Muchos de los valencianos afectados se manifestaron este sábado para reclamar que la situación de insalubridad en varios lugares podría favorecer la propagación de virus y bacterias que afecte a residentes, efectivos de emergencia y voluntarios.
Las lluvias torrenciales causadas por la Dana (depresión aislada en niveles altos) en varias regiones de España, con especial foco en Valencia, han generado el alerta de las autoridades por el alto riesgo de epidemia y el contagio de enfermedades graves. Hasta el momento, las inundaciones provocadas por este fenómeno ocasionaron 223 muertos, mientras 78 personas seguían desaparecidas en medio de las maniobras de rescate y auxilio de los pobladores.
Muchos de los valencianos afectados se manifestaron este sábado para reclamar que la situación de insalubridad en varios lugares podría favorecer la propagación de virus y bacterias que afecte a residentes, efectivos de emergencia y voluntarios.
Mientras tanto, las autoridades pidieron a quienes se hallan en la zona que tomen precauciones y emprendieron una campaña de vacunación contra el tétanos al considerar que hay riesgo de epidemia de esta enfermedad.
Fases clínicas de desastres naturales
Los efectos de fenómenos como la Dana se dividen, bajo un criterio cronológico, en tres fases clínicas que resumen los efectos sobre la salud pública en las personas lesionadas y los sobrevivientes.
La fase 1, la fase de impacto (que dura de 0 a 4 días), es el período en el que generalmente se rescata a las víctimas y se proporciona el tratamiento inicial de las lesiones relacionadas con el desastre.
La fase 2, la fase posterior al impacto (de 4 días a 4 semanas), es el período en el que pueden surgir las primeras oleadas de enfermedades infecciosas (infecciones transmitidas por el aire, los alimentos o el agua).
Y la fase 3, la fase de recuperación (después de 4 semanas), es el período en el que los síntomas de las víctimas que han contraído infecciones con largos períodos de incubación o aquellas de tipo latente pueden volverse clínicamente evidentes. Durante este, las enfermedades infecciosas que ya son endémicas en el área, y en los peores escenarios podría dar lugar a una epidemia.
En el marco de la fase 2 –la que están atravesando actualmente las personas afectadas– «se han destruido las redes de agua sanitaria y hay contaminación ahora mismo en toda la zona».
Así lo explicó José Manuel Bautista, catedrático del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Complutense de Madrid. «Las aguas residuales se han mezclado y se han esparcido por donde ha pasado el agua, lo que incluye bacterias patógenas o potencialmente patógenas, como escherichia coli, salmonella, virus intestinalesy algunos tipos de parásitos como Cryptosporidium», describió en declaraciones a la BBC.
Por otro lado, apuntó que las aguas estancadas podrían favorecer la proliferación de mosquitos, lo que causaría un riesgo adicional. «El frío ayuda a reducir esto, pero en la zona de Valencia el clima es relativamente bueno, así que podría haber casos de enfermedades transmitidas por mosquitos, como la fiebre del Nilo. Aunque no es común en esa zona, podría ser un riesgo potencial», afirmó el epidemiólogo.
Por su parte, el presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, anunció que no descarta una posible epidemia y destacó el inicio de una campaña de vacunación contra el tétanos, que en este momento se considera la enfermedad de mayor riesgo en las zonas afectadas.
Bautista señaló que «el Clostridium tetani es una bacteria que se encuentra en el suelo y en lugares relacionados con el hierro y el barro», y que «todos los escombros en esta situación pueden estar expuestos» al microbio.
Es por ello que las autoridades han aconsejado especialmente ponerse la vacuna a quienes hayan sufrido alguna herida durante las labores de limpieza y reconstrucción.
Riesgo de leptospirosis
Otro riesgo importante para la salud en las zonas afectadas por el temporal es la leptospirosis, una infección bacteriana transmitida por animales, especialmente en ambientes húmedos.
«Esta bacteria se encuentra en aguas fecales. Con el desbordamiento, las bacterias que estaban contenidas en sistemas cerrados ahora se han diseminado con el agua», indica Bautista.
La leptospirosis puede entrar en el cuerpo a través de pequeñas heridas, suele tardar entre una semana y 15 días en manifestarse, y se trata con antibióticos.
«Es importante la vigilancia epidemiológica, ya que los roedores también pueden transmitir esta bacteria. Toda la comida y restos biológicos en descomposición pueden atraer ratas», advierte el experto.
Los peligros del barro
Otro de los riesgos que se desprenden de los efectos de la Dana está asociado con el barro, que impregnó las calles, los edificios y la ropa de quienes colaboran en las tareas de limpieza.
«Si el lodo procede de aguas fecales o aguas residuales que se han desbordado, podría contener bacterias patógenas que contaminan las manos y, al llegar a casa, los alimentos», afirma Bautista.
Y advierte que «también podría haber residuos químicos ya que, si hay industria en la zona, el agua podría haber arrastrado sustancias químicas, lo que puede causar infecciones cutáneas».
«Además, en ambientes muy húmedos al limpiar también puede haber riesgo de enfermedades respiratorias, ya que hay hongos y bacterias que pueden causar infecciones y esto podría agravar la condición de quienes ya padecen este tipo de enfermedades», agrega.
La materia orgánica
Los expertos consideran prioritario retirar cuanto antes de las calles la basura y los cadáveres de animales, ya que son peligrosas fuentes de enfermedades contagiosas.
«Se trata de materia orgánica en descomposición, lo que facilita el crecimiento de bacterias y hongos, ya que encuentran nutrientes para crecer. Además, si el agua está estancada, esta contaminación se disemina», apunta el epidemiólogo español.
La descomposición de materia orgánica, explica, «produce bacterias como estafilococos y estreptococos, entre otras, que pueden causar infecciones relacionadas con Salmonella, infecciones cutáneas y respiratorias, y toxinas gastrointestinales que producen algunas de estas bacterias, como la gastroenteritis».