Javier Batista fue sentenciado a 9 años de cárcel, pero estuvo preso un año y siete meses. La víctima, Yenifer Guayaré, lamentó la decisión judicial y pidió seguridad. Batista fue hallado “autor penalmente responsable del delito de lesiones gravísimas doblemente calificadas por el vínculo y por violencia de género” y trasladado a la Unidad Penal VIII de Cerro Azul.
El 20 de mayo del año pasado, el fisicoculturista Javier Orlando Batista (43) fue sentenciado a nueve años de cárcel por agredir y dejar cuadripléjica a su exconcubina Yenifer Guayaré (29).
Los testimonios de la víctima y de una anterior pareja que también padeció violencia, como el accionar del acusado luego del hecho y el aporte técnico de un médico forense, sentaron las bases para la pena impuesta por el Tribunal Penal Uno de Oberá.
Batista fue hallado “autor penalmente responsable del delito de lesiones gravísimas doblemente calificadas por el vínculo y por violencia de género” y trasladado a la Unidad Penal VIII de Cerro Azul.
Pero apenas transcurrió un año y siete meses y resultó beneficiado con la excarcelación extraordinaria bajo caución juratoria y recuperó la libertad.
La medida de concretó el último viernes, justo en la víspera de Nochebuena, por disposición del mismo Tribunal que lo condenó. La resolución, a la que tuvo acceso este medio, está firmada por el presidente Francisco Aguirre.
Dicho beneficio fue solicitado por la defensa y se basó en que la sentencia no se halla firme, en la buena conducta del imputado y que previo al juicio oral estuvo en libertad y no entorpeció el proceso.
Guayaré se mostró sorprendida e indignada por la decisión judicial y aseguró que al menos hasta ayer no había sido notificada al respecto.
Incluso, se enteró por este medio de la excarcelación de Batista. “Cómo puede ser. Qué injusticia”, fue su primera reacción.
“Ayer (por el sábado) salí del hospital y me desayuno esto. Dios mío”, expresó, al tiempo que alertó que actualmente no dispone de custodia policial, garantía con la que contó previo al juicio del año pasado.
“Esto me da mucho miedo”
Consternada por la novedad, Guayaré contó que a principios de mes sufrió pancreatitis y tuvo que ser internada en terapia intensiva. El jueves fue intervenida quirúrgicamente y el sábado recibió el alta, tras 19 días internada.
“No entiendo a la Justicia, esto no puede ser. Tampoco me avisaron que lo liberaron. Esto me da mucho miedo”, subrayó angustiada.
Según se probó en la juicio, en la madrugada del 15 de diciembre del 2016 Batista y Guayaré concurrieron a una cena en el Club Cooperativa y luego tuvieron una discusión que culminó afuera, cuando ella cayó al suelo tras recibir un golpe que le ocasionó una lesión gravísima
Ante el Tribunal la víctima contó que comenzaron a discutir por una escena de celos de su pareja que la trató de “puta”.
Alrededor de la una salieron del salón de eventos y ella le pidió las llaves de la casa, circunstancia en que Batista “se dio vuelta y me agarró de los cabellos, de frente con las dos manos. Ahí ya no me acuerdo más. Después sentía mucho dolor en el cuello, y la sensación de no poder moverme”.
Luego la subieron al auto del padrastro del acusado y la trasladaron al hospital, donde su pareja habló con el médico de guardia y le dijo que estaba borracha y se cayó.
“En todo momento le dije que me había golpeado. Pero el médico Luis Derna me decía que no me preocupe, que ya me iba a pasar (…) Le dije al médico que mi pareja me golpeó. Yo lo acusé y se fue”, aseguró.
“El médico me trató de borracha. Tuve que hacer la denuncia en Posadas porque acá no me escucharon”, dijo en relación a su posterior traslado al Hospital Madariaga.
La lesión sufrida por Guayaré le ocasionó un daño irreparable en la columna cervical, al extremo que quedó cuadripléjica y debe movilizarse en silla de ruedas.
En el debate oral se leyó la declaración del prestigioso traumatólogo Santiago Balderrama que operó a Guayaré en el hospital Madariaga de Posadas, quien concluyó que “nunca tendrá la movilidad ni recuperará el ciento por ciento de sus funciones”.
En tanto, desde un primer momento la defensa de Batista insistió en la inocencia de su cliente, argumentando que la víctima estaba alcoholizada y se cayó sola. También hicieron hincapié en un tumor prexistente que presentaba la damnificada, cuya existencia desconocía y pudo desencadenar la parálisis que la aqueja.
Al respecto, el médico forense Horacio Marín precisó que la caída “tuvo que tener la suficiente intensidad para producir una lesión”, lo que puso en dudas que un simple tropezón haya derivado en tremenda consecuencia.
Según la fiscal Estela Salguero, el golpe de Batista “la hace caer y le produce un desplazamiento de la cuarta y quinta vértebra cervical, con tal mala suerte que tenía un tumor (osteoma), cuya existencia desconocía, que se desplaza y produce la inmovilidad de sus miembros y una incapacidad permanente”.
