El directorio del Fondo se reunirá por primera vez en marzo para tratar dos temas: el acuerdo con Argentina y el caso ruso, por lejos el más complicado de la agenda del organismo. Por esto se espera que el debate sobre la aprobación del Facilidades Extendidas demanda mucho menos tiempo de discusión que la suspensión o mantenimiento de Rusia como miembro pleno; uno de los capítulos políticamente más complejos de resolver en años dentro del FMI. Para dejar este tema en el centro de los tratamientos, lo que se supone en Washington es que la cuestión argentina sería tratada primero, rápido y con pocos oradores. Si se cumple esta previsión, sería una buena alternativa para Argentina. Especialmente porque se recortaría el listado de representantes de países miembros del board que hacen cola para criticar la política económica del país. Aún votando a favor.
No corre riesgo la aprobación del acuerdo. En líneas generales, el board ya le había dado en febrero pasado (antes del tratamiento del tema en el Congreso) luz verde al staff técnico para cerrar las negociaciones del Facilidades Extendidas. En un mensaje personal hacia la número dos del FMI Gita Gopinath (jefa de los técnicos del organismo) y la acción de la norteamericana Julie Kozack y el venezolano Luis Cubeddu en cuanto a la letra negociada con el país, los integrantes del directorio del organismo (en definitiva, donde está el poder final del Fondo), le anunciaron a la directora adjunta para el Hemisferio Occidental y al encargado de la misión con el país que sus acciones hasta aquel momento habían sido las correctas, y que no podrían trabas en el cierre final de las discusiones. Y, si no había sorpresas, tampoco las había para la aprobación final si los papeles que llegaran al directorio tuvieran el sello de agua y firma de Illan Goldfjan, el director gerente del FMI para el Hemisferio Occidental, y quién se hará responsable del cumplimiento del acuerdo de parte de Argentina. Será el brasileño quién organice y firme (o desapruebe) los 10 exámenes trimestrales que deberá cumplir el país para que la primer etapa del acuerdo se dé por cumplida.
La posible ausencia de Rusia en la votación final y en el apoyo garantizado de ese país que iba a tener Argentina, no cambia en realidad las posibilidades de éxito de la Argentina en el directorio del Fondo. Según los cálculos oficiales, el país tendría ya garantizado un apoyo global del 70%. A ese nivel se llega con Alemania, Francia, España y otros países europeos que votarían a favor, sumando además otros estados clave que, se descarta, también avalarían a la Argentina. En este grupo se incluían a Rusia y China, sumando los países árabes (especialmente los del Golfo Pérsico, con presencia fuerte en el directorio del FMI), además de, lógicamente, toda América Latina y el África.
Se confía, además, en que se lograrían más consensos con países clave como Canadá y lo que resta de la Unión Europea, con lo que el porcentaje se elevaría a cerca del 70%. Faltaría así conseguir sólo un 10% más para lograr el 80%. Será el turno de revisar lo que decidan países como Japón, Holanda y otros estados con cierto peso dentro del directorio, que seguramente, si se expresan en el directorio, criticarán al país.
En el tema votos del board, la situación está marcada de manera clara. Cada estado soberano tiene un porcentaje de votos dependiendo de su PBI; reservas y aportes directos al funcionamiento del organismo con sede en Washington. Cualquier acuerdo normal (stand by o Facilidades Extendidas) es aprobado con un porcentaje mínimo del 70%; pero se necesita mayoría del 85% para planes especiales o alteraciones de la Carta Orgánica. Recientemente esta mayoría fue la necesaria en casos como la crisis griega de 2010 y la de Portugal de 2011.
La necesidad de lograr ese porcentaje fue lo que le jugó en contra a la Argentina en 2001, cuando se desaprobó en el directorio el último desembolso comprometido en el acuerdo vigente ante la negativa de EE.UU. de avalar la propuesta (por recomendación directa de la número dos de esos años, Anne Krueger); así como la aprobación del pacto de 2003 cuando Néstor Kirchner negoció directamente con George Bush un plan de cuotas por fuera de los tratados vigentes.
