Un joven de 22 años fue detenido acusado de torturar, abusar y amenazar de muerte de su esposa, quien el último sábado radicó una denuncia ante la Comisaría de la Mujer de Oberá y detalló el calvario que padeció durante los seis meses que convivieron como casados.
Los detalles aberrantes del caso en base al testimonio de la propia víctima, una joven de 21 años.
En consecuencia, por orden del Juzgado de Instrucción Dos, a media mañana del mismo martes efectivos de la Unidad Regional II procedieron a la captura de Mauro P. (22), quien en los próximos días deberá comparecer ante el magistrado interviniente.
En paralelo, el Juzgado de Familia impuso la prohibición de acercamiento del implicado a su víctima, para quien además se solicitó una custodia policial permanente en el domicilio.
“El fin de semana pasé con mucho miedo y por eso decidí hacer público mi caso, pero el martes lo detuvieron y ahora estoy más tranquila. Lo único que pido es justicia. Ahora estoy con asistencia psicológica porque me hizo mucho daño”, remarcó la joven ayer.
Tal como publicó este matutino en exclusiva, los tormentos denunciados incluyeron desde golpes de puño y patadas hasta estrangulaciones que llevaban al desmayo al joven. Incluso, aseguró que el acusado la amenazaba con cuchillo para mantener relaciones sexuales.
“Él tiene un nene de tres años y me pegó delante de la criatura. Mi papá me fue a visitar y el nene le contó que el papá me pegó. Ahí mi papá me dijo que me tenía que ir, que haga la denuncia. Él me tenía amenazada con matarme si lo denunciaba, pero el sábado tomé coraje y lo denuncié”, confió.
El calvario
Conmocionada por las situaciones de abuso que sufrió, Agustina precisó que conoció a su marido en la iglesia a la cual asiste.
“Él empezó a ir a la iglesia porque tenía problema con drogas y quería salir de eso. Así nos fuimos conociendo y de novios nunca me maltrató ni le vi consumir nada”, explicó.
Y agregó: “Pero cuando llevábamos pocos días de casados me apretó muy fuerte el cuello, me ahorcó hasta que perdí el conocimiento y no fue la única vez. Primero pensé que fue porque le dije algo, no entendía su reacción. Después empezó a tirarme el mate, me daba piñas y patadas”.
Luego de casarse la pareja se instaló en una casa que les prestó el padre de su marido, en Barrio Norte, aunque nunca imaginó el infierno que le esperaba.
La chica trabajaba y los primeros meses el marido estuvo desocupado, pero era ella quien tenía que cocinar y hacer las labores de la casa. “Fui su esclava”, graficó.
Mencionó que en varias ocasiones el acusado la golpeó antes de ir a la iglesia, donde mostraba otra cara, siendo que en la casa era violento y consumía drogas.
Fuente, El Territorio