River le ganó con mucha autoridad a Gimnasia, con goles de Driussi y Alario, y jugará la final de la Copa Argentina contra Central, en principio el jueves 15 en Córdoba. Va por primera vez por este título que tiene la frutilla del postre: el acceso a la Libertadores 2017.
Y ahí está River, vivito y coleando en San Juan. Tratando de reinventarse, dio un gran paso adelante: no sólo en lo práctico, sino en lo conceptual. Supo jugar esta final (en realidad semi), apareció el equipo en un momento decisivo, jugando sin nervios, y así se llevó puesto a Gimnasia. Y así ya sueña con más argumentos con quedarse con la Copa Argentina (la final es contra Central el 15) y con la gran frutilla del postre que es el cupo de la Libertadores.
Si se dice que se lo llevó puesto es porque lo buscó desde el principio y mereció el gol mucho antes de los 40’ del PT, cuando Driussi siguió demostrando que es el hombre del semestre con sus 11 goles y que tiene talento, como en ese anticipo furioso. Y al toque Alario pegó otro golpe letal, con un cabezazo. ¿Pudo haber cambiado en algo el penalazo que Herrera no le dio a Gimnasia en el final de ese primer tiempo? Tal vez, así como tal vez hubiese sido otro el partido si a los cuatro minutos no anulaban mal un gol de Ponzio…
¿Qué tuvo de bueno este River? Concentración, ritmo, presión en el rival. Concepto de equipo, jugando organizado con dos chicos atrás en una improvisada defensa (Olivera y Martínez Quarta) y manejando la semi con D’Alessandro, Nacho y Martínez; así, la gran diferencia en el juego y en goles la hizo en el primer tiempo contra un Gimnasia que salió dormido y se vio superado. En el segundo lo durmió sin problemas, toqueteó, pudo meter más goles y no sufrió como en cruces anteriores.
No es un detalle menor lo de Gallardo, que anduvo a los tumbos pero siempre respaldado después de sus grandes logros internacionales. Arrancó el semestre ganando la Recopa contra Independiente Santa Fe y ahora se ganó en buena ley el derecho a otra final de peso. Porque la Copa Argentina, la que nunca pudo ganar, tiene la llave de la felicidad, que es el camino a la Libertadores. Así que se viene a fin de año (15 de diciembre en Córdoba) justamente el partido del año.
Fuente: Olé