Una familia tipo —dos adultos y dos niños— necesitó en abril de 2025 un ingreso cercano a los $1.110.000 para no caer por debajo de la línea de pobreza, de acuerdo al último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Al mismo tiempo, la canasta básica alimentaria, que marca el umbral de la indigencia, se situó en $502.291, un nivel que refleja únicamente los alimentos y bebidas indispensables para cubrir los requerimientos nutricionales de un “adulto equivalente” durante un mes.
Evolución de precios y contrapeso con la inflación
En el cuarto mes del año, la canasta básica total —incluye alimentos, indumentaria, transporte, salud y esparcimiento— registró un aumento del 0,9%, mientras que la canasta alimentaria creció un 1,3%. Ambos incrementos quedaron por debajo del alza general de precios, que en abril alcanzó el 2,8%. De este modo, durante el primer cuatrimestre las canastas acumulan subas del 8,4% (total) y del 11,8% (alimentaria), en contraste con una inflación interanual del 34% y 34,6%, respectivamente.
Aunque la desaceleración de la canasta básica acompaña la moderación de la inflación —que cayó un punto en relación con el 3,7% de marzo—, la presión sobre el poder adquisitivo de los hogares sigue siendo fuerte. El rubro de alimentos y bebidas, principal componente de la canasta alimentaria, trepó un 2,9% en abril, impulsado por aumentos en carnes y derivados, leche y lácteos, huevos, y pan y cereales.
Cómo se construyen las canastas
Para elaborar la canasta básica alimentaria, el INDEC parte de los requerimientos calóricos y proteicos necesarios para que un “adulto equivalente” (hombre de entre 30 y 60 años, con actividad física moderada) cubra sus necesidades nutricionales durante un mes. A partir de allí, selecciona grupos de alimentos y sus cantidades según los patrones de consumo relevados por la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo). A la canasta alimentaria se le suman luego bienes y servicios esenciales —vivienda, vestimenta, transporte, educación, salud y otros— para conformar la canasta total, que define la línea de pobreza.
Impacto en las familias
El salto que experimentan ambos indicadores repercute directamente en la vida cotidiana. Para no ser considerado pobre, un hogar tipo debe destinar mensualmente más de un millón de pesos solo para cubrir los bienes y servicios básicos. Esto equivale, en muchos casos, a más de tres salarios mínimos vitales y móvil. Cuando el ingreso familiar se ubica por debajo de ese piso, el hogar se ve obligado a recortar gastos en áreas como salud, educación o esparcimiento, con el consiguiente impacto en el bienestar y oportunidades de sus integrantes.
Perspectivas y desafíos
La moderación de la inflación general en abril ofrece un respiro transitorio, pero los expertos advierten que la desaceleración de precios debe sostenerse en los próximos meses para mejorar realmente el poder de compra. A su vez, destacan la importancia de impulsar políticas de estabilización y promover incrementos salariales que acompañen, al menos, la evolución de las canastas básicas. Solo así será posible aliviar la presión sobre las familias y garantizar el acceso efectivo a los bienes y servicios elementales para una vida digna.