Se llama Juan Domínguez y no cree ser merecedor de tantos halagos, pues considera que hizo lo que le dictó su conciencia. «Lo que no es mío, no es mío», dijo. El dinero era para una urgencia medica.
Sucedió el miércoles y el protagonista de la historia se llama Juan Domínguez, con más de una década transportando personas y quien actualmente se desempeña en Remises Centro.
Igualmente, sobre el episodio recordó en diálogo con una emisora local que «la señora, que iba con dos jovencitas, pidió que las llevara hasta una parada de colectivos que está situada un poco más arriba de la entrada al Hospital Samic, ahi las dejé porque -según dijo- se tomaban un colectivo hasta Posadas».
En ese contexto, explicó que cuando las pasajeras se bajaron del vehículo y pudo retomar su camino hacia la base, notó que en el piso (de los asientos traseros) «había mucho dinero desparramado, por lo que enseguida entendí que era de la señora».
Sin dudar un instante y sin saber si la pasajera estaba todavía en el punto donde la había dejado, dio vuelta su vehículo y regresó lo más rápido que pudo. «Estaba llorando porque se había dado cuenta de que lo perdió. Le abracé y le dije ‘no se preocupe, aquí está su dinero'», relató Juan.
«Nunca dudé, sabía que era de ella», insistió el trabajador, y contó que «no es la primera vez que me pasa, no con un monto tan grande de dinero, pero sí con celulares que se olvidan o hasta alguna billetera y siempre devuelvo. Lo que no es mío, no es mío».
Fuente, El Territorio.