Lo que arrancó como una jornada de encuentro vecinal terminó envuelto en críticas, videos virales y vecinos pidiendo explicaciones. ¿Qué pasó en el playón del 20 de Junio?
Eldorado, Misiones – El último fin de semana, lo que parecía ser un lindo encuentro entre vecinos en el playón del barrio 20 de Junio (Km. 3) terminó generando bronca, incomodidad y un aluvión de comentarios en redes. ¿El motivo? Durante un show musical que formaba parte del evento, dos bailarinas aparecieron en escena con vestimenta provocativa y se mandaron un perreo que dejó a más de uno con la boca abierta… y no precisamente de alegría.
Las imágenes, grabadas por varios de los presentes, se viralizaron en cuestión de horas. En los videos se ve claramente a las bailarinas haciendo una coreografía cargada de movimientos sexualizados, mientras frente al escenario había decenas de familias y muchos, muchísimos chicos. La reacción fue inmediata: algunos padres y madres se levantaron, agarraron a los peques y se fueron, visiblemente molestos por lo que estaban viendo.
“La estábamos pasando bárbaro, había música, comida, los chicos jugaban… y de repente, ¡pum! Aparecen estas chicas perreando como si fuera un boliche. Me dio vergüenza ajena”, contó Carla, una mamá del barrio. “Mi hijo me preguntó si eso era parte del show para niños. Ni supe qué decirle”.
Los dardos más duros cayeron sobre la Comisión Vecinal del 20 de Junio, que fue la encargada de organizar el evento. Varios vecinos les apuntan directamente por no haber revisado el contenido del show. En redes sociales, los comentarios no se hicieron esperar. “¿Cómo puede ser que nadie haya visto de qué se trataba esa presentación?”, escribía un usuario indignado. Otro agregaba: “Una cosa es el arte, otra cosa es el sentido común. No podés hacer eso frente a nenes”.
Hasta el momento, ni la comisión organizadora ni autoridades municipales salieron a dar la cara. El silencio llamó la atención y molestó aún más. Desde Norte Misionero intentaron comunicarse con representantes barriales, pero no hubo respuestas. Por otro lado, se rumorea que el evento contaba con apoyo municipal, aunque eso tampoco fue confirmado oficialmente.
En el barrio, el tema sigue siendo conversación obligada. Algunos intentan bajarle el tono a la situación, diciendo que fue un error de programación o falta de comunicación entre artistas y organizadores. Pero para muchos, eso no alcanza. “Cuando organizás algo para la familia, tenés que cuidar todos los detalles. Esto no fue un detalle menor”, opinó Andrés, vecino y docente.
Las redes sociales hicieron su parte: con los videos girando por Facebook, WhatsApp e Instagram, el tema tomó vuelo y no tardó en transformarse en escándalo. Aparecieron memes, quejas, y también algunos defensores del show que dijeron que se estaba exagerando. Pero la mayoría coincidió en lo mismo: el contexto fue inadecuado.
Y es que nadie está diciendo que el perreo esté mal. Ni el baile, ni la música, ni la ropa provocativa. El punto es simple: todo tiene su lugar. Lo que quizás es un número más en un boliche o en una fiesta de adultos, puede resultar completamente inapropiado en un evento donde hay decenas de chicos y chicas que fueron con la idea de pasar un rato en familia.
“Acá no se trata de censurar a nadie. Se trata de pensar antes de actuar. Hay mil formas de entretener sin caer en lo vulgar o lo polémico”, reflexionó Mariana, otra madre del barrio.
Mientras tanto, la comunidad espera respuestas. Muchos ya adelantaron que pedirán explicaciones formales a la comisión vecinal y que exigirán que este tipo de situaciones no se repitan. Algunos incluso mencionaron la posibilidad de renovar la comisión.
Lo que está claro es que el evento, que buscaba fortalecer la unión del barrio, terminó dividiendo opiniones. Y dejó una enseñanza: organizar un evento para familias no es solo armar un escenario y poner música. Es también tener criterio, sensibilidad y respeto por el público que va a asistir.
Porque al final del día, cuando se mezclan los tonos del reguetón con los colores de una tarde en familia, alguien tiene que saber dónde está el límite.