Desde las 6 de la mañana, los trabajadores de la Cocina Centralizada empiezan a preparar con amor la comida que será el almuerzo de muchas familias obereñas. A las 9 se apagan las llamas de los quemadores y empieza el trabajo de distribución para llegar todos los barrios y a cada persona que necesita el alimento diario.
Muchos obereños, todos los días esperan la camioneta que lleva la comida principal a diferentes barrios para que puedan almorzar en familia, pero, ¿quiénes son esos héroes que usan sus manos y conocimientos gastronómico para preparar el almuerzo?
Marcela Velázquez, tiene una antigüedad de dos décadas cocinando para quién necesita, “siento una emoción venir todos los días a las 6 de la mañana, llevó 20 años cocinando, en primer lugar, se lavan las verduras, se pica, y así vamos incorporando a la olla”, relata la trabajadora municipal.
Actualmente y según los datos de la cocina centralizada se da de comer a 4.000 personas, en los últimos meses hubo un importante crecimiento de comensales, “está difícil la situación para la gente”, acota Marcela.
¿Sienten felicidad, los trabajadores al poder cocinar para la gente?, fue la pregunta que se le hizo a Velázquez, “Sí, sí, porque, en primer lugar, que no le falte nada para los chicos, para los abuelos y para la gente que necesita. En general, o sea, yo no quiero que falte a nadie. Todos los días por eso cocinamos”.
Luis Ayala es otro de los cocineros, lleva 18 años en la cocina que administra el Gobierno de la Ciudad de Oberá y hace unos años comparte el trabajo con su hijo, Cristian Ayala, quién se muestra feliz por trabajar con su papá en la labor tan importante para la gente.
“Se hacen distintas comidas para todos los barrios, la satisfacción de saber que hay muchos niños, muchos abuelos, que todos los días comen gracias a nuestro trabajo. A las 9:30 salimos a repartir la comida”, manifiesta Luis, con una sonrisa que transmite satisfacción.
¿Hay amor en la labor?, pero es más que eso, “todos tenemos que poner el hombro para que salga todo bien y amor, todo, todo perfecto, todas las ganas. Es lo mismo que en la casa de uno”, dice Luis.
El más joven es Cristian, que no le esquiva la responsabilidad tan gratificante, “para mi es un gusto enorme trabajar en la cocina porque detrás de nosotros tenemos un buen grupo de trabajo que aportamos para la gente que necesita el almuerzo de cada mediodía en su casa. Estoy muy contento porque mucha gente nos está esperando al mediodía para tener su plato de comida”.
Tres trabajadores, pero la cocina centralizada tiene más personal, ellos son una muestra de quienes están detrás del oficio, son los héroes que las familias no los conoce, pero sin dudas desde el anonimato aportan lo que toda persona necesita, un plato de comida.
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