Luis Ferreira (26) y Lucas Melo (21) recorrían la noche posadeña como personas libres. El primero ostentaba su poder en la cárcel, donde no tenía límites de ningún tipo.
La venta de drogas en la ciudad de Posadas había sido muy buena esa semana y las ganancias superadoras. Por eso, ese día Luis Enrique Ferreira (26) decidió que a la noche se iba a festejar y encargó más de 30 sixpack de cervezas grandes para compartir con su ladero Lucas Fabián Melo (21).
Podría tratarse de una secuencia de cualquier barrio de Posadas u otros puntos del país, pero lo escandaloso de la historia es que tanto Ferreira como Melo estaban alojados en la Comisaría Segunda de la capital provincial junto a otros 17 internos detenidos por diferentes causas.
El miércoles, ambos fueron apresados nuevamente tras un allanamiento en la dependencia, donde manejaban una red de distribución de estupefacientes con una imponente estructura. Una pyme familiar de la que se estiman vendían más de 300 kilogramos semanales solamente de marihuana.
Sin embargo, la oferta incluía cocaína, pastillas y la especialidad de la casa, “churros” de marihuana, que no son otra cosa que cogollos de la droga que se secan boca abajo y quedan largos. Todo incluía un packaging con una calco que rezaba “los cangris”, como el dúo formado por Nicky Jam y Daddy Yankee.
La investigación, que fue coordinada por las autoridades del Juzgado y la Fiscalía Federal de Posadas, fue realizada por Gendarmería Nacional y terminó con once detenidos -tres mujeres- y otras seis personas supeditadas al expediente. En la jornada de ayer todos fueron trasladados al edificio para completar la audiencia indagatoria.
Entre los aprehendidos, como se informó en la víspera, hay un sargento primero de la Policía de Misiones identificado como Marcelo Sotelo. El implicado prestaba servicios en la dependencia y estaría en nexo directo con los dos líderes narcos mencionados, aunque también están en la mira de la Justicia el jefe y segundo de la Segunda, Héctor Penzotti (42) y Claudio Rodríguez (42), respectivamente.
Un detalle: en la oficina de uno de los jefes se incautó una pequeña cantidad de marihuana.
La pesquisa incluyó la intervención de líneas telefónicas y seguimientos de encubierto que permitieron reconstruir la logística de la organización y la connivencia con Sotelo, aunque la impunidad con la que se manejaban hace pensar a los investigadores que es casi imposible que sea el único implicado.
El Territorio pudo reconstruir mediante fuentes de peso en la investigación parte de la logística que mezcla drogas, mucho dinero e impunidad y que promete tener más capítulos con el paso del tiempo. El análisis de los teléfonos incautados será, esperan todos, una pericia reveladora.
Al respecto, en el pabellón se incautaron seis celulares, dos de ellos sin usar, ocultos en una de las paredes.
Dueños
Ferreira dominaba a su antojo todo lo que ocurría en la comisaría y lo ostentaba en las llamadas telefónicas que recibían de otros penales a su teléfonos. Decía que era el dueño del lugar, que estaba como quería e incluso invitaba a pasar si así lo deseaban.
Allí recibía a uno de sus soldados al menos una vez por semana de forma sistemática, siempre cuando estaba Sotelo de guardia. Esta persona generalmente iba los martes para -se cree- recibir las órdenes y rendir cuentas. El seguimiento sobre este actor hizo que se llegue a los dos narcos principales.
Se reconstruyó, dijeron los investigadores, que asados -que se hacían en el playón-, delivery de cualquier cosa, bebidas alcohólicas y drogas eran ingresadas indiscriminadamente con el previo pago de la coima, que se negociaba con el efectivo implicado. Las cifras se negocian según el tamaño del favor, pero se habla que los números llegaron al millón de pesos.
Particularmente había un “viernes de party”, lo que significaba que iba a ingresar un pote de helado con un doble fondo cargado mayormente con cocaína.
Sin embargo, la fiesta no solamente se llevaba a cabo tras las rejas. Los pesquisas pudieron confirmar que los cuñados salieron -solos o juntos- nueve veces, aunque se cree que fueron más. Todo está registrado mediante cámaras de seguridad luego de la colaboración de la línea 911. Obviamente no tenían autorización judicial para hacerlo.
La rutina reconstruida indica que abandonaban la comisaría donde estaban detenidos entre las 21 y 22 y volvían cerca de las 4 de la mañana. Salían “de joda” por la Costanera posadeña y recorrían la ciudad con un remisero de confianza. Una vez incluso tuvieron que buscar a Ferreira porque se pasó de copas y no volvió.
Otro detalle: Sotelo tiene también un remís en el cual trabajaba a contraturno de sus labores.
Por todo esto, algunas menciones -aunque no directas- en las escuchas y el análisis del patrimonio de los jefes policiales, es que parece imposible pensar que nunca se enteraron de lo ocurrido. Y para sumar una arista más, también escandalosa, en el mismo predio funciona -además de la Alcaldía de Mujeres- la Dirección de Drogas Peligrosas, es decir la unidad de la Policía que lucha contra el narcotráfico.
Soldados dealers
Respecto a la logística, lo que se sabe es que los puntos centrales eran la casa de los dos detenidos, la de Ferreira en Villa Cabello y la de Melo en barrio Laurel, en cercanías de la avenida Alem. Este último punto es un sitio conocido por los consumidores de la noche como “el kiosco de Lucas”, donde se fraccionaba y empaquetaba la mercancía.
Se trata de una casa de dos pisos en plena obra de construcción donde se encontraron más de 11 kilogramos de marihuana y “restos” de cogollos cortados y los plásticos de la estampa que ponían a los paquetes con el producto.
El sitio, en medio de una calle angosta/pasillo, contrasta con las construcciones que la rodean.
“¿Cuánto tenés?”, “No, no, sacá todo que esta semana va a entrar más”, eran algunas órdenes que salían de su teléfono de Ferreira hacia afuera constantemente.
El hombre controlaba el producto que era comercializado por sus familiares y una red de dealers que recorrían Posadas.
Varios de ellos fueron detenidos en la jornada del miércoles y a todos se les incautó pequeñas cantidades de estupefacientes. Todos tenían apodos en razón de las técnicas, lugares que manejaban. También se incautaron ocho vehículos en los que se hacían las recorridas, lo que da una dimensión de todo lo que movilizaban.
Audiencias indagatorias y nuevos destinos
Ayer por la mañana todos los detenidos fueron trasladados al Juzgado Federal de Posadas para completar la audiencia indagatoria.
La jornada empezó cerca de las 8 de la mañana con la llegada de Sotelo esposado y escoltado por los efectivos de Gendarmería Nacional.
El efectivo está alojado por el momento en la Seccional Cuarta.
También se presentaron junto a sus abogados aquellos que no fueron detenidos.
Todos fueron notificados formalmente por los delitos que se los acusan y por el momento seguirán en la misma situación.
No trascendió cuál fue su postura ante las autoridades judiciales, pero la presunción antes de comenzar era que todos o la mayoría se iban a abstener de dar su versión de los hechos.
Ferreira y Melo, como se dijo ayer, seguirán el proceso en una cárcel federal, aunque se debe esperar que el Servicio Penitenciario Federal libere cupos.
Por el momento permanecen alojados en una celda de la fuerza en la provincia de Corrientes, mientras que los demás están en el Escuadrón 50 de la fuerza.
En total fueron detenidas once personas, mientras que otras tres quedaron supeditadas a la causa. Entre los privados de su libertad hay mujeres.
Fuente, El Territorio.