La autopsia a Alberto De Olivera (19), el joven que fue hallado muerto en la reserva Yabotí el último sábado, confirmó que falleció debido a un disparo en la espalda, según detallaron fuentes que intervienen en la investigación. Por el caso, está detenido el padrastro, que podría declarar en los próximos días.
Tal y como lo había determinado el médico policial en la escena, el joven tenía una herida de bala con orificio de entrada en la parte dorsal, sin herida de salida. Se extrajo una bala, que será cotejada por los especialistas, al igual que las dos armas incautadas en el marco de la instrucción.
El hombre había sido demorado preventivamente luego de dar versiones diferentes de lo sucedido, aunque en ambas afirmó que se habría tratado de un suicidio o que al menos la víctima estaba sola al momento del disparo. Se espera que declare esta semana, cuando la comisaría interviniente entregue el sumario policial del hecho.
Fuentes policiales señalaron que allí se entrevistaron con José Antonio, quien manifestó que cerca de las 9 estaban caminando por el monte con su hijastro hasta que en determinado momento éste le manifestó que tenía ganas de orinar y se alejó unos metros. En esa instancia escuchó una detonación, para luego hallarlo sin vida.
Expresó que presumió que se había tratado de un suicidio y detalló que el joven De Olivera tenía una escopeta calibre 20 consigo.
Lo primero que hicieron los uniformados fue adentrarse en la selva y ubicar el cadáver del joven. En la escena lo primero que les llamó la atención fue que el fallecido tenía el torso desnudo -le faltaba la camisa- y que el arma referida por su acompañante no estaba en el sitio.
En ese momento surgieron las primeras inconsistencias del acompañante de la víctima, quien cambió su versión: dijo que mientras caminaban el joven le dijo que se adelante y al hacer unos metros solo oyó el disparo. Expresó que cuando fue a ver De Olivera se encontraba con la escopeta en la mano, aún con vida.
“No toques el arma que te va a complicar, sácame la camisa y andáte”, habría dicho agonizante el joven, según este nuevo relato. Fue entonces que se dirigió rápidamente al campamento que habían montado, juntó sus pertenencias y caminó unos 40 kilómetros hasta su domicilio en San Vicente cargando una escopeta calibre 36. Allí dio aviso a sus familiares, se bañó y regresó al lugar.
Sus palabras no convencieron, fue demorado, aunque su situación cambió el domingo por la mañana con el informe preliminar de la necropsia. En horas de la noche los uniformados incautaron una escopeta calibre 14, un pistolón calibre 36 con ocho cartuchos y prendas de vestir que le pertenecían.
Éstas fueron entregadas espontáneamente al hermano de la víctima, quien expresó que habían sido dejadas por José Antonio en la casa de su madre, pareja del sospechoso, cuando volvió del monte.
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