Ayer por la mañana, el sargento Gerardo Tato (35) se despertó con un estruendo y después vio como su vehículo se incendiaba. Las cámaras registraron a una persona.
A poco más de dos meses del atentado contra la jefa de la Comisaría Segunda de San Vicente, María Eugenia Miranda, otro efectivo de la Policía de la misma dependencia fue víctima de vándalos que le prendieron fuego su vehículo. El hecho ocurrió en la mañana de ayer, pero se supo que ya lo habían atacado antes.
Según pudo saber, el sargento Gerardo Tato (35) llamó a sus compañeros que estaban de guardia cerca de las 4 de la madrugada para denunciar que su vehículo había sido prendido fuego en su casa del barrio Podkowa.
Para cuando la Policía llegó, las llamas ya habían sido sofocadas y controladas por la intervención de Bomberos Voluntarios.
En el sitio realizaron las pericias los profesionales de la División Científica.
Los investigadores analizaron las cámaras de seguridad de la vivienda y pudieron identificar como responsable a un hombre vestido de jeans o pantalones azules y calzado blanco. El desconocido, cuyas características no son nítidas en las imágenes, tenía en una mano una bomba molotov y en la otra un bidón que sería de combustible.
El fuego se inició en la parte del baúl y el techo y luego se extendió a toda la estructura.
Los investigadores de la Unidad Regional VIII buscan establecer la identidad del acusado, aunque hasta el cierre de esta edición no habían novedades. Por el caso interviene el Juzgado de Instrucción Tres de la localidad, a cargo del juez Gerardo Casco.
Este medio pudo saber que hace tres días, el jueves 3 de noviembre, el mismo efectivo había denunciado un intento de atentado en su domicilio. En esa oportunidad, cerca de las 6.30 de la mañana, cuando se levantó, encontró una bomba molotov y combustible detrás del mismo auto.
Lo que se especuló es que el delincuente no llegó a concretar el ataque o bien simplemente se trató de una intimidación.
Antecedente
El atentado es de similares características al que sufrió la jefa de Comisaría Segunda, María Eugenia Miranda. El hecho ocurrió el 6 de septiembre, pero además de un vehículo quemado, en esa oportunidad se registraron varios disparos con un arma 9 milímetros.
Esto puso en riesgo la vida no solamente de la autoridad de la fuerza, sino la de su pareja, también policía con rango de sargento, Camilo Flecha, afectado a la División Traslado y Custodia de Detenidos de la Unidad Regional VIII, así como a su hijo de apenas 4 años, que dormía en la vivienda situada en la calle Chaco casi Luis Pasteur.
La balacera duró menos de un minuto e incluyó el incendio, con una bomba casera tipo molotov, del vehículo de los uniformados, un Peugeot 408 que estaba guardado en la cochera y terminó afectado en el lateral derecho. Los atacantes se esfumaron en la oscuridad de la noche.
En la vereda los peritos levantaron 19 vainas de pistola automática como las que utilizan las fuerzas de seguridad. Ese dato permite interpretar que usaron más de un arma por la cantidad de balazos que impactaron en la pared de la casa, el vehículo, además del muro y la reja frontal de la propiedad.
Es decir, fueron dos o más atacantes.
Entonces, tanto Miranda como los efectivos de la fuerza relacionaron el atentado con los procedimientos contra el contrabando de soja que tiene un lugar neurálgico en San Vicente, con conexiones a Colonia Alicia, Aurora y El Soberbio, destinos finales de las cargas de los granos antes de cruzar a Brasil.
Ahora, luego del atentado al sargento, las sospechas persisten. No es la primera vez que efectivos a cargo de Miranda reciben mensajes intimidatorios o amenazas anónimas.
“Con mucha certeza creo que esto viene del lado de los chiveros de soja y maíz, tiene que ver con el contrabando de granos y es un mensaje para que dejemos de hacer controles, pero es nuestro trabajo y no nos van a intimidar”, expresó entonces la oficial Miranda en una charla que tuvo con El Territorio.
“No tuvimos amenazas de manera directa, pero desde que comenzamos con los operativos pasaban en la ruta y nos decían que tengamos cuidado, algunos mensajes nos llegaban. Nunca pensamos que en algún momento iban a ejecutar un ataque como el que hicieron”, amplió entonces la mujer, con la seguridad de que se trató de una respuesta mafiosa a los controles.