Aplauden a los médicos y trabajadores de la salud, por otro lado, los amenazan en los lugares en donde viven. Se compraron todo el alcohol en gel y barbijos sin importarle las demás personas.
Compraron sin receta ni prescripción médica toda Hidroxicloroquina existente, por las dudas, y porque salió la información que podría ser la cura del coronavirus, dejando sin el medicamento a otros que sí tienen patologías de tratamiento con el medicamento en cuestión. Es la muestra real de la falsa solidaridad y la siempre doble moralidad.
En medio de esta sucesión de hechos, el gobierno nacional que fija precios máximos, y uno de sus funcionarios, a quien echaron del gobierno, compra mercaderías por sobre el precio de mercado. Todos cuestionan al gobierno, acusándolo de corrupción, que está bien que se lo cuestione. Y el empresario que le vendió la mercadería a un precio superior al valor de mercado, que es el victimario o cómplice del acto comercial, al parecer no es parte de la historia. Claro, es un empresario limpio de culpas y cargos, no un político. Pero es una estafa al Estado, es decir, a todos los contribuyentes.
Todos reclamaban por los pequeños monotributistas, a aquellos que el aislamiento social les perjudicó en sus ingresos. El gobierno decide otorgarles a las primeras categorías un subsidio para paliar la difícil situación de estas personas. A pesar de no haberse comenzado a pagar a los monotibutistas comenzaron a circular supuestos videos en donde cobraban paraguayos, jóvenes que decían que compararían drogas y bebidas alcohólicas. Con el claro propósito de desvirtuar la poca ayuda del Estado a los sufridos cuentapropistas, con la intención de dañar al Estado están perjudicando a los que realmente lo necesitan. ¿Hay avivados? Seguramente que sí, lamentablemente.
Tuvieron y tienen empleados y personal doméstico sin aportes y pagándoles sueldos por fuera de los convenios, y critican el subsidio.
Se cuestionó el aglomeramiento por el pago a los jubilados, más allá de que fue desordenado y un despropósito, nadie se preguntó qué hacían los familiares de las personas mayores y porque no les ayudaban en los trámites y cobros de la jubilaciones y pensiones. También critican a los que cobran jubilaciones sin aportes, y muchos de los grandes cuestionadores son los que tuvieron y tienen empleados y personal doméstico sin aportes y pagándoles sueldos muy inferiores a los estipulados en los convenios colectivos de trabajo. Y si tienen un problema de salud, la respuesta es que para eso está el hospital, luego critican a los que se atienden en Salud Pública y todos los beneficios que tienen del Estado con el pago de sus impuestos, pero evadiendo la parte previsional; y el Estado, es decir todos, asumiendo la responsabilidad de los evasores, quienes, dueños de una moral que no la tienen, cuestionan lo que ellos generan y no se hacen cargo.
Y es parte de la doble moralidad también querer justificar la responsabilidad del ministro Daniel Arroyo, con el ex ministro de energía Juan Aranguren, por la compra de gas a Chile con un enorme sobre precio y beneficiando a sus “ex socios” en una cifra multimillonaria. Los más enérgicos críticos del asistencialismo vieron la oportunidad de transformarse en defensores de los pobres a los que es dirigida la ayuda social, cuando se la pasan criticando, cuestionando y denigrando a los que reciben las ayudas sociales, culpándoles de la pobreza con la que cargan y cuando no diciendo que: el problema de la pobreza en Argentina la resuelven con 500 ladrillos y un fusil.
Hoy tanto médicos como trabajadores de la salud, ante las amenazas que reciben de sus vecinos, están sorprendidos por la falsa solidaridad y doble moral de sectores de la sociedad argentina, que la vienen padeciendo otros sectores de la sociedad, en particular, los de menores recursos, que dependen de la asistencia del Estado, y por desidias ajenas.