Desde la Organización Mundial de la Salud lo desaconsejan en zonas donde no hay circulación (como la de Misiones, por ejemplo), así también lo hace la Sociedad Argentina de Infectologia, el Ministerio de Salud de la Nación, el respectivo provincial y el Área de Infectología del Hospital SAMIC. En todos los niveles lo desaconsejan como método de prevención.
La indicación de usar barbijo es solo para las personas que están atendiendo o cerca de casos sospechosos. Estos sirven para evitar que una persona con coronavirus elimine la saliva que pueda estar infectada, pero no para frenar la entrada del virus, porque este también puede ingresar por los ojos o por tocar la superficie donde alguien haya estornudado.
Dan una sensación de falsa seguridad, por eso no son recomendables para que la población general los utilice al circular por la calle. Hay muy pocas evidencias de los beneficios que puedan aportar en relación a prevención en situaciones de contacto casual. Los barbijos son útiles para las personas que ya están enfermas, así protegen al resto.
Para evitar el contagio, lo fundamental es lavarse las manos, frenar la tos con el pliegue del codo o con un pañuelo y limpiar la superficie de los lugares . Hay especulación y falta de información con respecto al tema del contagio. Quienes realmente lo necesitan (profesionales de la medicina, de la seguridad) no lo consiguen o se ven condenados a pagar un precio injusto.
Es importante erradicar la versión de que los barbijos previenen el contagio de la enfermedad en el caso de la gente común. Si se trata de un caso aislado y el virus no está circulando libremente en la comunidad, no es necesario su uso, a menos que haya indicación médica.
Y de los guantes ni hablar, el virus no discrimina látex o piel, y al usarlos acumulamos bacterias innecesarias y en esa falsa sensación de seguridad no nos lavamos las manos, ni usamos alcohol en gel. Tremendamente desaconsejable.