Agregó que en su denuncia la victima manifestó que la relación siempre fue conflictiva por los celos del implicado. Dijo que tuvieron muchas discusiones y contó que una vez le rompió un celular, cuestión que también relató otra ex pareja.
“No hay testigos presenciales de lo ocurrido, por eso considero que los dichos de Yenifer son reales. Ni en la investigación ni acá en la sala se observó que haya mentido o querido perjudicar a Javier”, remarcó Salguero.
Golpeada y abandonada
La fiscal también ahondó en las actitudes de mostró Batista después del hecho, lo que sumó indicios para la acusación.
“Hay una situación muy llamativa en la actitud de Javier, que en todo momento dijo que la ayudó y que la llevó al hospital, lo que es verdad, pero en el hospital quedó sola. Llamativamente Javier se fue. Ella tiene padres, hermanos, una tía que trabaja en el hospital; pero se fue y no llamó a ningún familiar. Una enfermera llamó después a la tía.
La hermana que estaba con él tampoco hizo nada para que los familiares pudieran enterarse de lo que le pasó a Yenifer. Indudablemente tomó esa decisión porque a él le beneficiaba. Todo esto proviene de una persona violenta”, remarcó en su alegato.
También se refirió al testimonio de Paola Ramírez, ex pareja de Batista que prestó testimonio y lo acusó de violencia.
“Nos rebeló lo que sufrió estando con este sujeto, nunca lo nombró. Cuando lo miraba decía este sujeto. Y dijo que era muy agresivo, muy violento, una persona dominante y de permanente hostigamiento. Yo era de su propiedad, dijo la testigo. Que tenía que hacer todo lo que él decía, y contó una situación de mucha violencia que le ocurrió en una oportunidad que una persona llegó a su domicilio para entregarle un currículum y que Javier la acusó de mantener una relación. Aunque hubiera sido una infidelidad, jamás debió actuar así, apretarle el cuello, tirarla al suelo, tirarle a la cama, pegarle con un cinto, amenazarla de muerte”, cuestionó la fiscal.
Asimismo, citó que el informe psicológico lo define como una personalidad obsesiva y con dificultad para manejar sus impulsos.
Fuerza y agresividad
La fiscal Salguero concluyó que existen elementos para acusar al fisicoculturista.
“Todo esto demuestra que la víctima no cayó sola. Esa noche Javier dio rienda suelta a sus impulsos, a su agresividad. Descontrolado por los celos golpeó a Yénifer, que cayó con tal mala suerte que teniendo ese tumor le produjo una incapacidad permanente. No hay ninguna duda de que Javier le imprimió un golpe”, remarcó.
Y agregó: “Los médicos dijeron que se debe imprimir un golpe con fuerza. Hoy acá el doctor Marín dijo que la fuerza del golpe debe tener cierta intensidad. No olvidemos que es una persona que trabaja en un gimnasio, que hace pesas y es robusto, ante una mujer delgada. Sin dudas, la fuerza de Javier actuó sobre la debilidad física de la víctima. Y debe responder por este hecho gravísimo”.
El alegato de la defensa estuvo a cargo de Orlando Flosi, codefensor junto a Héctor Flosi. Según el letrado la noche del hecho existió un desencuentro de pareja, pero “en todo momento Batista escapó de la hipótesis de conflicto. Salió del lugar y fue seguido por la denunciante”.
Opinó que la acusación fiscal careció de fundamentos y que “la única prueba es la denuncia de la víctima, y está cargada de contradicciones”. Flosi insistió con analizar la cinemática del hecho y avanzó en la lesión prexistente por un tumor que “se encajó en el canal medular”.
Sobre el testimonio de Paola Ramírez dijo que “apareció con un relato fantasioso para hacerlo parecer un monstruo”.
“Es un peligro latente”, dijo su expareja
En el juicio declaró la ingeniera Paola Ramírez (37), ex pareja de Batista.
“En base a mi experiencia, porque lo conozco, sé que puede haber represalias; pero igual estoy acá”, indicó al inicio.
“Yo era de su propiedad. Todo el tiempo me decía: ‘si me engañás te mato’, y me trabajaba con la culpa. Que yo era la razón de su vida; que sin mí, su vida terminaba. Usaba frases como ‘sos mía, por eso tenés que hacer lo que yo quiero. Tenés que hacerme feliz’. Era totalmente dominante y absorbente”, subrayó.
Ante el Tribunal, la testigo aseguró que el implicado tenía cambios de humor, se volvía muy agresivos e imprevisible. En tanto, contó que en una ocasión la agredió porque sospechaba que tenía un amante.
“Estaba muy sacado y empezó a gritar, agarró mi celular, lo tiró y lo destruyó a pisotones. Después me agarró del cuello, gritando, y me tiró al piso. Pensé que me iba a matar. Luego me agarró el brazo, me tiró en la cama y me amagó con un cinto de cuero, y me decía que le diga la verdad o me iba a matar a palos”, recordó.
Ramírez reflexionó que “la violencia contra las mujeres no tiene ni nunca tuvo un castigo real, por eso los femicidas y violadores no tienen miedo de serlo. Por favor no lo subestimen porque este sujeto es un peligro latente”.
Fuente, El Territorio.