La guerra es muerte y destrucción. No hay nada bueno que surja de una guerra. La única justificación posible es la lucha de un pueblo contra la opresión y en ese caso, siempre es una defensa por la libertad ante un agresor
más poderoso y perverso. Lo que está sucediendo en Ucrania es un buen ejemplo de este escenario. El grandote agresivo del barrio se quiere quedar con la pelota con que estamos jugando.
Sólo el humanismo más auténtico puede hacer frente a tanta maldad. Y hay un muy pequeño ejemplo que lo puede ilustrar plenamente. Es algo que no vi en ninguna de las guerras en Medio Oriente y otros conflictos. Una gran
proporción de los ciudadanos de Kiev que baja a los refugios en las estaciones del metro o en los subsuelos de los edificios lo hace acompañados de sus mascotas. Esto muestra la bonhomía de esos ucranianos y que existe la
posibilidad de que el bien derrote al mal.
Las primeras cifras que surgen sobre las víctimas civiles son descorazonantes. El ministerio de Sanidad ucraniano dijo esta mañana que murieron 198 personas, 3 de ellos niños, y se registraron 1.115 heridos, 33
chicos. En un estado de guerra es imposible tener números exactos de los que van cayendo como efecto de los combates, son cifras aproximadas y frías.
Seguramente –lamentablemente- hay muchos más.
La ofensiva rusa se está concentrando en el control de las grandes ciudades. Ya están dentro de Kiev, la capital; Kharkiv, en el este, con un millón y medio de habitantes y una historia de 400 años; y de Kherson, en el
sur, con casi medio millón de habitantes. La ofensiva tras el desembarco de las fuerzas anfibias desde los mares de Azov y Negro también aisló a otras ciudades grandes como Odessa, Mariupol y Mykolaiv.
Esta estrategia rusa de ir directamente por los grandes centros urbanos desconcertó a los analistas militares que veían más plausible un ataque convencional, donde los ocupantes toman buena parte del terreno y sitian las
grandes ciudades para pedir la rendición antes de que comience allí un bombardeo masivo. Por ahora, el ejército ruso no tuvo un avance significativo en cantidad de kilómetros invadidos. Por ejemplo, en el Este, donde se
pensaba que iban a estar muy bien pertrechados y preparados para un blitzkrieg, un ataque relámpago para tomar la totalidad de las provincias de Donetsk y Luhansk, donde ya controlaban dos enclaves desde 2014.
De acuerdo el análisis del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), un centro de estudios integrado por militares estadounidenses y europeos con mucha experiencia, “los principales ejes de avance de las fuerzas rusas se
centraron en Kiev, aislando con éxito la ciudad en ambas orillas del río Dnipro. Una ofensiva arriesgada porque deriva directamente en la lucha urbana”.
“Tras el fracaso, Rusia está cambiando de táctica”, dijo en forma triunfalista el ministro de Defensa de Ucrania. Y agregó que “el intento de ataque con columnas de blindados pesados se había estancado, y que el
atacante estaba ahora cambiando al sabotaje y a los asaltos de paracaidistas”.
Algo de esto está sucediendo. En Kiev se registraron varios movimientos de comandos especiales apoyados por separatistas ucranianos que, aparentemente, entraron a la ciudad hace ya varios días y que se mantuvieron
ocultos hasta el momento de actuar. Son los que, supuestamente, tenían que “limpiar” el camino para la entrada del grueso de las tropas y los tanques desde el norte, algo que no sucedió. Los paracaidistas es muy probable que
comiencen a lanzarse de sus aviones en las próximas horas en los flancos sur y oeste de las afueras de la capital ucraniana.
Y si logramos sobreponernos por un momento a la dura realidad de lo que está sucediendo con los 44 millones de ucranianos, aparecen nuevamente los fríos cálculos bélicos. “La resistencia pareciera ser más fuerte de lo
esperado”, dice el informe de los generales del ISW. “Sin embargo, las fuerzas rusas siguen siendo mucho más grandes y capaces que el ejército convencional de Ucrania. Es probable que Rusia derrote a las fuerzas militares regulares ucranianas y asegure sus objetivos territoriales en algún momento de los próximos días o semanas si Putin está decidido a hacerlo y dispuesto a pagar el coste en sangre”.
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POR Por Gustavo Sierra
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