Miguel Vera fue abordado por tres pasajeros en el barrio San Onofre. A punta de pistola lo obligaron a cambiar de asiento y le robaron dinero, celular, rueda de auxilio y hasta la batería del transporte.
Un trabajador de 51 años el miércoles, pocos minutos después de las 20, perdió todo el dinero recaudado durante la jornada a bordo de un taxi pero también por el temor a morir perdió las ganas de volver a subirse a su Fiat Uno para juntar el mango y que su familia pueda comer.
El episodio de inseguridad extrema duró dos horas aproximadamente, “pero para mí fueron como cinco, interminables”, resumió Miguel Alberto Vera, taxista que fue rescatado detrás del autódromo de Posadas, sin celular y con el automóvil sin poder ponerlo en marcha, literalmente “pelado”, ni la batería, radio, rueda de auxilio, llaves, celular para comunicarse le dejaron, menos aún los 12 mil pesos ganados, sólo los precintos plásticos atados en sus manos y pies. Vera dialogó con PRIMERA EDICIÓN, aún shockeado, nervioso casi doce horas después del asalto: “Me pusieron la pistola en la cabeza, no la sacaban y escuché muchas veces: ‘gritás y te mato, te movés y perdés’”.
“Fue muy feo, sólo terror sentía hasta que me dejaron detrás de la usina de EMSA, en la avenida Cocomarola al fondo, detrás del autódromo. Ahí me dijeron ‘no hagas nada, no te muevas ni intentes nada raro porque te vamos a perforar el cráneo de un balazo’”.
No fue sensación de inseguridad, remarcó que “veo patrullas y móviles todas las noches. Pero esta vez pasaban las luces cerca y yo estaba adentro del auto y no hicieron nada los policías y vieron que el taxi iba a mucha velocidad”.
“No tenemos seguridad los taxistas, la verdad no sentimos protección. La policía tenía que haber parado el taxi que me llevaba a alta velocidad, no era normal eso y no hicieron nada por perseguirlo”.
Del arqueo posterior al Fiat Uno resumió: “hasta los desodorantes del taxi me llevaron”. Según la denuncia, los tres asaltantes se llevaron matafuegos, la rueda de auxilio, la radio, el estéreo, la billetera y celular de la víctima, pero también un kit con tijeras, trapos y demás elementos para limpiar y sanitizar el vehículo.
“Recuerdo bien que uno quiso subir adelante y le dije que no se podía, entonces los tres entraron atrás y me pidieron que vaya hacia el barrio San Onofre. Al segundo sentí el arma de fuego en la cabeza y la voz: ‘No te muevas esto es un asalto, no intentes nada, quedate quieto, poné el freno de mano y bajate’. Hice caso y me hicieron sentar atrás y uno de ellos manejó. Como dos horas me tuvieron encañonado en la cabeza y con los pies y manos atados con precintos. Después me encapucharon para que no viera más”.
primera edición y misi0nesonline