Mariel tenía 17 años cuando le practicaron un aborto clandestino; el procedimiento se complicó y terminó en la guardia de un hospital público. Las consecuencias fueron terribles y el episodio quedó grabado para siempre en la mente de un testigo directo, quien tres décadas más tarde exorcizó aquellos recuerdos en formato literario.
Así nació Los ojos de Mariel, la segunda novela negra del médico y escritor Hugo Mitoire, el reconocido autor de los Cuentos de terror para Franco, la serie más exitosa de los 22 libros que lleva editados.
El origen de su última novela se remonta a mediados de 1980, cuando trabajaba como cirujano de urgencias en el hospital Vidal de Corrientes y atendió a la protagonista de la historia. Pero entonces ni siquiera imaginaba que en 2004 dejaría la medicina para dedicarse de lleno a la escritura.
El caso lo marcó y años más tarde empezó a garabatear la trama, proceso que fue de la mano con su madurez como escritor. Finalmente, la obra vio la luz en diciembre pasado y rápidamente se agotó la primera tirada de mil ejemplares editados por Librería de la Paz, de Resistencia, Chaco.
Ahora, con la segunda reimpresión en la calle, el último viernes la novela fue presentada en la Biblioteca Domingo Faustino Sarmiento de Oberá, ocasión ideal para charlar con el autor. Y claro, la cuestión central de la novela está más vigente que nunca y el debate continúa.
“El tema del aborto es muy controversial y da para hablar mucho. Lo único importante es que de una buena vez se haga algo para que no se mueran más chicas. Uruguay es el último país latinoamericano que implementó la despenalización, en 2013, y desde entonces no se murió ninguna mujer más a causa de esta práctica. Es un dato brutal y sensible”, opinó Mitoire.
La trama
En la contratapa de la novela aparece la famosa definición del doctor René Favaloro sobre la despenalización del aborto, lo que a su vez marca la visión del autor al respecto.
“Los médicos que alguna vez nos desempeñamos en un hospital conocemos el tema porque cuando una mujer se somete a un aborto clandestino y se complica, al primer lugar al que va es a la guardia de un hospital. Ese fue el caso de Mariel: se complicó, cayó en el hospital Vidal y ahí comenzaron las macabras derivaciones que padeció esta pobre chica”.
Por ello, se trata de una novela de ficción basada en un hecho real de mediados de los 80.
“Yo vivía en Corrientes, era cirujano de urgencias del hospital Vidal y me tocó la lamentable tarea de vivir este caso muy de cerca. Me quedó muy grabado”, expresó.
Añadió: “Como pasa con las cosas que son muy buenas o muy malas. Nunca dejé de pensar en esa historia y por esas circunstancias de la vida terminé siendo escritor. Por eso, cuando empecé a tener los elementos para plasmar en el papel comencé a escribirla”.
Pero recién comenzaba su carrera de escritor y no daba en la tecla porque se mezclaba lo que quería contar con el impulso de explicar los detalles de manera científica.
“Entonces era un bodrio”, reconoció, por lo que encajonó el proyecto.
Recién hace un par de años le encontró la vuelta: dividirla en capítulos que narran la historia con saltos temporales -recurso que también usó en La Cacería, su primera novela-, intercalados con sencillas explicaciones científicas sobre el procedimiento del aborto.
Incluso hizo una clasificación de los ámbitos donde se realiza esta práctica, “para que se vea el grado de peligrosidad que hay en los diferentes lugares y cómo la chica que va a un determinado lugar tiene altísimas posibilidades de salir complicada y la que va a otro, ningún riesgo”, explicó.
Realidad y debate
La novela tiene la particularidad de contar con dos prólogos, el primero del médico y escritor Juan Carlos Galuppo, integrante del Cuerpo Médico Forense de la Provincia; el segundo fue escrito por la periodista de género cubana, Liliana Sierra Sánchez.
“No es una simple historia de ficción, es la realidad más descarnada que en Argentina más de 100 mujeres mueren cada año a consecuencia de las complicaciones derivadas de los abortos clandestinos”, espetó.
“Se calcula que entre 460 mil y 600 mil recurren anualmente a esta práctica prohibida por la ley y la Iglesia Católica, y unas 80 mil de éstas deben ser hospitalizadas debido a complicaciones no fatales”, cita Sierra Sánchez.
Al respecto, Mitoire aclaró que Los ojos de Mariel no toma partido en el debate actual, al tiempo que remarcó: “Ojalá que el libro le sirva al lector para ilustrarse, tanto para quien está a favor como para quien está en contra. Eso ya es una cuestión personal, pero me sentiría halagado si logro que la historia le resulte atractiva al lector”.
En ese sentido, el autor viene de una gira de diez días por Chaco y Santiago del Estero, donde comentó que se vendieron muchos ejemplares de su novela.
“La gente está muy interesada en este tema. Es innegable que el problema existe y no hay posibilidad de que alguien se haga el distraído con esto. No hay estadísticas oficiales porque nadie se va a anotar para un aborto clandestino, pero ocurre todos los días”, remarcó.
Por ello, consideró que bienvenido sea el debate, pero no descartó que “puede ser un poco de humo para tapar otras cosas y que después llegue a un punto donde se cajonee o se vete, y toda esta discusión quede en nada otra vez y las chicas se sigan muriendo”.
“Los ricos defienden el aborto ilegal para mantenerlo secreto y no pasar vergüenza. Estoy harto de que se nos mueran chicas pobres para que las ricas aborten en secreto. Se nos mueren nenas en las villas y en los sanatorios hacen fortunas sacándoles del vientre la vergüenza a las ricas. Con el divorcio decían que era el fin de la familia y sólo fue el fin de la vergüenza de los separados ilegales. Con el aborto legal no habrá más ni menos abortos, habrá menos madres muertas. El resto es educar, no legislar”.
René Favaloro (1923-2000).
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