POSADAS. Publicadas las denuncias de una mamá y una docente contra el jardín maternal Pequeños Gigantes, otras familias sumaron nuevas acusaciones.
La publicación de la denuncia de la mamá de un bebé de 10 meses que salió con la cabeza repleta de moretones de la guardería y el grave antecedente de otra denuncia de una joven maestra jardinera en febrero de 2021 dieron pie a la aparición de nuevos testimonios que describen situaciones similares en el jardín maternal Pequeños Gigantes de la ciudad de Posadas.
Paula, mamá de un nene de 2 años que fue a la guardería durante tres meses, en el periodo de diciembre del 2020 y marzo del 2021, y que denunció que allí “le rompieron el brazo”.
Alertada por la noticia de nuevas denuncias, la mamá recordó: “El 18 de marzo, que fue el día que lo retiré, él salió agarrándose el codito y me dijeron que se asustó por el timbre. Era raro, entonces yo le agarro el brazo y él pega un grito”, comenzó contando la mamá sobre lo que sucedió con su pequeño el año pasado.
Al ver que su hijo sufría por el dolor, la mujer rápidamente lo llevó hasta el Sanatorio IOT para que lo atienda un médico: “Cuando lo ve el traumatólogo me dice que tenía el codo dislocado, estaba salido de lugar, así que le gira el brazo y lo acomoda”, detalló.
Después de que salió del centro de salud, la mujer envió un mensaje de WhatsApp a la dueña de la guardería, Gabriela Cura, para advertirle que su hijo tenía el codo dislocado.
“Ella me manda un mensaje y me dice que ahí mi hijo no se lastimó, que estaba bien, que todo el tiempo que estuvo no le pasó nada y me empezó a llamar sin parar”, recordó la madre.
Al día siguiente, el pequeño de 2 años continuaba con dolores en el brazo y le empezó a quedar morada la zona de la muñeca, según contó la mamá a LVM.
Ya nuevamente en la guardia, los médicos le comunicaron a la mujer que su hijo “tenía fracturada la muñeca y le pusieron yeso por 21 días”.
En busca de respuestas, la joven madre radicó una denuncia por daños y perjuicios contra el jardín maternal Pequeños Gigantes. El caso se investiga en el Juzgado de Paz y la Defensoría Civil, Comercial y de Familia 7 de Posadas.
En cuanto a las cámaras de video vigilancia, la denunciante manifestó que cuando inscribió en el jardín a su hijo le informaron que estaban prendidas las 24 horas, por cuestiones de seguridad.
Sin embargo, durante la recolección de pruebas que permitan esclarecer el hecho, los pesquisas no pudieron obtener material fílmico del jardín ya que las “cámaras no estaban grabando”, según le informaron a Paula desde el juzgado.
Beba de 8 meses, otra víctima
La nota publicada ayer por generó cientos de reacciones y comentarios entre los que se encontró un nuevo testimonio. En el posteo en Facebook, la usuaria Lujan Nittmann decidió contar su experiencia con la guardería: “Mi hija tenía ocho meses cuando la golpearon y tenía el labio cortado”, comenzó.
Allí, la mamá relató que durante varios días no le abrieron las puertas del jardín “para darme una explicación de lo que sucedió, de porqué mi hija estaba en esas condiciones”, y agregó que cuando finalmente fue recibida con por la directora, Gabriela Cura, “me dijo que si denunciaba no pasaría nada”.
Lujan recordó que su beba “lloraba mucho y estaba muy asustada, tanto que no podíamos dormir con la luz apagada”, dijo y remató: “Fue horrible lo que tuvimos que pasar”.
“No aguanté un mes”
Los hechos de violencia denunciados y la exposición pública del caso revelaron nuevos testimonios.
Pamela es una maestra auxiliar de nivel inicial que recién se iniciaba en su profesión cuando trabajó en la guardería Pequeños Gigantes, fue durante un mes a fines del año 2019.
La joven profesional contó a LVM cómo fueron sus días en el jardín ubicado sobre calle Santa Fe, entre Junín y Ayacucho.
“Cuando yo ingresé ella era muy amorosa”, describió sobre el trato que tenía la directora, Gabriela Cura, aunque manifestó que a los chicos “no les tenía paciencia, a muchos les gritaba y les trataba mal, si no se quedaban quietos les agarraba el brazo y los zamarreaba”.
En coincidencia con otros relatos que salieron a la luz en estas horas, la docente recordó además que, en el periodo en que fue maestra auxiliar en Pequeños Gigantes, en la institución había una niña de 8 años con síndrome de down “que estaba durante toda la mañana atada a una silla de bebé”.
La maestra sostuvo que el argumento de la directora para mantener a la niña con discapacidad atada, era porque “’deambulaba y tocaba todas las cosas’, y eso no le gustaba a Gabriela”.
Como en otros testimonios, la institución se valía de personal con poca o nula experiencia: “Fue lo que más me impactó. No aguanté un mes, yo en ese momento no supe cómo actuar, tenía mucho miedo, también recién arrancaba a trabajar”.
La experiencia laboral de Pamela en el jardín maternal era cada vez peor, pero el motivo que la llevó a renunciar fue la mañana que una bebé convulsionó mientras tomaba la leche en una mamadera. Al llamar al servicio de emergencia del número que estaba pegado en la pared junto al teléfono, la operadora le informó que Pequeños Gigantes no tenía ningún servicio activo.
Las maestras que trabajaban en ese momento en el lugar le realizaron RCP a la niña y tuvieron que salir a la calle a pedir que un auto particular las lleve hasta el centro asistencial más cercano.
Mientras ocurrían los hechos, la autoridad del jardín no se encontraba: “Nosotras le llamábamos y no contestaba, entonces tuvimos que llamar a la mamá de la niña”.
“Mi compañera denunció en la Comisaría Primera de Posadas y se acercó hasta el Consejo General de Educación para alertar sobre lo que sucedía”, contó Pamela y remarcó que “ahí le dijeron que iban a tomar con pinzas lo que ella denunció”.
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