El INDEC informó que Alimentos y bebidas registró un aumento de 5,9% y fue, nuevamente, la división que más incidió en el avance del IPC general. Así, en los primeros cuatro meses de 2022 los alimentos treparon 28%.
«Creo que por motivos de inercia y/o expectativas de inflación desancladas, hubo remarcación de precios y salarios que aceleran la carrera nominal», sostuvo en diálogo con Ámbito el Magister en Economía, Lorenzo Sigaut Gravina.
Por el contrario, las categorías de precios Regulados y precios Estacionales, exhibieron desaceleraciones y marcaron un 3,9% y 5,4%, respectivamente.
Vestimenta volvió a liderar los aumentos de precios
Entre las divisiones de mayor peso en el Indice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC resaltaron los mayores aumentos promedio en Restaurantes y hoteles (pasó de 5,4% a 7,3%) y Salud (se elevó de 5% a 6,4%), este último impulsado por subas autorizadas en prepagas.
Por su parte, Prendas de vestir y calzado volvió a liderar los incrementos, con un salto de 9,9% (vs 10,9% de marzo). Especialistas en el rubro explican que algunas de las razones de las subas en este sector son: problemas de oferta por falta de talleres para confección, el cambio de temporada y algunas restricciones a las importaciones.
Alimentos y bebidas fue, nuevamente, la división que más incidió en el avance del IPC. De acuerdo con los datos oficiales, en este rubro se verificó un significativo aumento de 5,9%, aunque menor al de febrero y marzo.
Los problemas en la cadena de suministros y la escalada en el precio de los commodities a nivel global, que ya había comenzado con la pandemia y se agravó por la guerra en Ucrania, echó más leña al fuego a la dinámica inflacionaria en Argentina, que ya atravesaba una inercia preocupante.
En efecto, dentro de los alimentos que más subieron en el Gran Buenos Aires se encontraron la harina de trigo (16,1%) y el aceite de girasol (13,5%), afectados por el salto en el valor mundial de los granos.
Un estudio realizado por los economistas Nicolás Bertholet, Gabriel Montes Rojas, y Fernando Toledo mostró, por ejemplo, que una suba del 10% en los precios internacionales de los alimentos agrega 0,5 puntos a la inflación de los 40 países analizados en el trabajo, en línea con los cálculos del FMI. “El potencial efecto no es despreciable ante una súbita aceleración de los precios de los insumos energéticos o de los alimentos, bienes básicos para toda la economía”, resaltaron.
Paralelamente, aclararon que “la muestra examinada se caracteriza por evidenciar baja inflación durante el periodo analizado, por lo que los efectos pueden diferir en países con tasas de inflación elevadas (como Argentina)”.
«Durante abril los precios internacionales relevantes para la Argentina no se movieron demasiado, pero es probable que el fuerte shock observado en estos precios durante marzo se hayan filtrado también en el IPC del útimo mes», dijo al respecto Sigaut Gravina.
El mercado prevé inflación de 65% para 2022
El último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), elaborado por el Banco Central (BCRA), plasmó que el sector privado esperaba en líneas generales una inflación de 5,6% para abril. Asimismo, las consultoras y entidades financieras que participaron del REM elevaron su pronóstico para el acumulado de 2022, desde el 59,2% hasta el 65,1%.
Vale recordar que en marzo los precios habían escalado 6,7%, su mayor marca mensual desde 2002. Con el número de abril ya publicado, en el primer cuatrimestre se observó un alza promedio acumulada de 23,1%, la más alta desde 1991.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, dijo en sus últimas declaraciones públicas que a la inflación “hay que atacarla con firmeza” y con un “programa económico consistente y creíble”.
En ese sentido, el funcionario sostiene que la política macroeconómica de su cartera debe tener un “enfoque integral”, que incluye «un bloque externo, un bloque fiscal, uno monetario y una complementariedad que son las políticas de precios e ingresos».
Martín Kalos, director de la consultora EPyCA, sostuvo a este medio que el salto inflacionario de los últimos meses no sería tan alarmante «si se tratase de un evento aislado».
«El problema es que marca una aceleración de una inercia que está lejos de corregirse. Hay que encontrar una política creíble, que le de un horizonte a las expectativas. No se trata de usar un ancla o dos, sino de converger a un sendero de expectativas de reducción de la inflación, que requiere una coordinación de las políticas económicas y una articulación con el sector privado, que hoy no se está dando”, acotó.
Con una mirada similar, Sigaut Gravina fue taxativo en señalar que el Gobierno no está en condiciones de usar ni la ancla cambiaria, ni la tarifaria ni la fiscal/monetaria, y remarcó la necesidad de que haya credibilidad y confianza en el plan económico.
Presión sobre los salarios
La aceleración de los precios frenó el tenue repunte que los salarios habían tenido en 2021. El INDEC mostró esta semana que los salarios reales cayeron cerca de 1% en el primer trimestre.
Luis Campos, coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, reflejó que en igual período el Salario Mínimo, Vital y Móvil, perdió todo lo que había recuperado el año pasado, y volvió a ubicarse en los niveles más bajos desde 2004.
Frente a esa situación, Guzmán afirmó que “es una obviedad” que tiene que adelantarse el aumento del salario mínimo, que tradicionalmente se concreta en el segundo semestre del año. “Lo mismo hicimos con el refuerzo de ingresos para los sectores informales, reaccionando inmediatamente a lo que fue el impacto inflacionario provocado por la guerra en Ucrania”, agregó.
En esa línea, el Gobierno ya adelantó para junio las dos cuotas de aumento del salario mínimo que se iban a dar en julio y agosto. Desde el mes próximo, el piso pasará a ser de $45.540.