Los familiares del empleado municipal Juan Ángel Chemes (73), asesinado ayer a la madrugada en el barrio Londín de Oberá, ratificaron en sede policial las sospechas hacia el hijo de la víctima, Julio Alberto de Jesús C. (32), y el cuñado de éste, Alejandro Mariano S. (17), quien hace poco tiempo está en la ciudad puesto que es oriundo de Buenos Aires.
De acuerdo a los datos brindados por fuentes ligadas a la investigación, en las declaraciones testimoniales de las últimas horas salieron a la luz una serie de episodios que confirman la conflictiva relación de padre e hijo, potenciadas aparentemente desde que el último comenzó la convivencia con Carolina S. (31), apodada Porteña, y hermana del adolescente detenido.
Es más, en la casa del principal sospechoso -donde también vive el cuñado- los efectivos secuestraron un cuchillo tamaño grande, sin inscripción, con mango de madera envuelta en cinta adhesiva de color negro, el cual fue remitido a la división Policía Científica con fines periciales. Ese cuchillo, a decir de los testigos, era utilizado con frecuencia por el mayor de los acusados por lo que los peritos buscarán indicios genéticos de la víctima para confirmar o descartar que haya sido el arma homicida.
Más allá de eso, todos coincidieron en subrayar que los conflictos entre Chemes y su hijo se potenciaron a partir de su relación con la Porteña. Se volvieron frecuentes las amenazas y malos tratos, cambiando en forma agresiva la actitud contra el progenitor.
En relación al menor de los acusados, lo calificaron como violento y aseguraron que atacó varias veces a un nieto menor de la víctima, a quién incluso habría increpado con un machete poniéndolo sobre el cuello, relataron los familiares. También en otra oportunidad habría amenazado, también con machete, a otro adolescente del barrio.
La semana próxima ambos sospechosos serán llevados a la sede judicial para la instancia indagatoria, en tanto que hoy el cuerpo del trabajador municipal fue sometido a la autopsia y posteriormente entregado a sus familiares. Se informó que será sepultado mañana en el cementerio La Piedad de Oberá.
Emboscado camino al trabajo
Tal como publicó este matutino, el asesinato de Chemes se perpetró alrededor de las 5 de la mañana de ayer sobre un camino terrado que conecta con el barrio Copisa. Caminaba hacia su trabajo -en el Jardín de los Pájaros- cuando fue atacado por sorpresa.
Si bien la investigación está en curso, ante la contundencia de los testimonios e indicios se cree que el crimen estaría resuelto aunque resta encontrar el arma homicida y determinar la responsabilidad de cada uno, es decir, saber quién fue el autor de la estocada mortal.
Fueron los propios hermanos quienes afianzaron la hipótesis del parricidio apuntando hacia el hijo de la víctima, en función a los antecedentes de violencia y amenazas de muerte.
«Te voy a mandar a matar», habría amenazado el detenido a su padre el pasado 2 de
diciembre, según un sumario policial que dio intervención al Juzgado de Familia de Oberá.
Se cree que Chemes fue atacado de atrás y literalmente lo degollaron con dos cortes. La médica policial diagnosticó «lesiones fatales en cuello de abajo hacia arriba en región infrahioidea, uno de 10×5 centímetros y el mayor de 10×10 centímetros, aproximadamente».
Después de eso lo arrastraron unos 30 metros cuesta arriba hasta una zona de malezas donde fue hallado sin vida por su propia hija, recién sobre el mediodía. Se espera el informe final del Cuerpo Médico Forense relacionado a la autopsia, para saber si detectaron señales de defensa.
Relación conflictiva
Julio Chemes, un hermano de la víctima, insistió en que «sin dudas tuvieron que ser por lo
menos tres los atacantes, sino no hubieran podido. Aparte no sólo lo emboscaron y
mataron, sino que lo arrastraron para esconder el cuerpo y se tomaron el trabajo de tapar
con tierra la sangre que quedó desparramada por todos lados».
Por su parte, Antonio Chemes, hijo del fallecido, contó que durante años su padre trató de corregir el rumbo adverso que guiaba la vida de su hijo Julio Alberto y su concubina, Porteña, sobre todo por la preocupación que le generaba la crianza de sus nietos.
«Papá siempre se opuso a la forma de vida que tenían y los malos tratos de ellos con sus hijos. Les marcaba que estaba mal lo que hacían y eso fue llevando a una relación muy conflictiva», reconoció y en esa línea agregó que «le tenían bronca por eso, porque papá no podía ver a sus nietos en esa vida que llevaban como consecuencia de lo que hacían los padres, les corregía, trataba de que tengan algo mejor pero en vez de entender, reaccionaban y lo atacaban, y eso llevó a que cometieran semejante ataque, planificado y en el que seguramente intervinieron más personas».
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