En el caso actual, también se hace imprescindible que el director norteamericano avale el pedido, ya que su voto a favor o en contra (o su abstención) definirá la suerte de la propuesta argentina. En total el board está integrado por 24 directores ejecutivos que representan porcentualmente diferentes niveles de poder dentro del organismo. Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y el Reino Unido pueden elegir un director sin ayuda de ningún otro país. China, Arabia Saudí y Rusia eligen de facto un director cada uno; mientras que los 16 restantes lo eligen según bloques de estados. Argentina, a través del enviado local, Sergio Chodos, ocupa el grupo con Bolivia, Chile, Perú, Paraguay y Uruguay.
No corre riesgo la aprobación del acuerdo. En líneas generales, el board ya le había dado en febrero pasado (antes del tratamiento del tema en el Congreso) luz verde al staff técnico para cerrar las negociaciones del Facilidades Extendidas. En un mensaje personal hacia la número dos del FMI Gita Gopinath (jefa de los técnicos del organismo) y la acción de la norteamericana Julie Kozack y el venezolano Luis Cubeddu en cuanto a la letra negociada con el país, los integrantes del directorio del organismo (en definitiva, donde está el poder final del Fondo), le anunciaron a la directora adjunta para el Hemisferio Occidental y al encargado de la misión con el país que sus acciones hasta aquel momento habían sido las correctas, y que no podrían trabas en el cierre final de las discusiones. Y, si no había sorpresas, tampoco las había para la aprobación final si los papeles que llegaran al directorio tuvieran el sello de agua y firma de Illan Goldfjan, el director gerente del FMI para el Hemisferio Occidental, y quién se hará responsable del cumplimiento del acuerdo de parte de Argentina. Será el brasileño quién organice y firme (o desapruebe) los 10 exámenes trimestrales que deberá cumplir el país para que la primer etapa del acuerdo se dé por cumplida.
La posible ausencia de Rusia en la votación final y en el apoyo garantizado de ese país que iba a tener Argentina, no cambia en realidad las posibilidades de éxito de la Argentina en el directorio del Fondo. Según los cálculos oficiales, el país tendría ya garantizado un apoyo global del 70%. A ese nivel se llega con Alemania, Francia, España y otros países europeos que votarían a favor, sumando además otros estados clave que, se descarta, también avalarían a la Argentina. En este grupo se incluían a Rusia y China, sumando los países árabes (especialmente los del Golfo Pérsico, con presencia fuerte en el directorio del FMI), además de, lógicamente, toda América Latina y el África.
Se confía, además, en que se lograrían más consensos con países clave como Canadá y lo que resta de la Unión Europea, con lo que el porcentaje se elevaría a cerca del 70%. Faltaría así conseguir sólo un 10% más para lograr el 80%. Será el turno de revisar lo que decidan países como Japón, Holanda y otros estados con cierto peso dentro del directorio, que seguramente, si se expresan en el directorio, criticarán al país.
En el tema votos del board, la situación está marcada de manera clara. Cada estado soberano tiene un porcentaje de votos dependiendo de su PBI; reservas y aportes directos al funcionamiento del organismo con sede en Washington. Cualquier acuerdo normal (stand by o Facilidades Extendidas) es aprobado con un porcentaje mínimo del 70%; pero se necesita mayoría del 85% para planes especiales o alteraciones de la Carta Orgánica. Recientemente esta mayoría fue la necesaria en casos como la crisis griega de 2010 y la de Portugal de 2011.
La necesidad de lograr ese porcentaje fue lo que le jugó en contra a la Argentina en 2001, cuando se desaprobó en el directorio el último desembolso comprometido en el acuerdo vigente ante la negativa de EE.UU. de avalar la propuesta (por recomendación directa de la número dos de esos años, Anne Krueger); así como la aprobación del pacto de 2003 cuando Néstor Kirchner negoció directamente con George Bush un plan de cuotas por fuera de los tratados vigentes.
En el caso actual, también se hace imprescindible que el director norteamericano avale el pedido, ya que su voto a favor o en contra (o su abstención) definirá la suerte de la propuesta argentina. En total el board está integrado por 24 directores ejecutivos que representan porcentualmente diferentes niveles de poder dentro del organismo. Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y el Reino Unido pueden elegir un director sin ayuda de ningún otro país. China, Arabia Saudí y Rusia eligen de facto un director cada uno; mientras que los 16 restantes lo eligen según bloques de estados. Argentina, a través del enviado local, Sergio Chodos, ocupa el grupo con Bolivia, Chile, Perú, Paraguay y Uruguay.
Fuente ,El Ámbito
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