Tras su guerra declarada contra los gobernadores, el gobierno de Javier Milei se prepara para un desafío mayúsculo: cómo continuar su gestión sin necesidad de pasar por el Congreso, con alternativas que ya evalúa. La relación con el Parlamento está en punto muerto total, incluso con tensiones en el propio bloque, y eso se puede llegar a ver reflejado el próximo 1º de marzo, el día en que el Presidente tenga que inaugurar las sesiones ordinarias.
Milei, en sus últimas expresiones públicas y sobre todo a través de su red social predilecta, X, ya determinó, y de forma contundente, que la búsqueda del consenso y la negociación con el arco opositor fracasó de manera rotunda, lo que está a la vista con lo que pasó en el debate en Diputados de la ley ómnibus, y es momento de ir a fondo. Porque como deja trascender, y eso lo saben bien en la Casa Rosada, es tiempo de “ajustar o morir, a todo o nada” en los próximos meses para que su gestión sea exitosa.
Por eso, piensa llevar adelante su plan económico a través de las herramientas que tiene a su alcance y que no requieren de la aprobación parlamentaria. Esto significa que el Presidente avanzará con decisiones administrativas, nuevos decretos que sirvan para desregular la economía y resoluciones varias que están en elaboración con el ministro de Economía, Luis Caputo, uno de los abanderados de la profundización del ajuste fiscal junto con Nicolás Posse, el jefe de Gabinete, y Federico Sturzenegger, la pieza clave del equipo económico cuyo cargo, al mando de una unidad de reformas, todavía no fue oficializado.
En cuanto a los decretos, estarán relacionados con el espíritu del proyecto “bases para la reconstrucción de los argentinos” y no tendrán relación ni con los capítulos fiscal, penal y de reforma política, puntos que necesitan debate y aprobación en el Congreso. “Diseñamos un programa económico para exterminar la inflación sin necesidad del Congreso”, fue una de las frases que disparó el máximo representante del Poder Ejecutivo sobre lo que pretende hacer.
Si se pregunta en LLA sobre qué va a hacer Milei el primer día de marzo, fecha de apertura de sesiones ordinarias del Parlamento, la respuesta que hoy tiene mayor acuerdo es que va a ofrecer un discurso aunque de espaldas a los integrantes de las cámaras. “Pero falta mucho, todavía no hay una decisión final y con Javier todo es posible”, subraya una voz allegada al Presidente.
Hay otro ítem que el líder libertario tiene entre ceja y ceja y que promete atacar, como dejó trascender en las últimas horas: eliminar los subsidios a las obras sociales sindicales. La idea que tiene es continuar con su premisa de “quitar intermediarios”, en este caso particular los gremios, que se financian con un beneficio que debería ir directo a los ciudadanos.
Si el jefe de Estado pone en marcha esta medida, se la abrirá un conflicto de grandes proporciones con el gremialismo, cuya relación con el oficialismo está totalmente rota y no hay ningún funcionario capaz de negociar con todas las tribus que habitan la calle Azopardo 802. Es más: en las filas libertarias todavía existen enojos con aquellos dirigentes que trataron de entablar algún tipo de consenso con los caciques sindicales, como Sandra Pettovello que se reunió el mes pasado con Armando Cavalieri, el histórico líder de la Federación de Comercio, con foto incluida.
También, en la Casa Rosada persiste cierta tensión con el bloque libertario, con poca interacción y pases de facturas. Hay críticas a Martín Menem por el rol que mostró a lo largo de toda la discusión parlamentaria que naufragó el pasado martes pero saben que por lo menos a corto y mediano plazo no lo podrán tocar porque cuenta con el respaldo de Eduardo “Lule” Menem, primo y asesor del riojano. Un hombre que además se ganó la confianza del jefe de Estado y de su hermana, Karina. Un detalle no menor: en el peor momento de la negociación del proyecto, con el presidente de la Cámara de Diputados cuestionado, Karina y Lule se reunieron a almorzar durante una hora con Martín. Toda una señal.
A su vez, las figuras de los bloques violetas notaron que a lo largo de todo el proceso del debate parlamentario no tuvieron injerencia. Bajo este escenario, no pasó desapercibido que el Ejecutivo además las desautoriza: hizo oídos sordos completamente a un proyecto contra la interrupción del embarazo que presentó la diputada Bonacci y que llevó la firma del presidente del bloque, Zago. “No es parte de la agenda del Gobierno”, se limitó a decir el vocero presidencial.
En el horizonte de Milei también figura la posibilidad de realizar una consulta popular. Una bandera que agitan desde el oficialismo para “exponer a los traidores de los gobernadores” aunque todavía no posee forma. La consulta es no vinculante y debe ser una pregunta (que aún no dispone plan de elaboración), lleva tiempo y generará un costo importante en medio de un ajuste fiscal importante. Cerca de un ministro ofrecen ante este medio una sensación: que la consulta se va a abandonar. “¿Te imaginás si el Gobierno la pierde?”, se preguntan. Quedó en “stand by”.
Avanza un ajuste a las obras sociales
Las obras sociales que controlan los gremios están pasando por su peor momento, con insumos dolarizados y costos que aumentan sin parar producto de una inflación desbocada. Solo el año pasado, sumaron un rojo de más de 9 mil millones de pesos y por eso los grandes caciques sindicales le solicitaron a Sergio Massa, desde 2022, una asistencia estatal a través de la superitenndecia de servicios de salud.
El tigrense, al momento de discutir el Presupuesto 2023, intentó brindar un salvavidas pero la oposición se lo impidió. Hoy la preocupación en los ámbitos sindicales es todavía mayor y temen que líder libertario directamente desguace el sistema y lo privatice, afectando a miles de afiliados y fuentes de empleo, como ya dejó trascender.
Es más: en la última marcha de la CGT se mencionó el tema pero no consiguieron ningún tipo de respuesta por parte del oficialismo