Tras más de dos décadas de gestión, la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) firmó una escritura que transfiere seis mil hectáreas a comunidades guaraníes de Misiones. Estas tierras están ubicadas en la Reserva del Valle de Cuña Pirú, en el Centro de la provincia, y lo había lo dispuesto el Consejo Superior en el año 2014. La rubricaron funcionarios de la Universidad y caciques de las comunidades.
Luego de 22 años de reclamos, las comunidades mby’a guaraní que habitan el Valle del Cuña Piru: Ka’aguy Poty, Kapi’i Poty, Ka’aguy Miri Rupa, Yby Pyta, y Yvytu Porá, consiguieron la titularización de las tierras ancestrales.
Son unas 6.300 hectáreas de un compacto corredor de selva paranaense que, pese a la cercanía con un centro urbano como Aristóbulo del Valle y la degradación por cuenta del desmonte ilegal y el robo de madera, es una especie de biósfera. El acto de entrega del título de propiedad se realizó esta mañana en la Casa de Gobierno, en Posadas, con la presencia de una nutrida comitiva de las cinco comunidades mby’a de Cuña Pirú, el acompañamiento de representantes del Equipo Misiones de la Pastoral Aborígen, Emipa, las autoridades de la UNLP y la presencia del Escribano General de Gobierno de Misiones, Alberto Poujade
En el sitio web de la UNLP se detalló que el documento de “Reconocimiento de Posesión y Propiedad Comunitaria” transfiere las tierras en condominio indiviso y por partes iguales (1/3 c/u) a favor de las Comunidades Aborígenes Ka’aguy Poty, Ivy Pyta y Kapi’í Poty”.
El documento lleva la firma del presidente de la UNLP, Martín López Armengol, del escribano General de Gobierno, Alberto Poujade Brañas, del cacique 1° Eliseo Chamorro y el cacique 2°, Omar Duarte (Aldea Ka’aguy Poty); el cacique 1° Roberto Benitez, el cacique 2° Nicolás Acosta (Aldea Ivy Pytá) y del cacique 1° Fabián Cabrera, y el cacique 2° Fabián Vera (Aldea Kapi’í Poty).
El acto contó además con la presencia del vicepresidente Fernando Tauber, y del secretario de Asuntos Jurídicos y Legales, Rafael Clark.
a UNLP hizo un repaso del proceso que llevó hasta la firma de las escrituras: “Las gestiones de cesión de estas tierras se iniciaron hace casi dos décadas impulsadas por el entonces secretario General de la UNLP, Fernando Tauber. Con el apoyo del Consejo Superior se avanzó en el camino que hoy finaliza en la restitución de las tierras a las comunidades del pueblo Mbya”.
Tras la firma de la escritura, López Armengol destacó la importancia de la iniciativa: “Nos deja profundamente satisfechos porque nos permite ratificar de manera firme nuestra convicción de reconocer los derechos de los pueblos originarios sobre estas tierras. Fueron 20 años en los que siempre hemos estado abiertos y atentos a la preocupación y al reclamo de las comunidades locales; a lo largo de las distintas gestiones, existió un canal de diálogo franco, que hoy nos encuentra celebrando un acuerdo histórico no solo para nuestra Universidad, sino para el país”.
“Este es un momento histórico, después de mucho se hizo justicia para el pueblo mby’a y para toda las comunidades pre existentes de la Argentina”, señaló el cacique Chamorro. “Esta lucha arranca antes de la reforma constitucional de 1994”, historió Chamorro. “Y conseguimos que la Constitución incluyera derechos para los pueblos originarios y tengamos la posibilidad de tener un respaldo jurídico para nuestra lucha”, argumentó.
Un “corredor verde” donde predominan bosques y montes
Las tierras mbya del Cuña Pirú estaban en manos de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP), que las recibió en donación de la empresa Celulosa Argentina, una vez que esta concluyó la explotación forestal, hace 24 años, y cuyos directivos firmaron hoy la transferencia de la propiedad junto a los líderes indígenas.
“Se trata de 6.035 hectáreas en los departamentos misioneros de Libertador San Martín (municipio de Ruiz Montoya) y Cainguás (municipio de Arsitóbulo del Valle). Sobre este último está ubicada la mayor parte del predio, que está dividido por la ruta provincial 7 y el arroyo Cuña Pirú. Es una zona donde la Provincia de Misiones, por medio de la Ley de áreas naturales protegidas, decidió establecer el corredor verde con restricciones al uso de la misma”, señaló la UNLP.
Y detalló: “La reserva, en su mayoría de bosques y montes, había sido donada por la empresa papelera Celulosa Argentina en el año 1991, con el objetivo de que se destinaran a actividades académicas, científicas y de investigación. En el año 2000, un acuerdo firmado con el Ministerio de Ecología de Misiones las integró al sistema provincial de áreas protegidas. Sin embargo, esta situación no resolvió el conflicto existente desde el año 1994 con las comunidades mbyá Guaraní instaladas en la región desde hace más de un siglo y demandan por sus derechos sobre el territorio”.
Hasta ahora la UNLP realizaba en esas tierras actividades académicas y de investigación. Las Facultades de Ciencias Naturales y Ciencias Agrarias, por ejemplo, realizó en ese lugar “trabajos sobre biodiversidad y antropología”, se informó.
“Más allá del valor estrictamente académico y científico, la presencia de la Universidad se constituyó además en garantía de preservación de esas tierras, cumpliendo el compromiso de que nunca se comercializarían esas propiedades y –al mismo tiempo- no interferirá en el desarrollo de la cultura, costumbres e idiosincrasia de las poblaciones allí asentadas, respetando además el libre tránsito y utilización (para caza, pesca, instalación de cementerios, viviendas, etc) de las 6.035 hectáreas por tiempo indefinido”, destacaron desde la UNLP.
Ramírez, apuntó como problemas puntuales la educación y la salud en la zona, ya que pese a que las comunidades tienen acceso a establecimientos educativos desde nivel inicial hasta colegios secundarios, y también puestos sanitarios, “no se respeta la cultura indígena, se desdeña”.
“Hay escuelas, pero no siempre los docentes están preparados para estar con otra cultura, para respetar la lengua; la figura de los Asesores Docentes Indígenas está también muy desdibujada; hay como un debilitamiento de la cultura, que directamente se pierde en las escuelas, no se respeta, no tiene fuerza, no ocupa un lugar relevante”, explicó.
“La educación secundaria les muestra un futuro fuera de sus comunidades, saca a los jóvenes de sus comunidades, pero tampoco le ofrece un lugar en la nueva sociedad que les muestra”, agregó.
“En cuanto a la salud lo mismo”, indicó Ramírez. “Se fortalece poco la salud indígena cuando tendría que haber una visión intercultural”, afirmó, y argumentó: “Los indígenas tienen una visión mucho más integral de la salud, donde se contempla lo espiritual, el territorio, el ambiente; no solo el dolor en sí, sino todo lo que provoca eso”.
Fuente. Economis.
Debe estar conectado para enviar un comentario.