A seis meses de la aprobación del convenio que destina 180 millones de pesos a la recuperación del pozo termal del Parque de la Selva, las máquinas aún no han arrancado. La expectativa inicial de reactivar este espacio emblemático para el turismo y la economía local comenzó a desdibujarse entre explicaciones técnicas, demoras administrativas y un clima político cada vez más tenso.
En el centro del conflicto están dos mujeres con peso político en la ciudad: la concejal opositora Mara Frontini y su par oficialista Lucy Glum. La primera lanzó recientemente un video en sus redes sociales donde apuntó con firmeza: “¿Dónde están los 180 millones para las termas?”. La segunda, sin demorarse, respondió con igual vehemencia: “Los fondos no llegaron porque la obra no comenzó, y eso lo sabe”.
Una obra prometida, aún sin inicio
El pozo termal, clausurado desde hace años, fue durante décadas uno de los atractivos turísticos más característicos de Oberá. Ubicado dentro del Parque de la Selva, su reapertura no solo simboliza una vuelta al esplendor perdido, sino también una oportunidad para atraer visitantes, fortalecer el sector hotelero y dinamizar el comercio.
En diciembre de 2024, el Concejo Deliberante aprobó por unanimidad —incluido el voto afirmativo de Frontini— el convenio mediante el cual el gobierno provincial comprometía 180 millones de pesos en tres tramos para financiar las obras de recuperación. El acuerdo establecía un primer desembolso de casi la mitad del monto apenas se firmara el acta de inicio de obra.
Sin embargo, según fuentes municipales, esa acta aún no se rubricó oficialmente. Por ende, el dinero sigue sin transferirse. “El primer peso no llegó porque todavía no se habilitó el comienzo de los trabajos”, repite una y otra vez la concejal Glum, en sus apariciones mediáticas más recientes.
Una empresa mendocina, máquinas varadas y un parque cerrado
En un intento por avanzar, el municipio contrató a una firma especializada en perforaciones profundas, con sede en Mendoza. Se trata de una empresa con experiencia en minería y extracción petrolera, seleccionada por su capacidad técnica para destrabar el pozo, cuya profundidad y condiciones geológicas suponen un gran desafío.
A mediados de abril, parte del equipamiento de la firma llegó al Parque de la Selva: generadores, perforadoras y herramientas especializadas fueron trasladadas al predio, que debió cerrarse al público por razones de seguridad. Sin embargo, desde entonces, no hubo señales visibles de avance.
El intendente Pablo Hassan se mostró prudente, aunque insistente en que el objetivo sigue siendo el mismo: “Vamos a hacer un último intento por rescatar el pozo original. Si no se puede, se evaluará la perforación de uno nuevo”. Según el mandatario local, la obra está técnicamente lista para comenzar, pero depende de definiciones administrativas que aún no se concretaron.
Mientras tanto, el parque permanece cerrado. Algunos vecinos comienzan a dudar de que las máquinas realmente vayan a ponerse en marcha. La falta de movimiento visible en el lugar alimenta la percepción de una obra que no arranca, una percepción que Frontini no dudó en canalizar hacia una crítica política directa.
La denuncia opositora y el contraataque oficialista
El video publicado por la concejal del PRO/Cambiemos no tardó en viralizarse. En él, Frontini sostiene que han pasado cinco meses desde la aprobación del convenio y “no hay un solo ladrillo puesto”. Pregunta, con tono desafiante, dónde están los fondos comprometidos y exige conocer con claridad los detalles del contrato: el nombre de la empresa, los plazos y el destino exacto de cada peso.
“Este pozo no es solo una promesa turística: es una oportunidad económica para toda Oberá”, afirmó. “Estamos hablando de una inversión significativa que podría generar empleo, aumentar el turismo interno y activar los servicios. No podemos dejar pasar esto sin saber qué está ocurriendo”.
La respuesta oficial no se hizo esperar. Lucy Glum, edil de extracción renovadora y cercana al intendente Hassan, salió al cruce: “No se puede acusar al municipio de inacción cuando todavía no se cumplió el requisito básico para el desembolso: la firma del acta de inicio”. Según Glum, el dinero está reservado y el procedimiento es claro: “No hay magia, ni caja chica: sin inicio, no hay fondos”.
La concejal oficialista también cuestionó con dureza el tono y el momento elegido por Frontini. “Todo esto parece una movida de campaña. Ella misma votó a favor del convenio y ahora hace como si nunca lo hubiera leído. Está en el anexo: el primer pago llega cuando arranca la obra”, enfatizó.
Información cruzada y el fastidio ciudadano
El cruce entre ambas concejales destapó una vez más la tensión subyacente en el Concejo. Desde principios de año, los pedidos de informes, las sesiones acaloradas y las declaraciones en redes sociales se han vuelto moneda corriente en un contexto de creciente competencia electoral.
Glum se quejó públicamente de lo que llamó “politización innecesaria” del tema: “No podemos seguir usando cada proyecto para pelear. La gente ya está cansada de que todo se convierta en una chicana. Hay que ser responsables con la información”. También pidió que quienes critican presenten documentación oficial, no solo discursos.
Del otro lado, Frontini insiste en que su reclamo es legítimo y representa la preocupación de muchos obereños. “Esto no es una cuestión electoral: la transparencia no tiene fecha. Si las obras no avanzan, es nuestro deber exigir explicaciones. La confianza se construye con hechos”, afirmó.
Mientras tanto, los ciudadanos siguen esperando. Algunos pasan diariamente por el parque y observan el portón cerrado. Otros recuerdan los beneficios que generaba el pozo en sus años de funcionamiento: el flujo de turistas, los emprendedores que ofrecían productos regionales, las familias que encontraban allí una opción de descanso local.
“Lo que molesta es la falta de claridad”, dice Verónica, vecina del barrio Krause. “Si hay una empresa trabajando, que lo digan. Si hay un problema, que lo expliquen. Pero que no se peleen mientras nosotros seguimos esperando”.
Termas y política: una combinación sensible
El termalismo, como propuesta turística, tiene historia en Misiones, pero especialmente en Oberá. Desde hace décadas, se ha intentado posicionar este recurso natural como una alternativa de desarrollo local. La reciente construcción de un parque acuático en el mismo predio sumó expectativas sobre un posible polo recreativo que combine salud, entretenimiento y actividad económica.
En ese marco, el proyecto de recuperación del pozo termal representa más que una obra de infraestructura: simboliza una visión de ciudad. Por eso, la polémica actual no es solo técnica o administrativa, sino también simbólica y profundamente política.
La Cámara de Turismo de Oberá ha manifestado su preocupación por las demoras. A través de un comunicado, advirtió que “el potencial del pozo termal no puede desaprovecharse” y pidió que se destraben cuanto antes los obstáculos que impiden la ejecución del proyecto.
Frente a este escenario, el Ejecutivo local insiste en que los pasos necesarios se están dando. “No es una cuestión de voluntad, sino de procesos que deben respetarse”, explicó un funcionario del área de Obras Públicas. Según su versión, la firma del acta de inicio depende de la verificación técnica final del equipamiento, algo que estaría a punto de completarse.