INDIANA.-«Lisa Montgomery, de 52 años, fue ejecutada en la penitenciaría federal de Terre Haute». Así confirmó la justicia del estado de Indiana esta madrugada la aplicación de la pena de muerte a una mujer por primera vez tras casi 70 años en Estados Unidos, una de las últimas acciones «sensibles» de la gestión de Donald Trump, que también prevé ejecutar a dos personas de descendencia afroamericanos en la próxima semana.
Cuando se levantó la cortina de la sala de ejecuciones, Montgomery pareció momentáneamente desconcertada al ver a los periodistas que la observaban desde detrás de un grueso vidrio. Cuando comenzó el proceso de ejecución con una inyección letal, una mujer que estaba de pie junto a ella, se inclinó, le sacó la mascarilla y le preguntó si quería decir unas últimas palabras. «No», contestó la mujer en voz baja. La condenada a muerte movió los dedos nerviosa durante varios segundos, pero no mostró más signos de angustia y cerró rápidamente los ojos.
Montgomery, que había sido juzgada en el año 2004 por el asesinato de una mujer embarazada para quedarse con su feto, recibió una inyección letal «de acuerdo con la pena capital recomendada por unanimidad por un jurado federal e impuesta por la Corte del Distrito de Estados Unidos», prosiguió el texto.
Poco antes, la Corte Suprema había rechazado los últimos recursos presentados por los abogados de la mujer, a pesar del desacuerdo de tres de sus magistrados. Según los abogados de la acusada, la mujer padecía de graves trastornos mentales, consecuencia de agresiones y violaciones en grupo que sufrió desde niña, y no comprendía el sentido de su condena, una condición indispensable para que sea ejecutada la pena de muerte.
Un juez federal había ordenado el lunes suspender la ejecución a petición de la defensa, pero el ministerio de Justicia apeló esa decisión del magistrado y un tribunal de apelación anuló el fallo este martes. La Corte Suprema de Estados Unidos, ante la que se habían presentado dos recursos distintos, dio razón en ambos casos a los fiscales.
«Esta noche se ha puesto de manifiesto la cobarde sed de sangre de un gobierno fallido. Todos los que participaron en la ejecución de Lisa Montgomery deberían sentir vergüenza», dijo la abogada de Montgomery, Kelley Henry, en un comunicado.
En 2004, Montgomery, incapaz de tener un nuevo hijo, identificó a su víctima -una criadora de perros- en internet y acudió a su domicilio en Misuri con la excusa de comprarle un terrier. En su lugar, la estranguló, le abrió el útero, tomó el bebé -que sobrevivió- y abandonó a la joven de 23 años en un charco de sangre.
Trump, un firme partidario de la pena de muerte, ignoró una petición de clemencia presentada por la defensa de Montgomery. Desde la reanudación de las ejecuciones a nivel federal en Estados Unidos, tras 17 años de pausa, se ha aplicado la pena capital a 10 hombres. Y este caso sería el primero en aplicarse a una mujer desde 1953.
Más ejecuciones esta semana
Además de Montgomery, la administración Trump prevé ejecutar a dos afroamericanos esta semana: Corey Johnson el jueves y Dustin Higgs, el viernes. Pero en estos casos también hay incertidumbre tras la decisión de un tribunal federal de bloquear sus ejecuciones. Los dos condenados a muerte contrajeron hace poco Covid-19 y la inyección letal podría causarles un sufrimiento ilegal, consideraron los jueces.
Una ejecución requiere que decenas de personas permanezcan en un entorno cerrado, ambiente propicio para la propagación del virus. Por esta razón, los estados han suspendido las ejecuciones durante meses.
Exguardias de la penitenciaría de Terre Haute, por su parte, han escrito al secretario de Justicia en funciones, Jeffrey Rosen, para pedirle que posponga estas ejecuciones «hasta que el personal penitenciario esté vacunado contra el Covid-19». El gobierno de Trump ha hecho todo lo contrario y se ha mostrado partidario de proceder con las ejecuciones lo más rápido posible antes de dejar el poder.
«En las últimas horas de la presidencia de Trump, hay una carrera por ejecutar a personas que han estado en el corredor de la muerte durante años o incluso décadas. Es una locura», denunció en la radio NPR el lunes el senador demócrata Dick Durbin, quien anunció la presentación de un proyecto de ley para detener de nuevo las ejecuciones federales.
Después de que los demócratas retomaran el control del Senado, es posible que ese texto se adopte tras la llegada a la Casa Blanca de Joe Biden, que se opone a la pena capital.
FUENTE:LANACION