada estornudo, siendo su principal temor que el mundo global que no tiene un líder y una conducción uniforme, a partir de esta pandemia se unifique en privilegiar y atender lo humano por sobre los intereses del capital y la concentración de la riqueza.