El hecho en sí es atroz por el inimaginable sufrimiento de las víctimas. La desesperación, el dolor, la agonía. Pero el horror se potencia al constatar que no fue un incendio accidental, sino que se trató de un crimen que requirió planificación y elementos concretos para llevarlo a cabo.
Y todo, según los dichos de la propia responsable, por una discusión por unas cervezas.
Si bien durante todo el proceso previo Lishnivez se abstuvo de declarar, en la víspera cambió de estrategia y se desligó del hecho.
Sobre la confesión que les hizo a dos amigas en las horas posteriores al incendio, manifestó que sobredimensionaron sus palabras.
“Les dije que la culpa era mía por discutir por pavadas y ellas lo tomaron de la peor manera”, argumentó ante el Tribunal.
Pero sus dichos contrastaron con su postura siempre distendida, para nada compungida, incluso a momento de escuchar la sentencia a 35 años de cárcel.
Mató y confesó
En la lectura de la elevación de juicio de la causa que se tramitó ante el Juzgado de Instrucción Cinco de Alem, en la madrugada del 30 de agosto de 2021 Yésica Anahí Lishnivez llegó hasta la casa de su novio Rosendo José Campos, en avenida Cambá Cuá y calle Campichuelo, donde colocó trozos de un colchón de goma espuma embebidos con cera en el lateral de la propiedad y prendió fuego.
La vivienda era de madera, por lo que rápidamente las llamas avanzaron y destruyeron todo a su paso. Un dato estremecedor indica que la casa estaba dividida en dos y en la parte posterior residía Lucía Campos (hermana de Rosendo) con sus tres hijos menores.
Afortunadamente, la mujer sintió olor a humo y se despertó, lo que salvó su vida y las de sus chicos, ya que el inmueble se quemó en su totalidad.
El fuego comenzó alrededor de las 3.15 de la madrugada y en ese sentido resultó clave el registro de las cámaras de seguridad de una empresa tabacalera cercana al domicilio de la acusada.
En las imágenes aportadas al expediente se observa que a las 3.10 la mujer salió de su casa, regresando a las 3.27, lo que la pone en la calle en el momento en que se inició el fuego que se cobró las vidas de Campos y su hijo.
Horas más tarde les confesó el doble homicidio a sus amigas Patricia Martínez y Belén Friedrich, quienes radicaron la denuncia.
Luego, en el allanamiento de su vivienda la Policía encontró pedazos de gomaespuma y cera -elementos inflamables-, además de una campera quemada.
En tanto, las pericias técnicas determinaron que se trató de un incendio intencional. También la incriminan varios mensajes de Whastapp.
Pero como si todo esto fuera poco, su ex concubino Lorenzo Friedrich ya la había denunciado por quemar sus cosas, y no una, sino dos veces.
“Le quería dar un susto”
En su alegato, fiscal Estela Salguero citó que Patricia Martínez declaró que le llamó la atención un estado de Whatsapp en el cual Lishnivez escribió: “Los necesito de nuevo, por qué mi Dios”, frase acompañada con una foto de las víctimas.
“Yésica estaba rara, como en otra parte, ida. Se acostó y lloraba. Decía ‘es mi culpa, es mi culpa. Me peleé con él por una cerveza, por eso no vino a dormir conmigo’”, mencionó la fiscal citando a la testigo.
En tanto, frente a Belén Friedrich repitió: “Es mi culpa, yo tengo toda la culpa del incendio. Fui yo. Le quise dar un susto. Quería que se levante para que vaya a dormir conmigo”.
Además, subrayó que las pericias telefónicas corroboran lo que dijeron las dos testigos.
“Prendió fuego al costado de la casa y salió corriendo. Eso es importante porque al lado vivía la hermana de Campos con sus chicos”, agregó.
Detalló que las cámaras de seguridad de la tabacalera indican que la acusada salió de su casa en los minutos previos al incendio y regresó cuando las llamas ya avanzaban por la propiedad de Campos.
“Ahí solo vivían ella y su hija. Así que fue ella la que salió y volvió, indudablemente”, señaló Salguero.
“Una persona que hace esto, en algún momento hace eclosión. Nunca declaró, pero ahora viene y le echa la culpa a Friedrich. Como si fuera poco, a Yésica no le faltan antecedentes de este tipo”, remarcó Salguero.
Pruebas y alevosía
Para la fiscal no fue un dato menor que Friedrich (ex pareja de la imputada) declaró que en dos oportunidades le incendió sus cosas, por lo hay casos abiertos en el juzgado de Alem. “Contó que le quemó colchones, ropa y calzados porque cuando se enoja quema todo lo que encuentra a su paso”, señaló.
Hizo hincapié en que la mujer tampoco tiene buenas referencias en el trato hacia su hija y consideró que el día del hecho tampoco estaba tan borracha como para perder la conciencia.
“Se probó que salió a de la casa y que regresó en el horario del incendio. Se hallaron los elementos que usó y los informes del teléfono son categóricos”, puntualizó.
Por ello, para Salguero la acusada “prendió fuego la casa donde vivía su pareja con el hijo, sabiendo que ambos estaban durmiendo a esa hora. Actuó con alevosía porque actuó sobre seguro, sabiendo que ella no corría ningún riesgo”.
“Mató a dos personas -a un hombre joven y a su pequeño hijo- y debe responder por su accionar tan grave. Es una persona sana y comprende lo que es lícito y lo que no”, dijo y pidió la máxima pena.
El dolor de la hermana
Lucía Campos (30), quien vivía en la misma propiedad que su hermano y su sobrino asesinados, contó que aquella madrugada escuchó que las víctimas llegaron con la moto.
“Después de un par de horas sentí olor a quemado y había humo, salí a ver y vi las llamas. Pedí ayuda a los vecinos, pero nadie salió. Quise abrir la puerta y no pude”, recordó.
Contó que estaba con sus tres hijos, a los cuales alcanzó a despertar antes que las llamas quemen todo lo que tenían.
“Fue todo muy rápido, no pude salvar a mi hermano ni a mi sobrino. Mi casa también se quemó todo, no quedó nada”, indicó.
Otro testimonio relevante fue el de un comerciante que en las horas previas le vendió cervezas a la pareja.
“Empezaron a tomar a las 10 y a eso de las 22 vi que discutían, él tenía como actitud de que se quería ir y ella lo retenía”, indicó.
Mencionó que la mujer era nerviosa, que se la solía ver como en estado de abstinencia y que no tenía buen trato con su hija.
Fuente, El Territorio.