La ambientóloga Victoria Martínez de Zorzi puso énfasis en la necesidad de “mantener ecosistemas ricos” y con sus especies conservadas, porque “sólo así se logra controlar la propagación de las enfermedades”.
Ni a causa de una sopa de murciélago ni la teoría conspirativa acerca de que el COVID-19 fue desarrollado como “arma” en un laboratorio. Para encontrar una respuesta a la cuestión del coronavirus, y a las pandemias en general, la licenciada Victoria Martínez de Zorzi (actual becaria doctoral del CONICET en el Instituto de Biología Subtropical de Puerto Iguazú) señaló que “la aparición de una pandemia tiene una estrecha relación con el cambio climático y la pérdida de especies”.
En ese sentido, “para dar una respuesta a largo plazo, hay que pensar seriamente en el factor ambiental e incorporar políticas en paralelo a las medidas de salud que se están tomando”, advirtió.
En el marco del Día Internacional de la Diversidad Biológica, Martínez de Zorzi echó luz sobre distintas cuestiones y pidió una necesaria revisión de la agenda política respecto a la problemática ambiental puntual.
Una pandemia es consecuencia de la destrucción masiva del hábitat y de la biodiversidad. Los ecosistemas naturales son reservorios de múltiples especies y de redes tróficas, cada especie interactúa generando mecanismos de control. Por ejemplo, si en una red trófica se pierde el depredador va a existir un impacto inmediato y esto se va a notar en una disminución y pérdida del mundo verde. A saber: las pérdidas de las especies vienen acompañadas de más pandemias”, explicó.
De acuerdo a lo que desprendió de la charla con Martínez de Zorzi, las especies son un reservorio de amortiguación frente a nuevas enfermedades.
“En estos reservorios está la carga de especies que a su vez diluyen la carga viral entre huéspedes. La diversidad genética de individuos de la misma especie amortigua la introducción de nuevas enfermedades”, remarcó.
“Ambientes fragmentados”
La fragmentación del hábitat genera un incremento de la superficie de contacto entre los humanos y la fauna silvestre, por lo tanto se desarrollan condiciones para ser más susceptibles a la transmisión de enfermedades tanto desde la fauna silvestre a los animales domésticos (y por ende a los humanos) y viceversa.
“La raíz del problema de las pandemias y enfermedades viene por ese lado. Como sociedad deberíamos comenzar a cuestionarnos qué medidas estamos tomando frente a esto, porque en realidad no hay ninguna política ambiental que ya se esté poniendo en marcha junto con las políticas de salud”, reclamó la ambientóloga.
“Es sumamente necesario que se refleje urgente una política que haga foco en la importancia de la conservación de los ecosistemas naturales. Manteniendo ecosistemas ricos, con todas sus especies en relación, se logra mitigar la propagación de enfermedades”, insistió.
Precisamente, antes de la cuarentena, Victoria Martínez de Zorzi se encontraba realizando un estudio de conservación de primates en el Nordeste de la provincia, relevando las poblaciones de los monos caí (Sapajus nigritus) como también llevando a cabo estudios genéticos en ambientes continuos y fragmentados.
Tras la aparición del COVID-19, se propuso hacer una mayor divulgación acerca de los ambientes fragmentados, sus efectos en las tramas ambientales y el reto a futuro para evitar la aparición de nuevas enfermedades.
“Se van a suceder distintas y peores pandemias”
“Las pandemias son producto del desprecio que el hombre tiene con la naturaleza desde hace un montón de tiempo. Ello tiene que ver con esa cuestión de que el hombre se sitúa por fuera de la naturaleza y no se ve como parte de una unidad. La realidad es que formamos parte de un socio-ecosistema interconectado con múltiples redes”.
“Ante la aparición de la enfermedad se busca ahora desarrollar la vacuna, pero, ¿qué tan preparados vamos a estar para enfrentarnos a una próxima pandemia?”, se preguntó.
Si seguimos como estamos, destruyendo los hábitats que nos proveen estos servicios de control de enfermedades, si no atacamos ahí para poner fin, nada tiene sentido. Se van a suceder distintas y peores (pandemias), con un nivel de incertidumbre que no se puede predecir”, advirtió.
Ejemplificó que “el Parque Nacional Iguazú protege miles de hectáreas del Bosque Atlántico, sin embargo, fuera de su jurisdicción, vemos que existe un avance de la agricultura y las plantaciones forestales sobre el bosque y se están perdiendo hectáreas de monte. Se empieza a fragmentar el ecosistema natural e irrumpen enfermedades porque todo se vuelve más vulnerable”, lamentó.
“Esta pandemia nos vino a mostrar que como sociedad no estamos preparados para poder afrontarla y no vamos a estar preparados para los futuros desafíos que vengan si no ponemos foco en preservar los ecosistemas, los controladores y moduladores climáticos”, aseguró.
“Es una cuestión bien filosófica: no somos conscientes de la situación y no podemos ver lo que acarrea, (por eso) no podemos ser conscientes”, reflexionó para finalizar.
Diversidad biológica
Cada 22 de mayo se celebra el Día Mundial de la Biodiversidad, la fecha señalada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para concienciar al mundo sobre la importancia de proteger los recursos biológicos y la biodiversidad global que conforma nuestra naturaleza: no sólo las diferentes especies de plantas, animales o microorganismos que existen, sino también las diversidades genéticas dentro de cada una de ellas, así como la enorme variedad de ecosistemas que forman nuestro planeta.
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